Xabier Benito
Eurodiputado vasco de Podemos

Brasil en la encrucijada: «Él no»

No existe una agenda vasca ni internacional de condena a la destrucción del Estado y el orden en Brasil comparable a las agendas comerciales

El 28 de octubre el pueblo brasileño está llamado nuevamente a las urnas para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, teniendo que elegir entre el candidato del PT Fernando Haddad y el ultraderechista Jair Bolsonaro. De ganar Bolsonaro las elecciones, Brasil daría un paso más hacia el abismo al que desde 2016 ha sido conducido primeramente con el golpe de Temer y su programa de aniquilamiento del Estado y, en segundo lugar, con la persecución a Lula Da Silva, el único candidato de izquierda que, a pesar de sus claroscuros y según las encuestas, tenía opciones para haber paralizado esta debacle.

Tras 2 años de inestabilidad política consecuencia del «impeachment» de Temer, Brasil ha entrado en las elecciones dividido entre los que apoyan la campaña #ElNao (él no, en referencia a Bolsonaro) y quienes consideran al candidato del Partido Social Liberal como la cara nueva que Brasil necesita contra la corrupción y la violencia, llamándole a él como «Mito».

Puede resultar sorprendente que un candidato de extrema derecha, abierta y públicamente racista, homófobo y machista albergue el 60% de la intención de voto de un país multicultural y con altos índices de pobreza. Para explicar esto, no se me ocurre mejor símil que una especie invasora muy conocida en nuestro entorno: la flor de la pampa. Este ya familiar ‘plumero blanco’ de las cunetas de nuestras carreteras tienen gran capacidad para desarrollarse en suelos de tierra removidos por obras. Del mismo modo, el discurso de odio al diferente y al pobre de Bolsonaro, ha conseguido calar rápidamente en una sociedad brasileña azotada durante años por la violencia (una media de 175 homicidios al día, 63.880 solo en 2017), la desigualdad asfixiante (según Oxfam Brasil, un brasileño que percibe el salario mínimo tendría que trabajar 4 años para ganar lo mismo que el 1% más rico en un mes), el rápido crecimiento de los mensajes de la iglesia evangélica (principalmente conservadores) y la decepción con el Partido de los Trabajadores y sus casos de corrupción. A todo ello hay que sumarle también una campaña basada en la ponzoña y las ‘fake news’ difundidas por Whatsapp y que, según la justicia brasileña, estaría financiada por empresarios del país para beneficiar directamente al candidato de extrema derecha.

Sin lugar a dudas, hay una gran responsabilidad de las autoridades internacionales y nacionales en la inestabilidad de Brasil en los últimos años. No quiero decir que exista una responsabilidad directa, pero contrasta fuertemente el silencio de las autoridades ante el «impeachment» primero, la destrucción del Estado brasileño por Temer después, y la inhabilitación de Lula finalmente, frente a la siempre cargada agenda comercial con Brasil. También de las propias instituciones vascas.

No solo Rajoy ha apoyado con sus acciones al ilegítimo presidente saliente Temer y su agenda de privatizaciones, destrucción del medio ambiente, recorte del gasto social y endeudamiento (recordemos la reunión bilateral de Rajoy con Temer cuando nadie quería hacerse una foto con el artífice de la destitución de Dilma y repetidas veces imputado por corrupción), sino que las instituciones vascas también han mantenido estrechas relaciones con sus homólogas brasileñas.

Desde la expulsión de Dilma Rousseff de la presidencia se han sucedido varios eventos de carácter comercial. En mayo de 2017, las Cámaras de Comercio de Gipuzkoa, Bilbao y Álava organizaron una misión comercial de 16 empresas vascas de maquinaria, eléctrica, construcción o automoción para analizar la caída del mercado brasileño y buscar vías para reactivar las relaciones comerciales. En septiembre de ese mismo año, el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, se reunía con la Cónsul General de Brasil en Barcelona, Maria Elisa Berenguer, para hablar de internacionalización de las empresas vascas. De hecho, en 2012 hubo otra misión comercial para empresas de Bilbao y un año antes, Bilbao firmó un acuerdo de colaboración con Sao Paulo, considerada la tercera mejor ciudad para hacer negocios de América Latina, dato que interesará más a nuestro alcalde que las cifras de desigualdad: el 1% de los propietarios tiene un cuarto de todos los inmuebles registrados en el municipio y miles de personas sin hogar acamparon en las grandes avenidas durante semanas en señal de protesta. En tercer lugar y más recientemente, en marzo de 2018 se organizó una visita encabezada por el viceconsejero de Innovación y Tecnología, Juan Goicolea, para avanzar en la elaboración de un proyecto de red eléctrica inteligente en el litoral de Paraná. A la misión acudieron también el EVE, SPRI e Iberdrola. Curiosamente, en el Estado de Paraná es donde Iberdrola está participando intensamente en la construcción de la hidroeléctrica de Baixo Iguazú, que afecta a 700 familias y cuyas protestan han sufrido una brutal represión cuando reclamaban compensaciones justas por los desalojos y expropiaciones de tierras.

No existe una agenda vasca ni internacional de condena a la destrucción del Estado y el orden en Brasil comparable a las agendas comerciales. El silencio de las autoridades ante los continuos ataques a la democracia brasileña es atronador. La semana pasada en el Parlamento Europeo, eurodiputados de 4 grupos políticos distintos (Socialistas europeos, Liberales, Verdes e Izquierda europea) lanzábamos un mensaje común ante el riesgo que corre la democracia en Brasil y en rechazo a Bolsonaro.

Frente al silencio internacional, los poderes económicos de Brasil han implantado y justificado un programa de gobierno que no ha sido sino la antesala de lo que promete Bolsonaro ahora. Bolsonaro es ese tipo de racistas que esconde el acaparamiento de tierras y privatizaciones que su programa avalará tras el show de decir «indios hediondos» en sede parlamentaria. Es ese tipo de misógino que cierra los ojos antes los grandes beneficios que las corporaciones sacan de la explotación de las mujeres. Según denuncia OMAL, descubrieron dos talleres de la firma AHA, una de las proveedoras en Brasil de la compañía presidida por Amancio Ortega, en los que mujeres inmigrantes indocumentadas bolivianas y peruanas operaban en unas condiciones análogas a la esclavitud: jornadas de 16 horas, sin autorización para salir a la calle y habitando en infraviviendas.

No puede haber espacio para la indiferencia ante una posible victoria de Bolsonaro este 28 de octubre. Por eso es urgente que las instituciones del Estado y vascas se pronuncien en solidaridad con la defensa de la democracia en Brasil y en apoyo a Fernando Haddad, candidato del PT y apoyado por los candidatos Ciro Gomes y Guilherme para conformar un Frente Democrático y Antifascista en esta segunda vuelta.

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