Elías Anton Murgiondo
Iruñea

Basuras: la política del cangrejo...

Olazti tiene la mala suerte de albergar una cementera que viene al pelo por su originario nombre
(Cementos “El Cangrejo”), hoy llamada Cementos Portland Valderrivas y que en materia ambiental
camina hacia atrás, como el aludido. Pero no camina sola, pues resulta lo suficientemente poderosa
como para que diversos políticos la acompañen y le faciliten los permisos necesarios para imponer
sus normas sin que importe para nada la población y la salud comarcal.

El exvicepresidente del Gobierno de Nafarroa, Sr. Jimenez, con gruesas palabras y amenazas firmes, ofreció un PSIS (Plan Sectorial de Incidencia Supramunicipal) para saltar por encima de la autonomía municipal del Ayuntamiento de Olazti que se opone con firmeza a los proyectos de la cementera, ante el objetivo de ésta de sustituir el combustible tradicional de sus hornos por RSU (Residuos Sólidos Urbanos), es decir, basuras.

Lo que pretendo denunciar es algo que ya está explicitado por diversos sectores opositores al
proyecto, pero pretendo situar este asunto en su lugar exacto y colocar las fichas en el lugar
correspondiente del tablero; son muchos y diversos los intereses en juego sobre la pretendida
operación y para comprender mejor es necesario analizar los sujetos reales que confluyen en el
proyecto de Portland Valderrivas para la incineración de basuras en sus hornos de Olazti.
Valderrivas posee diversas plantas cementeras en el estado español y su producción ha descendido
en consonancia con la crisis y el consumo de sus productos, aunque la calidad de los cementos
especiales que se producen en Olazti parece que siguen siendo lideres en el mercado y las amenazas
de despidos no son reales, mas bien sirven como método de presión ante la plantilla para conseguir
nuevos beneficios a través del combustible. En esta ocasión confluyen diversas empresas
interesadas que están dirigidas por las mismas propietarias y coincidentes en los Consejos de
Administración: el clan Koplowitz. Las empresas son Valderrivas y FCC (Federación de
Construcciones y Contratas); en Nafarroa coinciden los intereses de las mismas, pues la
Mancomunidad de la Comarca de Iruñea tiene adjudicada a FCC la limpieza y recogida de basuras
de la ciudad y la comarca, así como la gestión del Centro de Tratamiento de Residuos Sólidos
Urbanos en el Valle de Aranguren. Paralelamente, el sindicato UGT resulta mayoritario en FCC y
controla a la perfección los movimientos de plantilla en este sector, con una relación con la patronal
absolutamente normalizada.

Lo que pretendo explicar tiene que ver con la gestión económica, pues el combustible tiene un coste
elevado si se trata de combustibles standar (gasoil, gas, etc.), lo que influye de manera importante
en los beneficios resultantes de la producción de cemento y derivados, pero si el combustible se
cambia y se sustituye por basura el negocio resulta redondo, pues en vez de pagar por el mismo se
recurre al cobro de un canon por tonelada eliminada. Resultaría que la Mancomunidad de la
Comarca de Iruñea (o la que fuera) debería pagar a FCC una cantidad estipulada por la tonelada de
basura incinerada. Los beneficios quedarían siempre en las mismas manos: propietarios de
Valderrivas y FCC.

Todo ello sin tener en cuenta los costes ecológicos y medioambientales que la incineración de
basura crearía en Olazti y comarcas adyacentes, a través de las emisiones de dioxinas y otras
partículas clásicas de todas las incineradoras, así como los inquemados, escorias y cenizas que
resultarían del proceso, todo lo cual habría que depositar en vertedero de seguridad. Las cementeras
insisten en que no hay residuos y que si los hay los incluyen en los productos que sus hornos
elaboran, lo cual nos sitúa ante productos contaminados poco fiables para su utilización en
cualquier obra a realizar. No resulta fácil de entender los intereses ciegos de ciertos políticos en
impulsar proyectos hostiles y que nada o poco tienen que ver con el desarrollo de las comarcas; si se
es capaz de desarrollar un PSIS para favorecer a una empresa como Portland Valderrivas, nada
debiera impedir a los mismos políticos en hacer lo mismo con empresas como INASA de Irurzun,
enfrentándose a la patronal y ofreciendo las ayudas necesarias para solucionar los prblemas de los
trabajadores que están a punto de quedarse sin trabajo. Se puede chulear desde el poder y amenazar
con imposiciones, pero el poder resulta efímero y luego te tildan de colaboracionista, aunque no
importe traicionar a la clase trabajadora y satisfacer los insanos deseos del capital y sus más fieles
servidores. Hay políticos que no dudan en utilizar la mentira ante problemas tan serios como las
basuras, sea en Nafarroa o en Gipuzkoa, sea por intereses bastardos o por ignorancia, pero al final la
verdad emerge y cada cual quedará en el lugar que le corresponde.

La basura resulta lo menos sucio en este mundo de corrupción y de ineptos e incompetentes
políticos en nuestra Euskal Herria y en cualquiera otra parte de la contaminación maldita.

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