Jesus Valencia
Educador social

El pueblo vuelve a ser protagonista

No podemos quedarnos de brazos cruzados cuando la zarpa peluda de la represión quiere cebarse con trece de los nuestros; ellos miraron por todos y todos miramos por ellos. Una vez más -y ya nos vamos especializando en la materia- la iniciativa popular se ha activado

Ninguna mente cuerda habría imaginado este desenlace. Pero la cordura y España no parecen conciliarse demasiado bien. Nos ha tocado ser testigos y víctimas de una acometida inquisitorial que continua activa. Askatasuna y D3M son dos exponentes de esa furia intolerante. Ni una ni otra son acreedoras del trato injusto y criminalizante que se les da.

Hablo en presente porque el vendaval represivo que las arrastró sigue activo. Que nadie venga con las zarandajas de que aquellos comportamientos persecutorios son agua pasada. Infame fue el apresamiento de tantas personas honestas como infames son el encarcelamiento de ayer y el enjuiciamiento de hoy. ¿Qué hacen en la cárcel quienes fueron encerrados por ejercer derechos civiles, políticos y sociales? ¿Qué crimen han cometido quienes esperan con paciente impaciencia el juicio al que los quiere someter un estado que se excedió en sus atribuciones? ¿Cuál es el delito de estas trece compañeras y compañeros que dentro de unos días deberán sentarse en el banquillo de la Audiencia Nacional? Paradoja que enerva el espíritu e ilustra la mente. Mientras los sinvergüenzas campan a sus anchas, las gentes de bien son perseguidas y ultrajadas. ¿En qué país vivimos?

La honestidad de los trece encausados hace todavía más despreciable el comportamiento de los sacamantecas. Y la vileza de estos acrecienta la dignidad de los otros. Hago un elogio encendido de quienes han antepuesto los intereses colectivos a los propios; han dedicado su tiempo a promover conciencia; han defendido el ejercicio de derechos inalienables frente a un estado ciego que los niega y a una sociedad abotijada que lo consiente.

A quienes dicen que estamos en tiempos nuevos tampoco les falta razón. Los estados español y francés no se han movido un milímetro, pero la sociedad -y no solo la vasca- sí. Medio millar de personas acaba de reclamar al Gobierno de Madrid que abandone su inmovilismo obsesivo. Iniciativa encomiable que alienta brisas democráticas en Euskal Herria y en el propio Estado español. Buena noticia que merece aplauso y reconocimiento. En nuestra tierra, es el pueblo plural quien se pone de nuevo en pie de solidaridad. No podemos quedarnos de brazos cruzados cuando la zarpa peluda de la represión quiere cebarse con trece de los nuestros; ellos miraron por todos y todos miramos por ellos. Una vez más -y ya nos vamos especializando en la materia- la iniciativa popular se ha activado. Creo ciegamente en ella y en su capacidad transformadora. He sabido que está organizada una acampada en el centro de Gasteiz y una manifestación nacional en Bilbo. Estoy seguro de que la una y la otra suscitarán el concurso y el aliento de la ciudadanía; que la acampada será espacio de encuentro y generador de creatividad. Y que la manifestación del día 5 (¡qué vigor demuestra un pueblo movilizado!) volverá a congregarnos y activarnos.

El que comienza es uno de los juicios políticos que penden sobre nuestras cabezas. Frente a esa herramienta judicial supeditada a estrategias de guerra, recae en nuestro pueblo el peso mayor de la defensa.

Bilatu