Isidoro Berdié Bueno
Profesor en Ciencias de la Educación, Doctor en Historia y Doctor en Filología Inglesa

Don Pío Baroja. Tesis doctoral

En el siglo XXI han caído los dos grandes mitos del siglo XIX Freud y Marx. El primero nunca curó a nadie, y él mismo tenía grandes complejos, pero sus seguidores a cuenta del psicoanálisis se hicieron de oro. El otro mito caído Marx, desde la caída del muro es un cadáver cultural. Aunque el capitalismo también tiene sus demonios: las multinacionales, su último engendro, estas lo devorarán.

Al final de su vida el filósofo Sócrates recordó que debía un gallo al dios Esculapio (Asclepios, en griego). Así mismo, en las postrimerías de mi vida, recuerdo que le debo este artículo a mis amigos euskaldunes el legegizona Patxi Zabaleta y el doctor Iñaki Antigüedad.

Ya en el bachiller, me impactaron grandemente las obras de Baroja y su recia e indiscutible personalidad de auténtico vasco. El joven filósofo Ortega y Gasset dijo de el: «Si una metralleta tuviese opinión se parecería mucho a los personajes de Baroja». Opino lo mismo. Las metáforas e imágenes que nos describen el campo o el panorama, también están impregnadas de violencia y de metralla, así, en la pág. 478 de Aurora Roja leemos: «amapolas, como manchas de sangre caída (...) se destacaban con violencia las rosas rojas (...) lirios color venenoso». En pág. 484. «horizonte confuso (...) la noche arrojaba puñados de ceniza (...) el cielo tomaba un color siniestro, gris , sucio, surcado por algunas estrías rojas; la llama oscilante de los faroles se estremecía en el aire polvoriento».

Tío del antropólogo Julio Caro Baroja, y del director de cine Pio Caro Baroja, fue un escritor de la llamada Generación del 98. Se doctoró en medicina por la Universidad de Madrid, con una Tesis sobre el dolor. Sus coetáneos lo describen: todas las mañanas anda por las calles de Madrid, en invierno con un buen abrigo de piel de camello, bufanda y su txapela, por tal detalle los escritores de su tiempo le apodaban «el Boinón», de la misma manera, por analogía también, cada vez que leo o alguien menciona «boinón» mi mente vuela al abertzale Tasio Erkizia, de quien en términos quevedianos podríamos decir: «Erase un hombre a una txapela pegado...». Como escritor, sus colegas lo tachan de raro y heterodoxo, pero reconocen en él el carácter vasco, el interés que despiertan sus obras entre la gente, y literariamente, la obra de Baroja tiene más personajes que la Divina Comedia de Dante Alighieri, principios del siglo XIV.

En lo esencial coincidimos todos, pero hay aspectos que algunos le critican y que aparentemente no dicen nada a su favor. Pero, es solo aparente, como diría Platón vivimos en un mundo sensible, un mundo de sombras y apariencias. Por mi parte dos cosas de metodología, en su favor, que decimos en Historia, primero que ningún gran hombre se adelanta a su tiempo, que nadie se libra de impregnarse un tanto en la atmósfera de su tiempo, y que hay que analizar una persona, no con la mentalidad del momento, sino de la época en que el personaje vivió.

En el año 2000, hablé seriamente con mi buen amigo el doctor Iñaki Antigüedad y le manifesté mi deseo de hacer mi tercer doctorado por la Universidad del Pais Vasco, que deseaba hacerlo sobre el escritor Pío Baroja, y que quería que el fuese mi director de tesis, a lo que asintió con mucho gusto. El doctor Iñaki representaba en su cátedra y en la aureola de su proyección científica el oasis del debate abierto, la fortaleza que protege la libertad de cátedra, y la cancha de la confrontación de ideas. Y comenzamos a trabajar duro en el tema, más de un tercio de la tesis estaba ya hecha, cuando mi salud comenzó a darme serios problemas, por lo que la tesis fue pospuesta.

Al igual que el bíblico Moisés, había llegado hasta la Tierra Prometida, pero ni aquel ni yo pudimos entrar. Él, por un pecado de duda del poder de Dios, yo por otro pecado que según Platón pude haber cometido en la otra vida, en el mundo de las Ideas, en el cosmos noetós. No pude terminar la tesis pero habíamos trabajado el doctor Iñaki y yo mucho y bien, y ahora es momento algo tarde pero lo vamos a demostrar.

De entrada, en nuestra Tesis Doctoral, nos propusimos la utilización de conceptos y juicios de valor, que nos diferenciaran de las otras maneras de trabajar seguidas por otros investigadores, de los que R. Tagore dice: «Cuando el dedo del sabio apunta a la luna, el necio mira el dedo», así han hecho muchos con Baroja. El doctor Antigüedad y este doctorando comenzamos utilizando la herramienta de la hermenéutica, y la estructura lógico filosófica partiendo del mito y el «logos» o razón, sin diosificar a ninguna de las dos. La palabra «diosificar» no está en el vocabulario anarquista, ni de la izquierda abertzale.

