Jesús Valencia
Autor del libro “Boicot a Israel”

El apartheid no admite maquillajes

Una vez más, y como lo vienen haciendo desde hace 10 años, los internacionalistas vascos y muchos seguidores baskonistas, volverán a repudiar la presencia del Maccabi en Vitoria-Gasteiz.

El día 29 de este mes, el Maccabi de Tel Aviv volverá a Vitoria-Gasteiz; curiosa paradoja la de una Europa que utiliza concertinas para ahuyentar foráneos y que abre sus competiciones deportivas a un equipo que no pertenece a la Unión.

No es esta la única contradicción que arrastran consigo los macabeos. Estos, con la brillantez de su juego, intentarán maquillar la imagen de un país impregnado de apartheid. Muchos medios de comunicación locales silenciaron en anteriores visitas las pacíficas iniciativas de boicot promovidas por la solidaridad con Palestina. Las diferentes instituciones alavesas trataron con guante blanco a un equipo de baloncesto que legitima la ocupación. La Ertzaintza, siguiendo protocolos que le marcara el Mossad, confiscó cualquier símbolo palestino que portaba la afición baskonista. Una tendenciosa judicatura sancionó como enaltecimiento terrorista la exhibición de la bandera palestina, emblema reconocido por la Asamblea General de la ONU, la Unesco o el Comité Olímpico Internacional.

El día 29, como de costumbre, volverá a llenarse el pabellón deportivo. Los altibajos del marcador, la tensión del juego, la pasión del público, las luces deslumbrantes y la potente megafonía se encargarán de silenciar otras voces más distantes y apagadas. Mientras tanto, las maquinarias israelíes seguirán demoliendo escuelitas financiadas por la UE, como la del poblado beduino de Abu Nuwar. La conocida militante Kalida Jarrar seguirá encarcelada en la prisión de HaSaron por ser líder feminista y parlamentaria; sometida a prisión administrativa (aquí la conocemos como prisión preventiva) sin haber sido juzgada ni tener fecha de excarcelación. Laith Abu Naim, el adolescente de 16 años que soñaba con ser portero de futbol, ya no podrá alinearse con su equipo; tuvo la desdichada ocurrencia de arrojar una piedra al jeep de la patrulla militar y esta, tras una espectacular persecución, le descerrajó un tiro en la cabeza. La joven Faten Ahmed murió en Gaza a sus 26 años; se le declaró un tumor cerebral e Israel no le permitió que viajara a Jerusalén donde había sido tratada con anterioridad. Mientras tanto, el soldado israelí Elor Azaria sonríe cínicamente al saber que quedará libre el próximo mes de mayo; hace dos años mató de un disparo a bocajarro a Abdel Fatah al Sharif, el joven que había blandido un cuchillo y que estaba neutralizado; el tal Abdel era palestino.

Una vez más, y como lo vienen haciendo desde hace 10 años, los internacionalistas vascos y muchos seguidores baskonistas volverán a repudiar la presencia del Maccabi en Vitoria-Gasteiz. No tienen nada en contra de los jugadores ni son reventadores fanáticos del deporte de élite. Boicotean, y con toda razón, la utilización de una competición deportiva para legitimar a Israel y las barbaridades que comete a diario contra la población originaria. Como en anteriores ocasiones, los amigos de Palestina han pedido a la ciudadanía que se una a la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS); medida de presión al sionismo para que reconozca los derechos palestinos y finalice la ocupación: «Hagamos una lectura crítica –dice Gasteizko BDZ taldea– de la situación que se nos presenta ante la visita a Vitoria-Gasteiz de la delegación sionista».

Como suele ocurrir en estos casos, no faltarán voces destempladas que intenten deslegitimar el boicot: «iniciativa de grupos minoritarios, culturalmente flojos, con ribetes antisemitas que los llevan a mezclar deporte y política». Tópicos endebles que la propia realidad se encarga de desmentir. El Ayuntamiento de Nueva Orleans acaba de adherirse a la campaña; la prestigiosa Universidad Católica de Lovaina ha rescindido un proyecto de cooperación con Israel; Bojnar Moxnes, miembro del Parlamento noruego ha propuesto al BDS como candidato al Premio Nobel de la Paz: «muchos judíos progresistas y organizaciones judías lo apoyan»; Honda ha suspendido una competición de motos que tenía previsto celebrar en la ciudad israelí de Arad.

Mientras se ultiman los detalles para el encuentro de Gasteiz, el padre de Ahed Tamimi –una adolescente palestina represaliada– ha escrito una carta pública. La petición va dirigida a la cantante uruguaya Natalia Oreiro pero el eco de sus palabras resuena ya a lo largo del mundo: «Espero que usted también se alce por Ahed y los niños palestinos. Espero que, al menos, no hará nada para dañar nuestra lucha popular por la libertad, la justicia y la igualdad».

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