Bittor Martínez

Derecho a decidir, nuevo marco de relaciones, independencia…

Seguimos a vueltas y mareando la perdiz con «el derecho a decidir», la «actualización del autogobierno», la «independencia de Euskadi», el «acuerdo de bilateralidad Euskadi-Madrid», la ponencia de autogobierno en el Parlamento que se cierra por fin de la legislatura, otra ponencia con el mismo objetivo que se anuncia para esta recién iniciada legislatura… de tal manera que el vértigo pueda aparecer en cualquier momento y nos prive a una parte importante de la sociedad vasca a fijar la vista en situaciones concretas en cuanto al sentido identitario del país de pertenencia, debido a la confusión… o al aburrimiento.

Por parte de la reiterativa conformación del nuevo Gobierno entre PNV y PSE-PSOE, ya hemos visto lo que da sí, por parte de uno y de otro: dejar pasar el tiempo sin que nada se mueva.

Por parte de EH Bildu, se plantea una vía a la catalana, aunque las diferencias entre la dinámica catalana y el posicionamiento actual de Euskadi es muy diferente.

En primer lugar, Cataluña y Euskadi son dos países muy diversos en su historia, cultura, modelo político y social… y el motivo que especialmente nos une en el destino es que son dos naciones subordinadas por la fuerza al Estado español.

Pero eso no es suficiente para que los procesos de acceso a un libre destino sean similares. En el proceso que se está llevando a cabo en Cataluña para acceder a su independencia respecto al Estado español, no olvidemos que fue la sociedad organizada la que tomó la iniciativa, anteponiéndose a los partidos políticos. Posiblemente espoleada por las aberraciones infringidas por el Gobierno español, colmadas, primero por «el cepillado» del Estatut en el Congreso de los Diputados en 2006 y después por la decisión del Tribunal Constitucional en 2010, tras cuatro años de parálisis, para mutilar el propio Estatut aprobado en referéndum por el máximo órgano de Cataluña como es el pueblo catalán. Esta última acción corresponde, quizá, al mayor esperpento democrático. Y a tener en cuenta que el proceso en marcha, el President Artur Mas, se subió al tren reivindicativo independentista antes de que este le arroyara.

Las diferencias con Euskadi, como se ha dicho, son notables. En primer lugar y en esto sí existe similitud, Euskadi hoy es una comunidad autónoma integrada en el Estado español y compuesta por tres herrialdes, como son Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Pero Nafarroa es otra comunidad autónoma uniterritorial, también integrada en el Estado, pero con diferencias políticas y administrativas, lo cual representa una complejidad mayor. Y otra parte de Euskal Herria, está formada por otros tres herrialdes: Benafarroa, Lapurdi y Zuberoa, pertenecientes a otro Estado europeo. Luego existe otra dificultad a tener en cuenta para percibir una hipotética unificación territorial, que exige una estrategia concreta de impulso progresivo de cohesión, por medio de una intensificación de actividades colaborativas culturales, económicas y sociales, que pongan en valor las ventajas conjuntas de un enfoque de eurorregión.

En segundo lugar, la sociedad vasca, al parecer, ya que no es posible medir la realidad, está lejana hoy en día, de representar una mayoría independentista con la fuerza suficiente para asumir el protagonismo político. Además, las formaciones políticas vascas, difieren en gran medida sobre el fondo y la forma de la finalidad que se persigue, aunque progresivamente se desinflan los partidos españolistas. También subyace aún, el efecto de la lucha armada, existente hasta hace poco tiempo y que tampoco ha ayudado a asentar el protagonismo social en una estrategia política.

Con el panorama anteriormente descrito, también cabe pensar, que además de las estrategias a desarrollar en el ámbito interno, sea conveniente para todos, la colaboración en la medida de la posibilidad, para inducir cambios políticos en el Estado español en los próximos años, que permitan un posible acomodo a las demás naciones estatales, con un encaje amable y solidario derivado de un legítimo ejercicio de autodeterminación de cada nación.

Una nueva estructura de encaje en la diversidad de un Estado diferente al actual, pudiera recoger con mayor comodidad las aspiraciones propias de las naciones reconocidas, planteándose la hipótesis de transformación del Estado de las Autonomías, que por cierto, fue una opción para contentar a todos sin que nadie lo reivindicara.

A grandes rasgos, haciendo un ejercicio de imaginación se podría visualizar la conformación de un Estado plurinacional, en el que tendrían cabida las naciones que así lo estimaran previo referéndum y acordando de forma soberana por cada parte, los términos y condiciones políticas y jurídicas, que de forma soberana por cada parte, fueran pactadas.

De tal manera, pudiera darse la hipótesis de un Estado formado por Cataluña, España, Euskadi y Galicia, incluso con Andalucía si así lo consideraran los andaluces.

Y con una perspectiva aun más avanzada ¿por qué no visualizar un futuro Estado Confederal Ibérico con la integración de Portugal? Ni la historia, ni el futuro, pueden poner puertas a los cambios evolutivos, pues son las sociedades las que libre y soberanamente establecen los destinos de los pueblos.

Antes, es incuestionable proyectar y construir el asentamiento de una base estable, que cimente la construcción de una estrategia, no sin antes, fijar los objetivos. No se trata de lanzarse a la aventura, sin saber a dónde y a ver que nos depara.

Es necesaria la reflexión seria, en la que se conjuguen las razones y las emociones. Las razones son producto del análisis pragmático del dilema, objetivos posibles, posibilidades reales de alcanzarlos y aplicación de métodos y procesos. Las emociones corresponden a las reacciones psíquicas y físicas que surgen del interior ante añoranzas o estímulos de las personas, que en muchos casos generan una cierta irracionalidad.

Como conclusión, la sociedad de forma organizada y estructurada, debería encauzar, en primer lugar, la situación endógena del pueblo vasco y proyectar su estructuración interna. Por ejemplo, ¿la Euskadi bizkaitarra del PNV como eje nacional? ¿Nafarroa como madre de Hegoalde? ¿La relación Iparralde–Hegoalde? ¿Euskadi o Euskal Herria? Quedan muchas preguntas con respuestas confusas, pues simplemente, a lo que hace unos pocos años denominábamos Euskadi –recordemos la vieja aspiración de ¡Nafarroa, Euskadi da!– hoy son dos comunidades autónomas, o el anhelo de Euskal Herria como nación…

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