Ramon Zallo
Catedrático emérito de UPV-EHU

El Zorrotzaurre de Oteiza que (no) pudo ser

Hasta el 29 de diciembre de 2023, ha estado abierta en el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco− Navarro en Bilbao la muestra de la propuesta urbanística para Zorrotzaurre que hizo en 1994 –hace 30 años− un grupo de jóvenes arquitectos, dirigido por los hermanos Iñaki y Jon Begiristain, para el concurso que organizó el Grupo Thyssen Industrie, BBVA y Ayuntamiento. Formaban parte del grupo Santos Bregaña y Emilio Varela (comisarios) y otros arquitectos. Contaron con el asesoramiento de Jorge Oteiza, Iñaki Zubizarreta y Ramón Zallo (diseñé el programa de equipamientos y usos).

Oteiza se propuso esculpir nada menos que el espacio, captando las «nervaduras» (decía) entre las márgenes derecha e izquierda de La Ría, justo por encima de la isla, para que se articularan en coherencia los ejes de caminos y edificios a contener. El resultado fue muy armónico.

Para enfado de Oteiza, no ganamos el concurso. A saber, si porque se le temía al escultor −tras su fiasco en La Alhóndiga−; o porque era demasiado original el trabajo de los arquitectos o atrevida la propuesta de usos; o por incumplir las bases de la convocatoria, o porque la idea central era la de un bosque con claros constructivos y preferencia para los servicios públicos. O por todo a la vez. Era bastante ajeno al enfoque saturante, rentabilizador y privatizador de suelos y vuelos, que se venía prefigurando y que, de hecho, tras el paso de Zaha Hadid y las modificaciones posteriores, ha venido a triunfar como diseño de la isla.

No se tuvo en cuenta lo que hicimos, pero las tendencias históricas han obligado a apostar –tardía y parcialmente− por algo parecido: por ejemplo, el Hub audiovisual; las escuelas en audiovisual y estudios tecnológicos −eso sí, en formato privado−; o algún equipamiento que se acerca a la propuesta de un centro de experimentación de arte, industria y aplicaciones.

Era una idea bien distinta a la vigente. Se apostaba por un bosque con espacios de usos en sus claros, frente a la vigente propuesta de saturación edificatoria. Una baja densidad de viviendas frente a la alta densidad prevista (5.500), de las que la mitad serán libres y caras, con alturas importantes y que ni siquiera contarán con los 5.839 arboles obligatorios por las normas municipales. Disponía de unos itinerarios interrumpidos, creando espacios diferenciados frente al modelo vigente de carretera central y lineal, en continuidad, y cruzada con pasos para vehículos entre márgenes. Frente al proyecto de cultura y educación pública avanzada y regeneradora de la cultura vasca, se ha impuesto la ubicación de centros y universidades privadas de alto coste de matrícula.

Fuimos adelantados a nuestro tiempo, puesto que propusimos un Parque de Industrias y Servicios culturales y comunicativos (Bilbo Kultur Park) para la creación, producción y exhibición audiovisual y como centro de comunicaciones y desarrollos informáticos y telecomunicativos. Ahora se le añade un interesante Talent Hub de acogida de «clases creativas».

Nuestra propuesta no trató las temáticas de vivienda o servicios educativos, de salud o sociales de lo que se iba a configurar como un barrio remodelado. No lo pretendía. Se ajustó a sugerir una dimensión urbanística y creativa para la era del conocimiento y la comunicación.

Por ello, en el sur de la isla se proponía ubicar los servicios centrales de transferencia tecnológica, asesoramiento y extensión social y cultural, incluyendo la Filmoteca Vasca. El centro se hubiera dividido en cuatro subzonas: un área de formación e investigación; otro de experimentación (un Arteleku), un centro empresarial tecnomedia y un área social de difusión (cine y museos interactivos, festivales y espacios de conciertos). Y en el norte, se iban a ubicar los media y empresas de servicios de software, bases de datos o distribuidores tecnoculturales...

El Bilbao postindustrial que trajeron en los 90 el Metro, Guggenheim, la recuperación urbana de la Ría y Abandoibarra, la remodelación aeroportuaria, de El Abra y de ferrocarriles, el BEC... ha sido elogiado internacionalmente como modelo exitoso de transformación. Sin embargo, el salto que no dio Bilbao no fue ni como ciudad de negocio internacional –dista de ser un Manhattan−; ni como ciudad de producción de conocimiento o especializada en producción cultural; ni se evitó la segregación entre un nuevo centro de élite y la periferia.

Zorrotzaurre y Punta Zorrotza eran, son, una oportunidad para enmendar esos déficits. Pero a falta de reflexión colectiva sobre el modelo de país y de economía posindustrial deseable, la mera recepción de proyectos para su ubicación en algún lugar de Zorrotzaurre no cambiará mucho las cosas. Pensar en clave de sociedad y economía del conocimiento, de la cultura y de los valores, daría muchas pistas para repensar Zorrotzaurre, más allá de sacarle rendimiento en lo más preindustrial y viejuno de las economías: el negocio inmobiliario.

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