Naiara Corcuera e Iñaki Irizar
Naturtzaindia

Aralar entre todos

Es lamentable ver cómo resurgen en el medio rural actitudes contrarias a la conservación de la naturaleza, señalando las políticas ambientales como causa de sus males y olvidando curiosamente el papel que las políticas de desarrollo rural juegan en la realidad de ese sector.

El espinoso tema de Aralar sigue acumulando despropósitos y lejos de solucionarse, se enquista más cada día. Hablamos de un espacio natural protegido y bien entrados en el s. XXI, no debería ser necesario recordar que allí deben y pueden compaginarse el uso ganadero, la conservación de la naturaleza, el paisaje y los usos recreativos. Pero la realidad es que hay quien, obcecado en la defensa exclusiva de su interés ganadero particular, se niega a avanzar en ese sentido.

La Asociación de Baserritarras del Goierri decidió recientemente aprovechar el mercado de Ordizia para descalificar públicamente a un representante goierritarra, de reconocida y dilatada trayectoria en el conocimiento científico, la gestión pública y la divulgación de Aralar. Exhibieron una pancarta de dudoso gusto e inequívoco mensaje peyorativo hacia quien defiende una visión integradora de Aralar. ¿Para qué razonar, pudiendo insultar directamente?

Este hecho pone de relieve al menos dos aspectos que, como sociedad, deberían preocuparnos.

El primero es la actitud de la Asociación de Baserritarras. En Gipuzkoa, el sector primario se enfrenta a evidentes problemas de rentabilidad y competitividad. Iniciativas como mercados locales, circuitos directos de distribución de productos y otros, acercan el sector primario a la economía urbana. Pueden resultar vitales para el futuro de ese sector y por ello debemos fomentarlos. ¿Cómo se entiende entonces que, en nombre de los ganaderos y en día de mercado, la Asociación enarbole ante sus clientes con desprecio el concepto de "eco-urbanitas"? ¿Y que intenten arrogarse en exclusiva la legitimidad de opinar sobre el futuro de Aralar, cuando además la titularidad de ese espacio es de todos los vecinos del Goierri y la financiación de instalaciones y obras es de todos los gipuzkoanos?

Es lamentable ver cómo resurgen en el medio rural actitudes contrarias a la conservación de la naturaleza, señalando las políticas ambientales como causa de sus males y olvidando curiosamente el papel que las políticas de desarrollo rural juegan en la realidad de ese sector. Seamos serios. Para intentar solucionar los problemas del mundo rural no se pueden buscar semejantes atajos, y menos echar la culpa a otros.

El segundo aspecto que nos debe preocupar es el deficiente funcionamiento de nuestras instituciones. No hace mucho, por ejemplo, la Mancomunidad de Aralar decidió no hacer público el estudio que en relación a la cuestión de las pistas acaba de realizar la Sociedad de Ciencias Aranzadi, entidad de referencia indiscutible en el estudio, divulgación y defensa de los valores de Aralar, así como de su cultura y legado pastoril. ¿Qué teme la Mancomunidad? ¿Es preferible decidir desde la ignorancia?

Paralelamente, la Diputación Foral de Gipuzkoa, que dice querer impulsar nuevos modelos de gobernanza y participación, hasta ahora se ha mostrado incapaz de reconducir esta cuestión hacia una solución dialogada basada en el conocimiento y el respeto.

Poco parece que hayamos avanzado a la hora de desterrar comportamientos impropios desde la triste quema de la borda montañera de Oidui. Desde la Asociación Naturtzaindia proponemos unir fuerzas y trabajar, con rigor, por un Aralar que dé respuesta a todas las necesidades actuales sin hipotecar su futuro.

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