Guillermo Martorell
Criminólogo

‘Cubillo: caso abierto’

Cada vez que ciertos dirigentes del PSOE abren la boca, sube el precio de la leche en Canarias, Euskal Herria y en los Andes. La última viene de los labios de la Secretaria General de Santa Cruz de Tenerife, Patricia Hernández, la cual no quiere apoyar la iniciativa del grupo municipal de Coalición Canaria en el Ayuntamiento de la capital tinerfeña, de rendir un homenaje al líder del MPAIAC Antonio Cubillo, fallecido el pasado mes de diciembre.

Patricia sustenta la negativa en dos ejes: uno se refiere a‘“las luces y las sombras’ que han rodeado la vida de Antonio. El segundo se basa en que cualquier tipo de terrorismo es inaceptable. La socialista no está sola.

La siguiente en disparar fue Lucía Jimémez, Presidenta de Acavite (Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo) la cual dijo «es una indecencia, una falta de rigor histórico y un despropósito que un ayuntamiento como el de Santa Cruz homenajee a un terrorista como Cubillo». A la par, y casi de su mano se pronunció el secretario provincial de Confederación Española de Policía (CEP) , José Luis Gallardo, el cual apostilló que «es un acto claro de enaltecimiento al terrorismo así como una ofensa para las víctimas canarias».

Es curioso, pero cada vez que un socialista saca pecho de demócrata esgrimiendo como bandera a las víctimas, suele ser respaldado por un policía, como en los tiempos de Rodríguez Galindo, y ha llovido mucho desde entonces. Si hacemos una consulta en cualquier servidor de noticias jurídicas, o en alguna hemeroteca no encontraremos ninguna sentencia que condene al líder del MPAIAC. Sin embargo, lo que si hallaremos es una dictada por la Audiencia Nacional, que le reconoce como víctima de Terrorismo de Estado. El trío de indignados parece desconocer este dato. Existen más que resultan ser significativos. El más relevante tiene como protagonista a uno de los autores del atentado que casi acabó con la vida del político canario, José Luis Espinosa, el cual trabajaba codo a codo con el Comisario de Policía Roberto Conesa (también condenado por la AN). Espinosa siempre dijo que el PSOE estuvo informado, a través de Alfonso Guerra, de la trama urdida en las dependencias del Ministerio del Interior español y que tenía como fin que el canario no llegara declarar al Comité de Descolonización de Naciones Unidas. El ‘sicario’ del Comisario Conesa también ha defendido que Felipe González estaba enterado del asunto. Es una hipótesis a seguir rodeada de muchas incógnitas, como la X del GAL.

Obviamente no voy a pedir a Patricia Hernández, Lucía Jiménez y José Luis Gallardo que «condenen« al Estado español. Tampoco les reclamaré que se retracten de su desconocimiento, no me parece oportuno hablar de ignorancia, manipulación o mala fe. Supongo que el guion de sus discursos está escrito en un lugar por determinar de sus conciencias. Tampoco voy a exigir al miembro del CEP que repruebe las distintas gestiones efectuadas en su día por Julián Sancristobal, Francisco Alvarez, Rafael Vera o el conjunto de coros y danzas de Intxaurrondo. No me parece elegante.

Aún recuerdo la última vez que estuve paseando con Cubillo en la playa de las Teresitas, en el otoño del 2003, a los pocos días de publicarse la sentencia de la Audiencia Nacional que reconocía que su intento de asesinato se fraguó por hombres adscritos al Ministerio del Interior. Estaba contento, exultante, a su vez tenía una sonrisa amarga. Muchas cosas no habían salido a la luz, quedaban cabos sin atar y lagunas que hacían que su caso no estuviera totalmente cerrado. Martín Villa, una vez más, había salido de rositas y la investigación se podía haber realizado de una forma más eficiente. Del paseo me quedo con un detalle. Mucha gente se paraba a su encuentro, le hablaban con cariño, con respeto y admiración, como deseando un gesto y una sonrisa de la voz de Radio Canarias Libre. La gente con la que hablaba eran personas humildes y sencillas, con un profundo y marcado acento canario. Lo adoraban. Ese homenaje es el más que le gustaba a Antonio, me lo decía su mirada.

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