Pedro Ibarra

Cómo está el panorama

Se avanza a nivel Estado (Euskal Herria es un caso distinto) hacia una estabilización de la movilización social. La acción colectiva más o menos organizada de movimientos sociales se hallan en una permanente dinámica de confrontación parcial. Su movilización dirigida a las instituciones en particular y estado general, no pretende lograr cambios relevantes en las decisiones políticas. Sin considerar ahora que estas estrategias que pueden considerarse como limitadas, siempre han existido, ahora mantienen esa opción. Habrá que ver porque se está produciendo

El primer lugar el desarrollo y la estabilidad del poder− de los poderes− de los diversos contextos superiores, han generado y establecido un proceso de alejamiento de la sociedad respecto a la política. Alejamiento individual y limitación de la demanda de los movimientos, en cuanto que entienden que no tiene sentido pretender transformar poderes tan fuertes y tan lejanos. El proceso de despegue de los poderes respecto a la sociedad y su vaciado ha sido permanente. Y no solo el creciente poder del capital y del sistema capitalista en general y el otro escenario, la creciente y radical autonomía en su política y correspondientes instituciones de los estados respecto a sus sociedades. Debe añadirse un tercer contexto, lo que podríamos llamar también una tercera imposición o control cultural, muy relevante de la cuestión en la crisis de la movilización social. Vivimos en una sociedad donde el poder mediático dificulta o, sin más, impide− conocer lo que realmente...es... Es la «realidad» mediática la que precede, marca y en última instancia impone lo que los ciudadanos deben entender, apoyar... y lo que deben hacer

En esta línea, muchas decisiones, la mayoría de las decisiones sociales individuales, y entre ellas las electorales, no implican contenidos políticos que deberán ser resueltos por el poder. Y, además, hoy resultan autolimitadas las decisiones colectivas con pretensiones de cambios políticos que se llevan a cabo en −y por− la sociedad a través de la movilización organizada de diferentes grupos, movimientos, organizaciones.

Durante las últimas décadas, ha avanzado la extensión del vaciado democrático. Progresivamente, los ciudadanos han ido distanciándose tanto de movilizaciones sociales como de las organizaciones políticas donde se asumían y defendían convicciones, ideas, propuestas de carácter político de lo que deben hacer los políticos o, dicho de otro modo, de lo que debía ser la política.

Hoy la sociedad y sus habitantes están marcados en su conducta «natural» por la incertidumbre, individualismo, aislamiento, soledad, miedo y cabreo frente a la insuficiencia en sus necesidades y condiciones vida cotidiana.

Sin embargo, esta conducta basada en aislamiento no impide que muchos ciudadanos voten en las elecciones. Y que también muchos organicen un movimiento y se movilicen frente al Estado. En todo señalar que hay muchos ciudadanos para los cuales su voto tiene como casi única razón el desprecio o aprecio que lo merece el candidato. Su deseo y definición como debe transformar el Estado, las políticas para hacer un país más justo... es que algo que no existe.

También recordar que muchos de los que se organizan y actúan colectivamente para exigir otra política están presentes en el aumento progresivo en la política de la ultraderecha; una conciencia colectiva especialmente creciente en la gente joven y también en extensos grupos de sectores de trabajadores y parados. Conciencia y practica que va bastante más allá de una respuesta simple en un proceso electoral, tal como indicamos (voto a este porque me caes bien y no le voto a este porque me caes mal; y punto). Aquí se está elaborando y asentando una conciencia colectiva en la cual estos sectores jóvenes −y no jóvenes− han adquirido una concepción de que es lo que debe ser la relación entre sociedad y política. Que tienen definido cuál debe ser el papel del Estado que por supuesto entienden que debe ser definidamente dictatorial. La permanente contundencia con tendencia a una −¡otra!− visión del mundo, de amplios y crecientes sectores sociales está ahí y parece que va para largo

Por tanto, hay aislamiento, indiferencia y también hay acciones individuales y colectivas políticas que no están dirigidas a la transformación política más democrática, más igualitaria

Por otro lado, si es cierto que existen movimientos que tratan de lograr esas transformaciones. Hay respuestas de movimientos alternativos

En primer lugar, los movimientos, y organizaciones −llamémosle tradicionales− como movimientos obreros, sindicatos urbanos, agrícolas y de apoyo a la migración, etcétera, pero también más actuales como el ecologismo, el movimiento feminista, etcétera se caracterizan, por simplificar, en la construcción y práctica de una organización formalmente organizada y con ciertas tendencias o jerarquías internas. Son en muchos casos más organizaciones que comunidades

Y también nuevos movimientos alternativos. En los últimos años, están apareciendo nuevas experiencias comunitarias. Cooperativas de vivienda que cuestionan el mercado inmobiliario, redes de cuidados al margen de las instituciones, redes de trabajadoras domésticos que operan en hoteles contra la turistificación; en el ámbito rural, plataformas agrarias que articulan campo y ciudad, etc. Estas iniciativas en principio plantean un cuestionamiento sustancial del modelo social y económico, y ponen en práctica formas de organización horizontales y participativas.

