Juan de Gaztelu

El deporte y la política

En la recta final de los juegos olímpicos hemos podido constatar una vez más la relación estrecha entre deporte y política. Así, las grandes potencias se disputan el medallero en un alarde de superioridad frente a sus rivales políticos y geoestratégicos. Igualmente, unas naciones son vetadas en nombre de la salvaguarda de los derechos humanos, véase Rusia, mientras otras naciones claramente homicidas son aceptadas sin ninguna clase de reparos, como es el caso de Israel. Finalmente, la mayoría de las naciones-estado aprovechan esta coyuntura deportiva para, a través de un nacionalismo difuso y banal, afianzar los sentimientos nacionalistas de la población. Así, un cántico como el de «yo soy español, español, español» que hace décadas era propio de franquistas trasnochados envueltos en el traje de demócratas de toda la vida y amantes de Manolo Escobar y su famosa canción «que viva España», se ha ido extendiendo a masas importantes de la sociedad española y vasca sin mayores sobresaltos. Por contra, las naciones sin estado son ninguneadas y apartadas del tablero internacional y, sus deportistas obligados a competir bajo una bandera que no les representa.

Teniendo esto presente, a continuación voy a exponer un caso flagrante de utilización del deporte como arma política, ocurrido en tierras vascas esta semana. Me refiero al discurrir de la Vuelta Ciclista a Burgos por carreteras de Trebiñu. Este pequeño territorio de Araba, perteneciente administrativamente a Burgos, ha sido sempiternamente olvidado por Castilla y León. Así, sus vecinos y vecinas carecen de unos servicios públicos de calidad y se ven forzados a acudir a Gasteiz para cubrir sus más elementales necesidades (sanidad, educación, cuidados, infraestructuras, etc.). Este hecho viene provocando desde antaño un hastío en su población que desea su incorporación a la provincia de Araba. Muestra de ello fue la consulta celebrada en 1998 para un posible referéndum de integración en la provincia citada. A pesar de estas iniciativas, la Junta de Castilla y León se muestra inflexible. Es más, como muestra de su desprecio a la voluntad popular, mediante un deporte tan noble como el de la bicicleta, pretende afianzar sus dominios y dejar claro que este enclave está bajo su jurisdicción. En un pasado remoto Trebiñu fue conquistado y arrebatado al reino de Navarra por la fuerza de las armas, en contra del sentir de la villa; hoy, sin embargo, se emplean armas más sutiles para doblegar el sentir mayoritario de los conciudadanos de este enclave. No obstante, esta es una carrera que se lleva disputando largo tiempo, y una pequeña etapa no creo que vaya a cambiar el curso de los acontecimientos y hacer olvidar sentimientos enraizados en su población.

Así que, por encima de todo, que viva el noble arte del pedal, y mi más sincera enhorabuena al navarro Urko Berrade por su cuarto puesto.

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