Elecciones en Euskadi: ¿sumar de otra manera?
Podemos y Sumar, tal y como era más que previsible, no han llegado a un acuerdo para presentarse en coalición a las próximas elecciones en Euskadi. La política exterminadora del entramado montado por Yolanda Díaz y Lander Martínez, su terminal local, ha acabado con la última esperanza de que la formación surgida del 15M pudiera formalizar un acuerdo de mera cohabitación sin tener que pasar por las horcas caudinas de una rendición total.
Recordemos la reciente historia en términos electorales de Elkarrekin Podemos en Euskadi. En las primeras elecciones generales a las que se presentó en coalición el 26 de junio de 2016, logró un triunfo histórico en Bizkaia, Gipuzkoa y Araba con 335.740 votos (el 29,2%). Y lo hizo tras haber sido Podemos la fuerza más votada, también, en las elecciones generales celebradas el 20 de diciembre de 2015. En las últimas elecciones generales celebradas el pasado año, Podemos, ya en coalición con Sumar, solo alcanzó a recoger 127.031 votos, es decir, siete años después había perdido nada menos que 208.709 votos.
En cuanto a las autonómicas, en el año 2016 Podemos Ahal Dugu alcanzó los 157.334 votos, con 11 escaños en el Parlamento de Gasteiz; y en el 2020 bajó a los 72.113 votos, consiguiendo seis escaños.
No hace falta ser un lince para pronosticar que el descalabro total de esta formación está a punto de consumarse. Errores propios (entre ellos una nefasta lectura del panorama diferenciador en Euskadi en relación con otras comunidades), sumado al brutal ataque mediático y judicial que ha soportado Podemos en general y, por último, a la opa hostil efectuada por el tándem Díaz-Errejón junto con otros colaboradores periféricos, han llevado a la UVI a un grupo político que apenas cuenta ya con representación institucional en el Estado, lo cual es casi como decir que no existe.
Si algo enseña este proceso de debilitación paulatina y, en los últimos tiempos, acelerada de Podemos, es que no hay avance en la lucha política sin el imperativo de salvar contradicciones constantemente y de realizar una lectura política acertada de la realidad. De igual modo, tampoco hay transformación social posible sin armar puentes de concertación con fuerzas que, sin ser coincidentes en todo, entienden que es necesaria la colaboración, el reagrupamiento en torno a objetivos concretos. Y que los avances sociales solo se consiguen cuando somos capaces de articular políticas que van más allá de nuestro propio ombligo.
Los retos actuales son inmensos en todos los ámbitos: sociales, políticos, económicos, culturales... Y las fuerzas de izquierda, para no faltar a su tradición histórica, son pocas, están desarticuladas y, lo peor de todo, generalmente a la greña, como si la contradicción principal fuera luchar y desgastarse entre ellas en batallas estériles mientras el verdadero poder, el sistema, sigue extendiendo su carga de destrucción masiva.
Ya tenemos fecha para las elecciones autonómicas en Euskadi: 21 de abril, faltan dos escasos meses. ¿Qué hacemos quienes pensamos que hay que cambiar de raíz este modelo de sociedad y gobernanza que se basa en enriquecer a unos pocos mientras la mayoría de la población se empobrece; un modelo que destruye de forma acelerada un planeta de recursos limitados, en un mundo en el que la ola reaccionaria llega a justificar y defender hasta un genocidio como el de Gaza.
¿De verdad alguien se cree todavía que la única opción posible para Podemos es unirse a Sumar (con lo que ello conlleva) o ir por libre? ¿No hay nadie más en la izquierda de Euskadi? ¿Cuál es el problema para articular un movimiento de acercamiento y colaboración electoral con EH Bildu? ¿Es esta formación menos izquierda en términos sociales que Sumar, con quien se ha estado negociando en vano durante semanas? ¿No ha aprendido nada Podemos de Euskadi a partir del batacazo que se ha llevado su formación homóloga en Galicia?