Por otro lado, también habría que señalar o apuntar la aparición de movimientos en determinadas naciones con estrategias objetivos más avanzados. El caso de Euskal Herria Así, Valle de Aroz, Astra, Karmela, Alda, Bizi, Eusko y otros movimientos s evidencian cómo, en una dinámica ascendente, un movimiento social seduce, apoya, controla y ensalza o negocia y democratiza la acción institucional, y que de alguna forma pretende la introducción del movimiento en las instituciones y la posibilidad de una transformación sustancial de la política. Recordar aquí qué la movilización social y la lucha social en Euskadi es sustancialmente muy superior a la del Estado español.

En todo caso, y a una pesar de que existen experiencias movimentistas alternativas con posibilidades de lugar transformaciones políticas, sigue siendo dominante el vacío social respecto a la acción política y así como la presencia de movilizaciones políticamente limitadas

Se puede lograr de forma científica y segura como las redes sociales son capaces transformar el sistema y el poder político y el ejercicio del poder político. Dicho otra forma que existe un modelo claro y definido para lograr estos objetivos. Es probable que así sea, pero de momento creo que más bien se pueden apuntar algunos cambios en la puesta en marcha y desarrollo del movimiento en el quizás su desarrollo y estabilización y desarrollo puedan lograr esos objetivos. Quizás

Apuntar que una de las vías para esta posible transformación− vital y grupal− implicaría una forma distinta de actuar conjuntamente. Lo que podríamos denominar una transformación interior alternativa. Hacer una nueva forma de vivir y de movilizarse; una mirada distinta. Una intensidad vital que puede producir nuevas miradas, nuevas visiones y nuevos sentidos para la vida.

Elegir y construir lo común para sobrevivir, para plantearnos un horizonte de supervivencia humana en un planeta vivo. Escapar de la superioridad moral, del identitarismo, de todo lo que nos haga incapaces de encuentro y composición con los otros. Cuando se plantea la batalla cultural, la disputa en el terreno de las ideas, sobre la base del mercado, pensando exactamente igual que el mercado, es el mercado quien gana. Elegir lo ideológico como un campo de fuerzas donde tiene mayor peso la composición de afecciones, que la mera agrupación de intereses.

Por otro lado, sería muy positivo que desde distintos grupos que hayan iniciado movilización a partir de esta forma de vivir, de estar y de actuar, establezcan una relación estable con aquellas organizaciones y movimientos a las que antes hemos hecho referencia, en los cuales aparecen ya, desde una concepción comunitaria, estrategias y prácticas de estrategias dirigidas a la transformación política, y logrando en ocasiones la misma. Señalábamos antes nuevas experiencias urbanas y rurales y otras, así como las estrategias de confrontación y al mismo tiempo inclusión en los espacios institucionales de algunos otros movimientos, tal como los casos de Euskal Herria señalado. Y también, afortunadamente, están apareciendo otras movilizaciones tales como la lucha colectiva contra el genocidio palestino

Una intensidad vital que puede producir nuevas miradas, nuevas visiones y nuevos sentidos para la vida. Y una cierta esperanza. Una esperanza como actividad y no como ilusión, como tentativa y no como seguridad. Esperanza diminuta, como la propia Flotilla... Esta esperanza en minúsculas es una apuesta que genera sus propias fuerzas, con las que no siempre se puede contar de antemano. Una esperanza sin optimismo, de una esperanza no basada en la ilusión de que «todo irá bien», de una esperanza sin garantías, de una esperanza «a pesar de todo», de una esperanza desesperada, incluso, que no se cuenta cuentos. Creo que es la que levantó la emoción en Barcelona y en todas partes el fin de semana pasado. La emoción de acompañar, alentar y compartir una nueva intentona, contra la impotencia general. E impregnarnos de ello (Amador Fernández Savater).


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