Bego Oleaga Erdoiza y Marta Aldanondo
Salhaketa Araba

Deshumanizar la pobreza

Si eres una persona sensible, socialmente crítica, que cuestiona y contrasta los discursos de los grandes medios de comunicación, empática con las poblaciones más vulnerables, convencida de que para caminar hacia una convivencia social es imprescindible pensar en una sociedad más igualitaria y digna para todas las personas..., la lectura del artículo "La conflictividad crece en las cárceles vascas por el aumento de reclusos y su peligrosidad" (Luis López. "El Correo". 24-03-24), te indignará y te reafirmará en tus convicciones político-sociales y éticas e intentarás entender por qué las cárceles se llenan fundamentalmente de pequeños delitos.

Si, por el contrario, eres presa de la pasividad, del individualismo, si vives situaciones de precariedad culpando de ello a quienes son aún más pobres que tú, si los manipulados discursos del miedo que se divulgan desde los grandes medios de comunicación te dominan impidiéndote discernir o diferenciar el polvo de la paja... la lectura del artículo arriba mencionado pueden dañar gravemente tu humanidad y tu salud mental.

Porque el artículo que comentamos es, además de tendencioso, un «cajón de sastre» en el que cabe de todo: medias verdades, racismo, clasismo, miedos, prejuicios, etc., en el que se describen a personas con «adiciones o trastornos de conducta» que «agreden a funcionarios», que crean incidentes y dificultan la convivencia en las cárceles vascas.

Dos páginas sin enmarcar la información en un mínimo contexto imprescindible para comprender la subjetiva realidad que Luis López describe.

Ninguna mención al continuo expolio y apropiación de recursos y mano de obra que los países enriquecidos ejercen con violencia sobre el Sur Global y a sus consecuencias: guerras, empobrecimiento, hambrunas, etc. por las que las personas deben huir en busca de un futuro y una vez llegadas a Europa se encuentran con los CIEs, la Ley de Extranjería y fronteras militarizadas que les prohíben la vida y les colocan en el punto de mira de las policías de turno.

Ninguna referencia al aumento de la pobreza, la marginación y exclusión sociales que en lugar de ser considerados como problemas estructurales y sociales en esta sociedad escandalosamente desigual, son etiquetados, perseguidos y tratados como delitos.

Nada que recuerde a las cuatro muertes de presos en las cárceles vascas durante el año 2023 y comienzo de 2024. ¿Por qué no hacer visible la presencia de la enfermedad mental en las cárceles y la falta de profesionales imprescindibles? «Prisión y salud mental son antagónicos», (Chema López, responsable de salud laboral de CCOO en Prisiones). Lo que no se nombra no existe.

Queremos aprovechar también este artículo de opinión, para lanzar un breve apunte sobre otro texto aparecido al día siguiente en el mismo medio, en el que parece cuestionarse la posibilidad que ha empezado a ofrecer la prisión de Zaballa, de cumplir a parejas de personas presas en una celda compartida. Damos la bienvenida a esta iniciativa y lo que solicitamos a las instituciones es que se amplíe su implantación, que no se limite a un experimento, que no se aplique con cicatería, sino atendiendo a las circunstancias personales y sociales de las personas, con plena aplicación del principio de «individualización científica».

No podemos dejar de recordar que la legislación prevé que una persona condenada pueda disfrutar de todos los derechos, salvo los que estén expresamente limitados por la sentencia condenatoria. Si pretendemos que cuando alguien salga de prisión tenga posibilidades de llevar una vida digna «en la calle», debemos apostar por seguir reduciendo la pena de cárcel hasta su práctica eliminación, buscar soluciones, aplicaciones, que mitiguen el daño que el encarcelamiento provoca, tanto mayor cuanto más prolongado es el encierro.

En septiembre de 2011 se abrió la macrocárcel de Zaballa en Álava. Simultáneamente, debía ponerse en marcha un Centro de Inserción Social (CIS) para, en régimen abierto, poner en marcha procesos de formación sociolaboral que posibilitarían la tan cacareada reinserción social de las personas presas. De momento más cárcel, más punitivismo, más aislamiento social. Del CIS, blablablá. ¿Qué futuro espera a las personas presas una vez cumplida la condena?

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