Adolfo Araiz
Parlamentario Foral del Grupo Parlamentario EH Bildu-Nafarroa

Asamblea Ciudadana Navarra del Cambio Climático

No hay duda que sus conclusiones tendrán un valor del que las administraciones afectadas no podrán desmarcarse tan fácilmente.

No ha tenido eco mediático. No se ha reflejado ni en periódicos, ni en radios ni en medios digitales, pero el pasado martes en la Comisión de Desarrollo Rural del Parlamento de Navarra se aprobó (con los votos en contra de Navarra Suma) una enmienda presentada por nuestro grupo parlamentario que puede suponer un hito en la participación de la ciudadanía en materia de medio ambiente. Con esa enmienda se incorporará a la Ley Foral en tramitación la regulación de la Asamblea Ciudadana Navarra del Cambio Climático.

La participación de los ciudadanos en la toma de decisiones sobre la crisis climática está tomando impulso en todo el mundo, especialmente en Europa.

Ante el desafío de descarbonizar la economía y llevar esto a cabo sin dejar a nadie atrás, es decir, haciéndose cargo de aquellos colectivos que perderán con el cambio de modelo, cada vez más gobiernos están apostando por la deliberación ciudadana a través de asambleas, jurados y otros ejercicios de organización democrática con los que escuchar la opinión de la ciudadanía respecto a cómo se debe encauzar el cambio. Irlanda, Francia, Suecia y Reino Unido son los Estados europeos donde ya se han puesto en marcha mecanismos de deliberación a nivel estatal para asegurar que la transición ecológica se haga en clave de justicia social. Además, hay que reseñar la iniciativa de Escocia, lanzada en noviembre de 2020, por ser la primera asamblea ciudadana nativa digital debido a la situación generada por la pandemia del coronavirus.

Aunque buena parte de estos ejercicios de deliberación se están dando en Europa, el auge de este tipo de participación es global y se produce a todos los niveles administrativos. A lo largo de 2019 se completaron 38 procesos de deliberación ciudadana en el mundo y 26 estaban en marcha. De estos 26, al menos 13 abordaron la crisis climática. La mayoría de ellos tuvo lugar a escala local en diferentes ciudades de Reino Unido, Australia y Canadá.

Así lo revela el informe “Innovative Citizen Participation and New Democratic Institutions: Catching the Deliberative Wave”, publicado en 2020. La especialista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que ha liderado este trabajo, Claudia Chwalisz, alega que estamos ante una tendencia: «desde 2010, cada vez más autoridades públicas de todo el mundo están utilizando un enfoque deliberativo para involucrar a sus ciudadanos en la toma de decisiones públicas. Vemos que la deliberación va en una cierta dirección y creo que está aquí para quedarse».

¿Quién formará parte de esta Asamblea ciudadana? ¿Con qué criterio se elegirá a sus miembros? ¿Recibirán remuneración a cambio de su tiempo? ¿Se compondrá también de especialistas o solo de ciudadanos y ciudadanas particulares? ¿Qué garantías hay de que las decisiones sean tomadas en cuenta por el ejecutivo? En definitiva, ¿qué principios clave sustentan una asamblea ciudadana? Esas son preguntas habituales que deberían de ser respondidas desde la administración en el momento de la constitución de la Asamblea Ciudadana.

Las asambleas ciudadanas efectivas están cuidadosamente diseñadas y dirigidas y hay unos principios que los expertos han establecido al respecto. Es de vital importancia que sigan algunos principios fundamentales tales como: sea encargado por aquellos que escucharán seriamente los resultados, los miembros de la asamblea de ciudadanos son invitados al azar, pero seleccionados para ser demográficamente representativos de la población en general mediante sorteo estratificado como mejor método para la elección de sus integrantes, tiempo para la deliberación (con tres fases: aprendizaje, deliberación y toma de decisiones). La asamblea tiene que ser dirigida por una organización independiente del contenido estando todo el proceso guiado por un grupo asesor formado por especialistas y partes interesadas desde una variedad de perspectivas. Este grupo desempeña un papel clave para garantizar que la evidencia presentada a los miembros de la asamblea sea equilibrada, completa y objetivamente precisa.

En aras de la aprobación de la enmienda no ha sido posible incorporar algún grado de vinculación de las propuestas que se formulen en el informe final que emitiría la Asamblea Ciudadana hacia la Administración, pero no hay duda que sus conclusiones tendrán un valor del que las administraciones afectadas no podrán desmarcarse tan fácilmente.

De acuerdo con el texto aprobado por la Comisión, la Asamblea Ciudadana Navarra del Cambio Climático se configurará como un foro de participación ciudadana, un ejercicio participativo deliberativo para generar reflexión, conocimiento colectivo, y que permitirá a la ciudadanía informarse, deliberar y generar consensos sobre cuáles deben ser las soluciones a las grandes transformaciones que es necesario acometer para alcanzar la neutralidad climática antes del año 2050 y para hacer una Navarra más resiliente a los impactos del cambio climático, todo ello de una manera justa y solidaria.

La puesta en marcha de este instrumento de participación ciudadana será un nuevo reto para la administración foral navarra.

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