Romper esquemas preconcebidos e instalados en el imaginario social es otra de las necesidades para quienes no nos resignamos a que la izquierda no sea capaz de cambiar este mundo. Sé que lo que planteo es casi utópico y creo que ni Podemos de Euskadi ni, seguramente EH Bildu, se van a atrever a recorrer o al menos a explorar una senda que les lleve a integrar sinergias, en este caso, vinculadas a un proceso de colaboración y eventualmente de negociación de cara a la formulación de una única plancha electoral para las elecciones autonómicas del 26 de abril en la CAV. Pero que no sea posible no quiere decir que no sea deseable y, me atrevería a añadir, necesario, incluso urgente. Y si no lo es ahora por el poco tiempo que queda, sería importante que se abra una senda para una posible posterior confluencia.
Porque hay que decirlo alto y claro. Quien suma en Hego Euskal Herria hoy día es EH Bildu. Nadie más. Y lo viene haciendo desde hace una década. Ahí está el trabajo ya hecho conjuntamente con Aralar, Eusko Alkartasuna, Alternatiba...
La propuesta es muy sencilla. Práctica. Eficaz. No se trata, ni mucho menos, de una integración formal de Podemos Euskadi en EH Bildu. No es necesario ni recomendable. Tampoco lo es lanzar una OPA hostil de la segunda a la primera formación política, sino de «sumar a la vasca», de forma diametralmente distinta a la que ha hecho el «invento» de Yolanda Díaz, que ya comienza a hacer aguas.
Se trataría de ser generosos desde EH Bildu ofreciendo que los cabezas de lista de Podemos en cada uno de los herrialdes de la CAV entren, si así lo decidieran sus respectivos ámbitos de decisión tanto de unos como de otros, en las planchas de la formación abertzale y con posibilidades de salir elegidos, algo que es altamente improbable que vaya a ocurrir caso de que Podemos Euskadi se presente con su propia candidatura.
Insisto, formulo esta propuesta con la intención de remover conciencias, de agitar las aguas de una sociedad que necesita cambios urgentes, salir de los convencionalismos y acabar con trincheras que son absolutamente inútiles. Ya sé que esta fórmula no gustará a algunos o quizá a muchos de los que me conocen. No me importa, no estoy en esto para hacer o deshacer amistades, sino para intentar razonar sin prejuicios de ninguna clase.
Razonar, de eso se trata. EH Bildu y Podemos han tenido a nivel estatal una gran sintonía en esta última legislatura en muchas cuestiones. La misma también que han tenido estas dos fuerzas, una más que otra, con otras dos formaciones soberanistas emergentes y con las que ya existe un amplio espacio de colaboración: el BNG y ERC. En algunas cuestiones es evidente que hay diferencias, y algunas son apreciables, pero la política, sobre todo en sociedades altamente polarizadas, no consiste en estar de acuerdo en el 100% de los temas con otras formaciones diferentes, sino en encontrar espacios de colaboración común en cuestiones fundamentales.
Sigo con las preguntas: ¿No es Podemos de Euskadi una formación de izquierdas con un marcado carácter social? Entonces, ¿quién está más cerca de EH Bildu en estos temas, el PSE, Podemos o el PNV? ¿Es el PNV un partido más independentista en la práctica que Podemos? ¿A quién hay que tratar de ganar para sumarse a la causa identitaria en un proyecto que puede tener una estación intermedia en un proyecto confederal: al PNV, a Podemos o al PSE?
Se pueden y se deben plantear estas preguntas y muchas más, sin miedos y sin atavismos, que suelen ser siempre paralizantes. Lo peor de la política es no hacerse preguntas, seguir en los mismos lugares comunes y pensar que sumar es que el otro a-suma todas mis posiciones o entenderla como una operación de marketing o de simple cosmética. Todavía queda tiempo para hablar, para explorar posiciones, pero cada día que pasa sin intentarlo es un día y, tal vez, una oportunidad, que se pierde.