Ane Muguruza y Maiana Bustinza
En nombre de la Fundacion Egiari Zor

Cuando recordar es delito

Tenemos la convicción de que por parte de quienes quieren imponer el relato de lo sucedido existe una intencionalidad clara de distorsionar la realidad en lo que al conflicto político y sus consecuencias se refiere.

Como víctimas y afectados por las consecuencias del conflicto podemos entender que desde el dolor, desde el sufrimiento (en cualquier ámbito de la vida) podamos llegar a distorsionar la realidad; desde una perspectiva humana esto es comprensible, del mismo modo, desde esa perspectiva humana es absolutamente comprensible el recuerdo a un familiar fallecido por encima de cualquier otra consideración. No lo es, sin embargo, que desde posiciones institucionales de gobierno o de estado se intente criminalizar el vínculo afectivo que une a una familia con su hija, hermano, madre o nieto fallecido. Por encima de cualquier otra consideración, el factor humano debería imperar y cesar de una vez por todas los ataques a la memoria de las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido. Y consideraciones puede haber más de una, pero por encima de cualquiera de ellas está la realidad, y la realidad es tozuda por innegable: las personas que hemos vivido en primera persona el drama del asesinato o muerte de un familiar sabemos de sufrimientos, sabemos que éste no es patrimonio de nadie ni entiende de ideologías. Lo sabemos, no porque nos lo hayan contado sino porque lo hemos vivido.

Sin duda, es ese factor humano el que nos permite a cualquiera de nosotros y nosotras amar a un familiar, a un amigo, a un vecino… factor humano el que por encima de la muerte o asesinato de un ser querido nos lleva a seguir amándolo, el mismo que mantiene su recuerdo fresco en nuestra memoria, el mismo que nos vuelve a golpear cada vez que por orden de un tribunal con poder supremo se arrancan nuestros símbolos del recuerdo… Es ese factor humano, inherente a nuestra condición de personas, el que nos impide olvidar y nos empuja a colocar su foto en la mesita de noche. El mismo que en cada aniversario nos hace revivir el infierno, esa dentellada feroz que después de habernos robado la vida de un hijo o una hermana, un padre o una compañera, vuelve año tras año, a advertirnos, a amenazarnos con una legalidad carente de ese factor.

Y seguiremos recordando a quienes ya no están, porque es imposible borrar de la memoria a un ser querido. Recordad a quien no está, amar por encima de cualquier otra consideración y tener siempre presente su memoria responde a la cualidad humana. Recordar es mantener viva la memoria, la memoria es parte de la historia y la historia es también parte de la Verdad de lo ocurrido; por mucho que haya quien intente borrar lo imborrable, por muchas fotos, placas o árboles que quiten, las evidencias están ahí y son pertinaces: en este largo conflicto ha habido mucho sufrimiento, mucho y muy plural, y desde luego actuaciones como la de hoy en Oiartzun, lejos de paliarlo lo acentuan aún más. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, sin distorsiones malintencionadas que hagan del amor y recuerdo a un hijo un delito de enaltecimiento.

Por esta razón es por la que creemos que es fundamental que las bases que pongamos de cara a un futuro en paz sean firmes y sinceras. La historia tendremos que escribirla recogiendo todas aquellas verdades que han existido en este pueblo y teniendo en cuenta todos los sufrimientos generados y padecidos. No se puede ignorar el sufrimiento de una parte de esta sociedad, ni criminalizar sus vínculos afectivos. La realidad está ahí y los terribles hechos sucedidos como consecuencia del conflicto político también. Somos muchos los que creemos que nuestro pueblo pasa por un momento esperanzador, y de la misma forma que cualquier impulso para avanzar en ese sentido será bien venido, denunciaremos cualquier intento de agresión al mismo, en definitiva porque quienes hemos padecido las consecuencias de la violencia derivada del conflicto trabajamos para que nadie más pase por lo que nosotros estamos pasando. Y si algo tenemos claro es que el futuro que construyamos tiene que ser diferente,a partir del cual construyamos una sociedad más libre y justa, donde episodios como el de hoy no tengan lugar, donde recordar y amar no se intente convertir en delito. En definitiva, que los sufrimientos que en este pueblo todavía hoy se padecen desparezcan de una vez por todas y que nunca más nadie tenga que padecerlos.

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