Josu Iraeta
Escritor

El remo largo es del patrón

Estas son las razones que empujan a quienes han asumido el deber de perpetuar la España de Franco, es decir al PP y sus «nuevos acólitos» a plantearse horrorizados, un escenario a medio plazo con una «hoja de ruta» que tiene como objetivo redefinir el Estado español.

Han transcurrido más de cuarenta años desde que la izquierda abertzale se agrupase de manera organizada en las estructuras de Herri Batasuna, y es hoy cuando en Madrid, los creadores de opinión temen que el PSOE esté dispuesto a dar los pasos necesarios para concluir en una situación similar a los acuerdos de Stormont, del 10 de abril de 1998, ya que dicen, ése «pudiera» ser el objetivo.

También se preguntan públicamente y tratando de sembrar el temor en sus entornos, si una vez conseguida la «foto», –que al parecer tanto persigue el PSOE del Sr. Pedro Sánchez–, cuánto tiempo van a tardar el PNV y un EH Bildu –con su nada desdeñable base social– en plantear la autodeterminación, en el nuevo escenario con una mayoría amplia, bastante superior a la actual, y con un bloque constitucional «quebrado».

Estas son las razones que empujan a quienes han asumido el deber de perpetuar la España de Franco, es decir al PP y sus «nuevos acólitos» a plantearse horrorizados, un escenario a medio plazo con una «hoja de ruta» que tiene como objetivo redefinir el Estado español.

A mi entender, hay otra pregunta que no se atreven a formular, la que pondría al descubierto que quienes ejercen de gestores demócratas practican el intrusismo, puesto que llevan cuarenta años sin poder pasar la selectividad. Por qué no se preguntan: ¿Cuál sería el escenario actual en Euskal Herria, si los estados francés y español no hubieran violado permanentemente su propia Constitución, intentando eliminar a la izquierda abertzale?

El que haya aflorado con cierta violencia la ultra derecha franquista, sin duda empujada por la dirección del PP y encabezada por conocidos cadáveres políticos de diversa procedencia y pelaje, es consecuencia de que los movimientos del PSOE son acertados. Esta afirmación –que evidentemente puede no ser compartida– se basa en que, el alejar a la derecha natural propia del nacionalismo español, de los posicionamientos ultras, es un paso objetivamente necesario, hacia el logro de su máximo fin; renovar el alquiler de La Moncloa.

No es sólo La Moncloa, observando con detenimiento los movimientos, presencias y ausencias en el entorno de Gasteiz, y si se le concede crédito a filtraciones –normalmente bien informadas– procedentes del entorno técnico– asesor, de la lehendakaritza, pudiera poder afirmarse que la estancia del Sr. Urkullu en Ajuria Enea, estuviera próxima a su caducidad.

La razón no es complicada, ya que la realidad aritmética expresada como «activo» en el Parlamento de Gasteiz, obliga a la dirección del PNV, a activar elementos correctores respecto a cómo y con quién, asegurar la «viabilidad» de la pesada estructura de su partido-empresa.

Estos movimientos en el PNV no son nuevos ni extraños, basta recordar situaciones vividas por anteriores lehendakaris. De esto saben mucho Carlos Garaikoetxea y el propio Ardanza, al que la dirección de su partido «alejó» del Pacto de Lizarra, por razones bien conocidas.

Hoy pudiera estar gestándose una situación similar, ya que, a pesar de haber protagonizado la gestión durante los últimos años, el Sr. Urkullu no es quien lleva el remo largo en la trainera del PNV. En este partido el patrón es el EBB y estos «parece» que han puesto la proa a otra baliza diferente. Una baliza en la que la dirección del PNV conforma «otras» prioridades y algunos agentes –hasta hoy necesarios– pudieran no ser los deseables.

Y es que el concepto de «amnesia generacional» es importante, incluso necesario para comprender las diferentes visiones en conflicto en el mundo PNV, ante los movimientos políticos que están adoptando algunos integrantes de estas nuevas generaciones que, en estos momentos, están alcanzando posiciones de poder.

Ante lo que dicen, pero sobre todo por lo que están haciendo, tengo la convicción de que esta nueva generación no comparte la advertencia del filósofo George Santayana, de que «aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo».

Puedo compartir que los vascos conformamos una sociedad de evolución no extremadamente acelerada, quizá poco dada a sumarse al vértigo de cambios que en la actualidad barre de un extremo a otro, buena parte del mundo.

Sin embargo, tampoco se observa que la falta de interés de esa nueva generación «jelkide» en el pasado, se haya visto reemplazada por su interés en el futuro, y eso es muy grave teniendo presente el momento que vivimos, sin olvidar que el sujeto activo de todo posible movimiento no es otro que el pueblo vasco.

La consecuencia es notoria, son tantas las cosas que se dice están pasando, que la gente ha abandonado la esperanza de comprender, y aún menos de prever, lo que pueda venir después. Lo que nos lleva a una conclusión buscada e interesada: si tanto el pasado como el futuro están excluidos del conocimiento, lo que queda es el presente. Este es su falso y malévolo mensaje. Este nuevo cambio generacional en el mundo PNV es continuista, es decir, hacen lo que sus mayores y a ello se aferran.

Estamos al comienzo del primer acto, ya ha cesado el arrastrar de muebles y acaba de subirse el telón. La mesa está situada en el centro, rodeada de sillas tapizadas. Pronto harán su entrada en escena los actores, y aunque no todos dominan el diálogo –afortunadamente– aún hay apuntador.

El desastre puede llegar cuando, a pesar del esfuerzo del director de escena, tratando de llevar adelante la función –esta se anule– ante el plante de algún actor, al negarse a interpretar la obra.

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