Mito es todo. Estamos impregnados de mitos, y estos son autenticas mentirijillas, en la obra "Aurora Roja" de Baroja, la democracia, la verdad, etc consensuadas por todos se convierten en «verdad», pero no es así, es lo que en el siglo XXI denominamos «políticamente» correcto. No hemos salido del mito, estamos en el mito, seguimos en el (Gorgias de Leontini, filósofo sofista del periodo antropológico de la filosofía griega, siglo IV a.C.).

Baroja en su vena filoanarquista, expresada en la obra citada, ve la política como método de modelación social, llevada a cabo por los «burgantes» (terminología barojiana para definir a burgueses tunantes), ayudada por la Administración y la Burocracia (desde dentro se sabe cómo se hace y desde fuera se sufre). El citado escritor vasco, en toda su obra, habla de los que sufren la historia, los desheredados, irónicamente el llamado «pueblo soberano», en el que el hambre les hace estragos y llegan a robar hasta en el cementerio a los muertos para poder comer (Aurora roja, pág. 542). El pueblo es el que da la cara, los de arriba nunca se enfrentan entre ellos, es la carne de cañón, pero lo engañan con la Ideología. La teoría siempre es abierta el sistema siempre es cerrado (Max Benser). Ideologías como el socialismo (marxismo) siempre son cerradas.

Churchill decía que la democracia era un mal sistema de gobierno, pero que los demás eran peores; Baroja también es algo cruel con los demócratas a los que llama «absolutistas» (dictadores) del número. Los filósofos griegos decían al respecto, aunque mil personas digan que dos y dos son cinco y solo una diga cuatro, esa es la que tiene razón, esa es la que está en la verdad, por eso dichos filósofos tampoco eran demócratas.

En el siglo XXI han caído los dos grandes mitos del siglo XIX Freud y Marx. El primero nunca curó a nadie, y él mismo tenía grandes complejos, pero sus seguidores a cuenta del psicoanálisis se hicieron de oro. El otro mito caído Marx, desde la caída del muro es un cadáver cultural. Aunque el capitalismo también tiene sus demonios: las multinacionales, su último engendro, estas lo devorarán.

La gente creyó, eludo escribir «entendió», en el marxismo como los primeros cristianos en el Evangelio, era la religión de los pobres que aspiraban a un paraíso, y lo que se encontró un infierno nuevo que se preparaba para ellos, el estado totalitario. Baroja cuando en su obra habla de los socialistas, a los que el denomina «socialeros», dice que siempre están hablando de dinero, que aspiran no a cambiar la sociedad sino a subir ellos arriba, ocupar el puesto de los otros. En cambio se muestra proclive con los anarquistas porque esos hablan de la infancia, de la prostitución, etc.

La obra de Baroja, pese a ser literatura, ayuda mucho como fuente documental para hacer la historia social de la sociedad de su tiempo. Así pues, el local taberna La Aurora Roja, pp. 499 y ss. donde se reúnen toda clase de anarquistas menestrales y braceros, como el Sr. Canuto, el Libertario, el inglés, Manuel, Juan, el Jorobado, el Estudiante, etc sirve como pretexto para describir la desorientación que tienen sobre el concepto y significado de la anarquía, cada uno la ve a su manera y no hay aquiescencia común. Manuel quiere la anarquía si viene pronto, que le de a cada uno su casita, un huertecillo y tres o cuatro horas de trabajo. Para el Libertario, hombre autodidacta e ilustrado, lo principal del anarquismo era la protesta del individuo contra el Estado, la cuestión económica no le importaba, a diferencia de los «socialeros», que siempre la tienen en la boca. Había que librarse del yugo de la autoridad, las ideas del bien y del mal tenían que transformarse por completo y con ellas la del deber y la de la virtud. En pág. 503, se lee que en el local de la Aurora Roja se habla bajo por temor a la policía.

Como nos estamos alargando, resumiremos. Poniendo el dedo en la llaga, vamos a analizar su postura anticarlista y antinacionalista, que es lo que mas se le censura, y qué seria ahora Baroja en el siglo XXI, porque como decía Popper, todas las teorías son siempre provisionales. Los problemas, la realidad, una circunstancia histórica concreta van cambiando a lo largo del tiempo y no hay sistema ni teoría que pueda predecir los cambios que puedan acontecer.

Baroja, a mi modo de ver un filo anarquista heterodoxo, como lo es este doctorando, recriminaba a los dos colectivos citados: carlistas y nacionalistas su falta de proyección cosmopolita, y que esos complejos se solucionaban viajando; quizá en el pasado fue así, pero hoy no. No hay en el mundo otro colectivo social mas viajero y cosmopolita que un vasco, los hallas en cualquier lugar del mundo, en todos proyectos internacionales científicos, y retos deportivos, como escalar el Everest. Hoy Pio Baroja se implicaría gustoso en el trabajo y proyecto de la izquierda abertzale.

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