Iñaki Vigor
Periodista

El búnker

En el Régimen del 78 todas las ideas pueden ser defendidas, pero solo se pueden llevar a la práctica las de quienes tienen el respaldo de los poderes fácticos surgidos del franquismo.

En la década de 1970 y principios de los 80 se popularizó la palabra búnker. Se trata de una construcción de hierro y hormigón que se utiliza en las guerras para protegerse de los bombardeos, pero en aquellos años, cuando parecía que la dictadura franquista agonizaba, el búnker pasó a tener un significado político. El búnker era un movimiento de extrema derecha que quería seguir manteniendo el franquismo, que rechazaba la reforma del régimen surgido del golpe de Estado de 1936, y que estaba apoyado por militares, falangistas y parte de la jerarquía de la Iglesia católica. Luis Carrero Blanco y Blas Piñar (Fuerza Nueva) eran dos de las figuras más representativas del búnker.

El 20 de noviembre de 1975 murió Franco, y la dictadura fue sustituida por la monarquía que el propio dictador había designado para dejar todo «atado y bien atado». Tres años después ya estaba en marcha el llamado Régimen del 78, una democracia a la española que ha sido vendida en el mundo como «modelo de transición». El monarca fue el elegido por Franco; la cúpula militar siguió siendo franquista, al igual que la cúpula judicial, y los cuerpos policiales siguieron controlados e integrados mayoritariamente por agentes de ideología franquista, ya que no hubo depuración alguna.

El Régimen del 78 fue apuntalado en 1982 con la llegada al poder del PSOE, partido republicano que acató la monarquía designada por Franco y que nunca ha hecho nada por restaurar la república. En este Régimen tuvieron cabida los partidos independentistas. Mientras han sido minoritarios, han servido de argumento para decir que España es una democracia y que todas las ideas pueden ser defendidas. El problema ha surgido cuando los partidos independentistas catalanes se han convertido en mayoritarios y han querido llevar a la práctica su programa, refrendado además por la mayoría de los catalanes.

Los herederos ideológicos del franquismo ya no están en el Régimen del 78. Han dado un golpe de Estado que va a llenar las cárceles españolas de independentistas catalanes, como han venido haciendo con los independentistas vascos. El gran mérito de este nuevo búnker ha sido llevarse consigo al PSOE. Dentro de este partido se ha propuesto, incluso, recurrir al Ejército español si la policía enviada a Catalunya no es suficiente para acabar con el independentismo.

En el Régimen del 78 todas las ideas pueden ser defendidas, pero solo se pueden llevar a la práctica las de quienes tienen el respaldo de los poderes fácticos surgidos del franquismo. El búnker ha vuelto, si es que alguna vez se había ido. Y lo ha hecho para quedarse. Un país puede lograr la independencia si tiene mayor poder militar, si tiene mayor «poder» demográfico o si es reconocido por los demás países. Así que, hoy por hoy, Catalunya no puede independizarse de España. Los votos no son suficientes frente al búnker.

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