La OPE de Osakidetza
«De la noche a la mañana todo se pone patas arriba y la indignación personal se adueña de una gran parte de este sector de trabajadoras públicas y de incertidumbre en los Servicios en que desempeñan su labor. Lo que tenía que ser un medio normalizado para el acceso a plaza definitiva, un medio con sentido común, equilibrio y ponderación se convierte en un mazazo para miles de personas, cientos de ellas con gran experiencia y calidad profesional demostrada y reconocida por el propio Osakidetza».
Enfermeras vagas e ignorantes Eso parece que son la gran mayoría de las enfermeras y enfermeros que se han presentado a esta OPE de Osakidetza. Según los resultados del examen solamente un 30 por ciento de la gente presentada ha aprobado, y de quienes lo han hecho, la máxima puntuación obtenida es de 84 puntos sobre cien. Cabe sacar como conclusión, con estos datos, que una aplastante mayoría de la enfermería aspirante a puesto de trabajo no ha hecho los deberes de preparación de la OPE y no tiene casi ni idea de qué va su profesión. Sobre ellas se cierne la duda pública y el dedo acusador del tribunal de OPE y la Institución Osakidetza, sobre ellas la acusación de vagas e ignorantes. De estas miles de enfermeras (y enfermeros), un buen porcentaje trabajan habitual o esporádicamente en el propio Servicio Vasco de Salud. Muchas de manera permanente desde hace años. Conocen mejor que nadie los Servicios en los que ejercen su trabajo, aplican con ejemplar profesionalidad los protocolos y los avances científicos y asistenciales de los que se dota el sistema en general y los diferentes centros en particular, participan incluso en el desarrollo de nuevas investigaciones aportando proyectos y dinámicas de mejora, se esfuerzan en la formación permanente…; suponen una base fundamental en la asistencia sanitaria pública. Pero de la noche a la mañana todo se pone patas arriba y la indignación personal se adueña de una gran parte de este sector de trabajadoras públicas y de incertidumbre en los Servicios en que desempeñan su labor. Lo que tenía que ser un medio normalizado para el acceso a plaza definitiva, un medio con sentido común, equilibrio y ponderación se convierte en un mazazo para miles de personas, cientos de ellas con gran experiencia y calidad profesional demostrada y reconocida por el propio Osakidetza. Quienes no aprueban, no verán reconocida esa experiencia y pasarán a nuevas listas de contratación, partiendo de cero. El tema de las oposiciones siempre es polémico. Entre otros aspectos, el hacer determinante un examen a la hora de condicionar un resultado global de oposición es, cuando menos, cuestionable. Los exámenes son teóricamente preparados por un Tribunal que publica los temarios a estudiar por parte de quienes opositan, pero sin orientar sobre los criterios en los que basará la prueba final. En el caso presente, en el examen de enfermería, y también en otros de esta OPE, los exámenes han sido elaborados al margen de la lógica, alejados de los contenidos más estudiados y practicados por los propios profesionales. Son exámenes elaborados, rebuscados, malintencionados, para “hacer criba” en cuanto a número. El resultado es desolador. Un compañero de trabajo, encargado de vigilar la prueba de OPE de enfermería lo expresaba con ese término: “la gente ha salido desolada”. Cómo no se va a desolar y sentir indignada una enfermera que encuentra una pregunta de examen como esta : “Según la Ley 8/1997, indicar la respuesta correcta”, que sobre cuatro respuestas muy similares sobre las que elegir, la correcta es la siguiente: “En el ámbito de cada área de salud se podrá señalar la ordenación territorial inferior que resulte necesaria en función de cada circunstancia territorial”. Y así hasta un 30 por ciento del examen, sobre legislación. Es simplemente insultante. Las enfermeras que han opositado, al igual que quienes se han presentado a otras categorías profesionales, no se merecen esta agresión, este desprecio. La gente ha hecho un gran esfuerzo en preparar la OPE. Durante meses han metido cientos de horas buscando materiales, estudiando, preparándose. Han dejado sus vidas habituales, sus amigos, sus hijos y familias durante horas y horas de biblioteca, academias, gastando días de sus vacaciones, quitándole horas al sueño. Quienes más se jugaban, porque llevaban ya tiempo trabajando de eventual en Osakidetza y esta era una buena oportunidad para afianzar la plaza fija, son quienes peor lo han pasado. Pero ese esfuerzo ha sido despreciado, ninguneado por alguien, quizás un tribunal, quizás un alto cargo, que prepara un examen que no tiene nada que ver con el esfuerzo que esas miles de personas han hecho para acceder, con humildad y con derecho a la igualdad de oportunidades, a un puesto de trabajo para el que están preparadas. Uno puede ser más o menos inteligente, más o menos capaz de retener lo que estudia, por edad u otras circunstancias, pero lo que no es de recibo es este abuso de autoridad, este desprecio a tanta gente. Lo sucedido es un total despropósito de quienes parece no interesarles en absoluto las personas y los profesionales que necesita un buen servicio público de sanidad. Al PSE parece no irle bien la gestión de las OPEs. En 1990, siendo responsable de la Consejería de Sanidad, realizó la OPE del fraude. La de ahora, la OPE de la era López-Bengoa, supone una chapuza indignante. Habría que esperar que, al menos, desde los representantes de la soberanía popular en el Parlamento de Gasteiz se preocupen por el tema y traten de enmendar semejante desaguisado. A la gente directamente afectada, todo el ánimo para alzar orgullosa la cabeza y convertir la gran frustración en gran protesta. Berna Gómez Edesa Trabajador del Hospital de Galdakao (Osakidetza)