Iulen Lizaso Aldalur

Culto a la ciencia como miseria espiritual…

…es lo que caracterizó a todas las humanidades en su último ciclo de vida a su paso por el Planeta

Hoy, que la humanidad toda vivimos una situación de gran incertidumbre y pánico creciente, es más apremiante que nunca crear redes de ayuda mutua, ya que somos los grandes damnificados por este acoso de las élites mundiales en sus intentos de «penetración» hasta en lo más íntimo y sagrado de nuestra esencia de Vida, como es el ADN de nuestra composición orgánica y la Salud y la Libertad como elementos sagrados de nuestra herencia Vital.

Redes de apoyo, a modo de micelio en un bosque amenazado, que sigiloso bajo un mantillo de biodiversidad cultural, debe ir tejiéndose para enlazarnos y generar sinergias que vibren al compás y a la par dentro de la misma sintonía, sin distinción de color, clase, raza, lengua, origen, especie y reinos de la naturaleza, en lo que la podíamos llamar: «Alianzas en el Micelio Universal».

Partiendo de que toda la humanidad, somos en alguna medida, responsables de esta crisis civilizatoria y existencial derivada de la destrucción del mantillo de valores que nutrían el micelio, ante cualquier acción-reclamación individual o colectiva, sería sanador para nuestra conciencia, repasarla, para evitar juzgar en crudo a nuestros «verdugos», cuando quizás en nuestra envergadura dentro de otra escala de poder… somos su espejo de dominio ante otras criaturas.

Hay sobrados indicadores para decir que vuelven. Indicios de sobra, para saber que lo que se traen entre manos desde el primer día, nada tiene que ver con nuestro progreso, superviviencia ni asegurar la salud ni la existencia. No debemos desfallecer ni pasar nuestro tiempo ni gastar las energías en la queja, la crítica y la confrontación. Aunque esto suene a poesía, debemos ser mas inteligentes y prácticos a la hora de funcionar de manera diferente a como programan y lo hicimos en el primer confinamiento, al tragarnos todas las noticias inmunodepresoras, con la cual consiguieron que nos penetrara el miedo hasta tejidos proximos al alma… siendo ese pánico el principal elemento coadyuvante causante de muerte en la primera remesa de confinados.

Si la ley de la Causalidad, ha funcionado con cierto despiste; hoy despierta, ya se aplica como efecto bumerán. En este período de meses de tregua entre confinamientos, se han dado hechos importantes, que nos dicen que no estamos solos, y se dan motivos para el optimismo, a pesar de que la segunda embestida e invasión pudiera estar cerca. En estos meses de «avituallamiento», según como lo vaya entendiendo y aprovechando cada cual, bien pudiera haber servido para repetir errores y en consecuencia dolor, en cuyo caso seriamos “pasto” para la Oscuridad, o bien corregir en aras de la autosuficiencia médica y emocional.... y pasar a ser un contribuidor universal del Mizelio de la Luz.

El que fuera administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) James Gustave Speht, ya a finales del siglo pasado anunciaba que: «Las mayores amenazas en el próximo siglo no van a venir de las armas, sino de la sanidad y el medio ambiente».
Pienso que descuidó los matices, al referirse implícitamente a las armas convencionales como elementos de guerra y cambio climático (calentamiento global), como factor multiplicador de fenómenos climatológicos adversos que se dan en: sequías, inundaciones, tsunamis, pérdida de biodiversidad con la desaparición de especies y déficit alimentario que conlleva, etc.

Hoy se reafirma en lo dicho hace un cuarto de siglo, pero matiza al reconocer: «Pensé que treinta años de buena ciencia podrían abordar estos problemas… estaba equivocado, por solo pensar que los principales problemas ambientales eran la pérdida de biodiversidad, el colapso del ecosistema y el cambio climático. Hoy los principales problemas ambientales son el egoísmo, la codicia y la apatía, y para hacer frente a estos retos, necesitamos una transformación cultural y espiritual. Y nosotros los científicos no sabemos como hacer eso».  

Codicia, egoísmo y apatía… podía ser como: mundo, demonio y carne que nos habló Jesús de Nazaret para aquel y todos los tiempos.

La apatía y/o desidia, es el principal arma-bumerán que hoy está utilizando la gran mayoría de la humanidad contra si misma. En la orilla de humanidad 1%, tienen a los medios de comunicación como arma y la mentira como munición.

Aunque parece que todo está en contra de los de la orilla 99%, confío en que vivimos la década, en que la verdad se irá alumbrando sobre ambas orillas, haciendo salir la mentira escondida hasta debajo de las piedras, pues como dijo el Maestro de maestros: «Tan solo cabe esperar al momento solar debido»… el de la Justicia del Sol, ya que Dios, –al que reclaman los impacientes que no saben más que pedir y reniegan los «resfriados» y progres– nunca abandona a Su humanidad… tan solo espera que llegue La Hora del Planeta

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