Santiago Martínez
Responsable de Movimientos sociales de CCOO de Euskadi

El lenguaje de la mentira: exilios y democracia

El lenguaje de la mentira ha vuelto a pervertir la realidad. Hoy sabemos que las medidas que nos vendían como «duras pero necesarias» son la excusa del Gobierno para llevar a la práctica su forma de entender la sociedad, el trabajo y la economía. En realidad han sido siempre parte de su ideario político, tanto como su ascendencia ideológica con la ultraderecha española y la jerarquía eclesial conservadora. Esta forma de gobernar está teniendo consecuencias como los exilios de carácter económico, social y democrático.

Así, lo que desde el Gobierno llamaron «exportación de talento» ha ocultado la realidad de las personas jóvenes exiliadas por motivos económicos. Exiliadas y obligadas a irse de su entorno familiar y social para buscar empleo y poder llevar a la práctica todo lo que aprendieron en sus años de estudio de una forma digna, y con el sueldo suficiente para emprender un proyecto de emancipación que antes acotaban a su entorno más cercano y que hoy se expande a otros países. Es un exilio de carácter económico que en las últimas semanas se está llenando de razones a causa de medidas como la congelación del salario mínimo o la nueva vuelta de tuerca de la reforma laboral que pasa, entre otras medidas, por la ampliación a la contratación parcial de la modalidad de contratación de emprendedores/as con despido libre gratuito en el primer año.

Además es un exilio forzoso porque las personas que se buscan la vida tan lejos de su familia y de su gente lo hacen porque las políticas no son neutras y tienen consecuencias como estas, que descapitalizan nuestros pueblos y ciudades y ya de paso a los movimientos que, como el sindical, formamos parte de la resistencia organizada frente a estas políticas y sus consecuencias.

El segundo de los exilios, consecuencia de estas políticas, es el exilio de retorno o con sabor a fracaso, el protagonizado por aquellas conciudadanas nuestras que han tenido que regresar a sus países de origen o el de la o el vecino de al lado que se ha visto obligado a volver a casa de sus padres y madres porque han perdido su empleo y su vivienda, para al menos tener la protección de economías familiares sostenidas por pensiones de jubilación o viudedad cada vez más precarias.

El tercero de los exilios, el que será protagonizado por las mujeres que quieran abortar… si tienen medios para ello. O las que no quieran o no puedan pasar por la maraña de autorizaciones jurídicas y psicológicas de una ley que elude su derecho a decidir, que las desprotege y que pretende el control de su cuerpo y su futuro.

Si acaso el exilio más paradigmático de esta realidad es el exilio de nuestra democracia, aquel que ha trasladado la toma de decisiones, la voluntad popular, a instituciones ajenas, no democráticas y sujetas a los mercados y a su beneficio. Es un exilio donde el lenguaje de la mentira gana protagonismo y nos venden como recomendaciones lo que son directrices políticas de obligado cumplimiento para gobiernos cobardes como el nuestro que prefieren aliviar a los mercados que proteger a la ciudadanía.

Todos y cada uno de estos exilios son hoy más razones para seguir trabajando en la defensa de nuestros derechos, cada año, cada día y cada hora. Trabajar más, tejiendo redes para ser mejores y más eficaces.

En este año nuevo nos van a faltar personas, pero nos siguen sobrando motivos y razones para seguir combatiendo al neoliberalismo, a sus políticas y a los gobiernos que las ejecutan.

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