Isidoro Berdié Bueno
Profesor en Ciencias de la Educación, Doctor en Historia y Doctor en Filología Inglesa

Ejército de leva industrial (Marx). Segunda parte. La desamortizacion, siglo XIX: un conejo de la chistera

La Desamortización también hizo que surgieran románticos libertarios como el sacerdote vasco «cura Santa Cruz», que se echó al monte con una bandera negra en una mano y en la otra un ejemplar de la Biblia y los Fueros.

La primera gran leva industrial en España, en términos marxistas, se produce con el ministro liberal Mendizábal (1836), que se había educado en el sistema político en Londres y traía ideas, según él novedosas, (que luego resultaría ser un conejo de la chistera, jaja) que favorecerían el desarrollo económico del país. La gran idea, su conejo de la chistera, consistía en la Desamortización de tierras de la Iglesia, amén de edificios, y tierras llamadas comunales; pero las tierras de la Nobleza no se atrevieron a desamortizar. A veces el poder no aplica ni acata la Ley, pero eso es tan solo aparente, nadie piense mal, es porque aplica otra ley, la del «embudo», que también es otro tipo de ley, ¿o no? La izquierda abertzale dice que no, como en el siglo XIX lo dijeron los carlistas, pese a saber ambos que la disidencia está penada con un psiquiátrico soviético, pues el totalitario no admite la disidencia, eso nunca. En caso afirmativo, «my dear», no serían totalitarios, y lo son. Tanto la izquierda como la derecha, esta última es mas honesta, va a cara descubierta, mientras que la izquierda lo es menos, pues se maquilla sus arrugas y oculta sus vergüenzas y sus pecas. Gürtel (Madrid) y EREs (Andalucía). A ver si de tanto repetirlo se les cae la cara de vergüenza a estos ladrones, que en China los hubiesen fusilado.

Las tierras y edificios que el Estado robó a la Iglesia pasaron a manos del citado ladrón, quien se capitalizó sacándolas a la venta. Los campesinos no tenían capital para comprarlas por lo que fueron adquiridas por terratenientes, especuladores y por la burguesía urbana, que ningún vínculo le unía con el campo, salvo ese la especulación. Masas ingentes de campesinos y de sus familias, de toda España, se quedaron en la calle, sin el medio de subsistencia qué habían tenido durante generaciones, pagándole a la Iglesia un mísero alquiler. Contra esta felonía, hubo resistencia armada por parte de los carlistas en toda España, de hecho en la primera Guerra Carlista estuvieron a punto de tomar Madrid. Pero quiero centrarme en la respuesta popular, los curas vascos y sus trabucaires (en catalán persona que porta un trabuco), destacando al clérigo montaraz y escurridizo guerrillero «Cura Santa Cruz» (Manuel Ignacio Santa Cruz Loidi), párroco de Hernialde (Gipuzkoa), con cualidades militares natas, un hombre hecho a la libertad de los parajes naturales, mandaba una partida de paisanos armados, y encabezados por una flamante bandera negra (el color de la anarquía), flanqueada por su «guardia negra», y comienza por su cuenta, en 1872, su guerra particular a los liberales al grito de «Yo hago mi guerra a los liberales», no reconoce ni obedece la autoridad de Carlos VII, Pretendiente carlista a Rey, ni del Ejército regular carlista,ni ninguna otra. La editorial Txalaparta ha editado últimamente un libro sobre este citado guerrillero, en que añade a lo expuesto qué dictada orden de captura por parte de los carlistas amen de los liberales, para fusilarlo, Santa Cruz buscó refugio en Iparralde, pero hay algo que quiero dejar en el aire, y es al igual que vimos en el artículo de Pio Baroja, falta un buen estudio del alma ácrata y libertaria de este personaje, así como en Euskal Herria. ¿Tendré qué hacerlo yo? Euskaldun berria naiz.

Miles de familias expulsadas del campo se dirigen a las ciudades y ocupan la periferia, suburbios y viviendas insalubres. No tardará en aparecer la miseria y la delincuencia entre esta «carne de cañón» o «ejército de leva industrial» para la industria, minas y los grandes talleres, donde trabajan niños, mujeres y hasta ancianos, a estos y no a los podemitas se dirige Marx y otros predicadores mesiánicos. En esa yesca seca prendió el fuego de la purificación de esas infaustas condiciones de vida, en las que el alcoholismo, la prostitución, hacinamiento, que conllevaba la promiscuidad y el incesto familiar, alta tasa de mortalidad, salarios míseros, etc. se dan la mano. La Desamortización hizo que gentes qué venían del campo, de misa diaria y confesión, pasasen a abrazar otras religiones qué se llamaban socialismo, comunismo y anarquismo, que eran ateas, distopías qué más de medio mundo, durante la segunda mitad del siglo XIX y todo el siglo XX, ha venerado y mantenido.

Pero, para los que nos consideramos humanistas, la Desamortización también hizo que surgieran románticos libertarios como el sacerdote vasco «cura Santa Cruz», del que ya escribió Valle Inclán, también Pio Baroja, etc y ahora lo hacemos nosotros, y que se echó al monte con una bandera negra en una mano y en la otra un ejemplar de la Biblia y los Fueros, estructuras jurídicas de organización política y símbolos máximos qué recoge el derecho consuetudinario y esencias de la cultura de su tierra vasca. Y la religión que establecía la relación de las estructuras familiares de orden, jerarquía y ética, y la también relación con los correligionarios de los otros herrialdes. Imposible reconciliarse con sus perseguidores, y para seguir manteniendo sus principios se exilió como misionero a Colombia, donde falleció. Sus principios quedaron incólumes, nunca los traicionó. Al robar el Estado a la Iglesia y empobrecerla le quitaron los medios que tenía de mantener y proteger a un importante número de población rural, que tuvo que emigrar. El cura Santa Cruz no pudo vivir aquí, cual sucede a algunos hogaño, porque el problema sigue vivo, candente y sin aparente solución. La guerra continúa, a ver si un día se nos aclaran las meninges, sin tener que recurrir a las «termitas rojas», pues ciertas ideologías son como una visera que nos impide ver la solución del problema. A ver pues si un día se nos aclaran las meninges y aceptamos junto con el filósofo griego Heráclito, siglo V a.C. sobre la actual Constitución, que «nada permanece todo cambia». Y sin dejar de lado a este citado filósofo, en un acto de osadía intelectual libertaria y para ser debatido en GARA, en su teoría del «eterno retorno», ¿podrían ser los milicianos de Euskadi ta Askatasuna el equivalente al paisanaje que acompañaba al montaraz cura Santa Cruz en sus andanzas? Tras lo cual, paso a otro la palabra, y no precisamente a otro Mendizábal, qué nos vuelva a hacer la rata y a sacar otro conejo de la chistera.

P.S. Este artículo sin acritud y enunciativo, desde hace décadas que lo intento, y siempre es rechazado por la prensa (la callejera incluida) del Estado español/. Un «Eskerrik asko» para GARA/ y ¡apa! la libertad de expresión.

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