Iñigo Leza

Biji Kurdistan

El dia 19 de marzo llegamos al aeropuerto de Amed (Diyarbakir en turco) una brigada desde Euskal Herria para celebrar el Newroz, una fiesta preislámica, que celebra el año nuevo con hogueras, canciones y bailes.

Queríamos mostrar nuestra solidaridad y al mismo tiempo empaparnos de la vitalidad del pueblo kurdo y aprender de los planteamientos revolucionarios que está llevando adelante.

En el aeropuerto nos recogió una furgoneta del HDP y nos llevó hacia el hotel Aslan, que se encuentra en el distrito Sur de Amed. Sur está rodeado de vallas y policías y tenemos que pasar un control policial en el check point para llegar a nuestro hotel. Los controles para entrar son exhaustivos y todavía había 6 barrios, dentro de Sur, totalmente cerrados. Nadie puede entrar a ellos y, a día de hoy, 11 de abril, siguen cerrados.
Amed es una ciudad de un millón de habitantes y tiene 4 ayuntamientos. Sur es la parte vieja de la ciudad y está rodeada por una muralla que se empezó a construir hace 5000 años. A las 4 de la tarde quedamos el el ayuntamiento de Sur. Allí nos juntamos con una delegación catalana y con representantes del HDP y nos dirigimos al interior de Sur, hacia el centro cultural kurdo. Vamos a visitar a los familiares de las personas que quedan todavía dentro de los seis barrios que están totalmente sitiados.

Nos cuentan que en esos 6 barrios vivían unas 27.000 personas. Nos dicen que la mayoría huyeron cuando empezaron los ataques de la policía y el ejército. Edificios antiguos, mezquitas, iglesias… lo han destruido todo. Se llevan los escombros en camiones y los tiran al río Tigris y más de una vez han visto restos humanos entre los escombros. La zona donde tiran los escombros está también cerrada.

Nos dicen que la lucha ha sido desigual, tanques contra fusiles. La semana pasada el ejército les devolvió 30 cadáveres y todavía quedan dentro otras 40 personas. Nadie sabe nada de esas 40 personas que faltan pero hace días que ya no se oyen disparos, por lo que es probable que hayan sido asesinadas. Aunque la lucha haya sido desigual, las unidades de defensa popular (YPS) han causado muchas bajas ente los militares. Turquía reconoce 72 aunque según una diputada del HDP podrían ser 200. Por otro lado, nos cuenta la diputada, el ejército ha asesinado a unas 100 personas entre civiles y miembros del las YPS. La mayoría de la gente con la que tenemos la ocasión hablar denuncia que codo a codo con el ejército, en el barrio de Sur, han estado combatiendo miembros del DAESH (ISIS). También denuncian que el ejército ha pasado con los tanques por encima de la gente. Unos días después estuvimos en el funeral de un sobrino de un amigo kurdo que había sido arrollado por un tanque.

Los familiares se quejan de que Europa está callada ante este genocidio. Además de las personas desplazadas y asesinadas lo están destruyendo todo; toda la herencia cultural y patrimonial de miles de años. Es también un genocidio cultural. El estado turco ha aprobado un proyecto para construir 6 comisarías en la zona sitiada y el 21 de marzo sacó un decreto en el que expropia el 82% de las parcelas de Sur. Sólo la gente afín al partido del gobierno de Erdogan, el AKP, ha recibido ayuda económica.

Del centro cultural kurdo nos dirigimos hacia la zona sitiada por el ejército. Según nos vamos acercando vemos casas destruidas, solares vacíos donde antes había edificios, disparos en las paredes, todos los cristales rotos, todas las tiendas cerradas. Nos encontramos con dos mujeres, una de ellas tenía una tienda y se la destrozaron con una bomba. La otra ha perdido su casa y todas sus pertenecias. Han sufrido mucho y están enfadadas pero mantienen toda su dignidad intacta. Seguimos caminando y llegamos a la zona sitiada. La tensión aumenta y los militares nos gritan y nos amenazan diciéndonos que no podemos sacar fotos. En cada bocacalle hacia los barrios sitiados hay un montón de sacos de arena, parapetos, barricadas y militares armados. También han puesto sábanas para que no se pueda ver lo que pasa en el interior. Se está haciendo de noche y no hay nadie por la calle. La calle principal de Sur está desierta de gente y llena de controles policiales y de barricadas. La imagen es de guerra abierta.

De vuelta al ayuntamiento nos cruzamos con unos niños que están jugando a la guerra con palos y un poliespán blanco a modo de metralleta. Es lo que llevan viendo los últimos 4 meses. En el ayuntamiento nos hacen una entrevista para una televisión hecha por mujeres. Después de la entrevista nos hablan de la situación y nos remarcan varias cosas: Europa no dice nada ante este genocidio porque Turquía le presiona con las personas refugiadas. Nuestra labor es la de contar lo que los medios oficiales están ocultando. Para finalizar nos pusieron un ejemplo: cuando quemaron a 150 personas vivas en un sótano y usaron armas químicas en Cizre había periodistas de varias agencias europeas pero al volver no contaron nada de lo que allí estaba sucediendo.

El mismo día del Newroz, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdoğan, apeló al nacionalismo y llamó a los turcos a movilizarse contra el «terrorismo», tal y como lo hicieron en la batalla de los Dardanelos, en la I Guerra Mundial, y en la guerra de la independencia posterior, cuando cayó el imperio otomano. En esas fechas a las que apela el primer ministro turco, entre 1915 y 1923, es cuando se produjo el genocidio armenio en el que fueron asesinadas entre 1,5 y 2 millones de personas. Por otro lado, la guerra de la independencia, a la que también apela Erdogan finalizó con el Tratado de Laussana que, entre otras cosas, dividió Kurdistán entre Turquia, Iran, Irak y Siria.

Es urgente redoblar la solidaridad con el pueblo kurdo para evitar una masacre aun mayor. No podemos quedarnos de brazos cruzados ante la colaboración económica y política de la Unión Europea con el estado terrorista turco. Un estado que está utilizando a millones de personas refugiadas como moneda de cambio para realizar un genocidio.

Nos gustaría finalizar este artículo con una frase de una persona que nos acompañó la mayor parte del tiempo que estuvimos en Kurdistan: «Nos atacan porque somos fuertes, porque estamos construyendo un nuevo modelo de sociedad. Seguiremos resistiendo hasta conseguir gobernarnos a nosotras mismas.»

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