Oskar Fernandez Garcia
Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación

El Estado español, EH-Bildu, el PNV y la inhabilitación

La larga y siniestra sombra de la Inquisición dibuja sobre el muro de la intolerancia el acrónimo que define al partido autonomista por antonomasia de vascongadas

El Estado español en un alarde de intolerancia, intransigencia, represión y presa de su tenebroso pasado intenta, inútil y neciamente, impedir que una nación camine por la lógica, humana y consecuente vereda de la independencia.

Esgrimir una peregrina y anodina argumentación, utilizar los medios de comunicación, doblegados, uncidos y postrados ante el poder, junto con todos sus indeseables medios materiales y humanos -pasando literalmente por encima de la legalidad, la jurisprudencia y aplastando deliberadamente la razón, la equidad y la ecuanimidad- para evitar, sea como sea, que Arnaldo Otegi pueda presentarse, como una persona libre que es, a las elecciones autonómicas de una parte del territorio de Euskal Herria, revela meridianamente la secular inercia y las atávicas ataduras que mantienen aún al Estado español aferrado a unos siglos de terror y espanto, que comenzaron mucho antes de la creación del Santo Oficio y se prolongaron después de su abolición.

Esa mentalidad medieval de reo irredento y culpable hasta la muerte, a pesar de haber cumplido la condena con creces, fue propia e inherente a la Inquisición. No bastaba, no era suficiente, el escarnio público mediante la obligación de vestir el sambenito -una prenda parecida a una túnica de dos partes, similar al escapulario que visten algunas ordenes religiosas y que llevaba cosido dos cruces rojas, una en la zona del pecho y la otra en la espalda–. Los sambenitos hacían público el delito y la pena impuesta a la persona que lo llevaba. Transcurrido el tiempo de la condena se colgaba en la Iglesia a la que pertenecía el penado que lo había portado, con su nombre y referencias familiares, para su vejación y humillación en vida y en la de sus descendientes.

Es decir, una vez que los tribunales de la Inquisición habían depositado su siniestra mirada y sus garras sobre una persona, ésta y su descendencia quedarían para siempre bajo el estigma del pecado, la sospecha de la posible comisión nuevamente del delito, la incredulidad en un total, sentido y absoluto arrepentimiento. En una palabra, una vez de haber sido reo de la Inquisición era imposible volver a ser un ciudadano libre, con todos sus derechos y ejerciendo cargos públicos.

Transcurridos largos siglos de aquella pesadilla medieval que asoló Europa, el tiempo ha seguido inexorablemente su curso, pero aquella mentalidad retrógrada, brutal, terrible y aterradora permanece enquistada e indisoluble en los arcanos intersticios cerebrales de cientos de miles y miles de personas.

Esa es la razón por la que el Estado carpetovetónico no puede perdonar a Arnaldo Otegi el esfuerzo, el trabajo encomiable y denodado a favor de la paz y la resolución pacífica, lógica y democrática del conflicto, donde dicho estado veía, en esa insostenible situación sociopolítica, una forma idónea para mantener su hegemonía aplastante y ocultar todas sus miserias, atrocidades y conculcaciones de los más elementales derechos humanos.

No existía ni la más mínima duda de que el Estado español iba a actuar tal y como lo ha hecho. Por supuesto, tampoco había ninguna duda sobre la reacción que iba a transmitir públicamente el PNV a través de su candidato a lehendakari. Éste -sin el más mínimo rubor, con la osadía, la desvergüenza y la falta absoluta de empatía que imprimen tantas décadas de gobierno absolutista sobre esta comunidad autónoma- declaraba, con falsa mesura y gestualidad acartonada, sobre la inhabilitación a Arnaldo Otegi que «Es un debate jurídico que tendrá su desarrollo, ¿Qué nos corresponde a nosotros? Nada»… «Es un proceso jurídico técnico consecuencia de una decisión adoptada por EH-Bildu»… «Cada grupo decide sus candidaturas y EH Bildu era consciente de sus circunstancias»
Con mayor rotundidad, claridad y menosprecio no se podría explayar el candidato de la formación jeltzale. ¿Qué les corresponde a ellos? «Nada» Eso es precisamente lo que han hecho en pro de este pueblo durante décadas anodinas y baldías «Nada».

La última frase es lapidaria «Cada grupo decide…» Por lo tanto, según las personas que dirigen la formación autonomista, como EH-Bildu sabía de antemano, a lo que se iba a exponer, no tendría porqué haber elegido al candidato por el que habían optado sus bases, legítimamente. Se tendría que haber postrado y sometido a los designios de la injusticia, la sinrazón y la opresión.

Según ese pensamiento enquistado y esa retrógrada mentalidad jamás el ser humano hubiese sido capaz de alcanzar las conquistas sociales logradas: la abolición de la esclavitud, el sufragio universal, la emancipación de la mujer del claustrofóbico ámbito doméstico, las jornadas de ocho horas y los descansos semanales, el derecho a la huelga, la sanidad universal, la educación gratuita, la libertad sindical…

Ejemplarizante y desolador el candidato de la formación jeltzale y el cuadro al completo de sus dirigentes.

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