Jokin Revilla González

¡En pie por el planeta!

¿Somos conscientes que el ritmo de vida que llevamos supone el finiquito de este planeta? Si todos los habitantes de la Tierra quisieran vivir como la media de Euskadi, harían falta por lo menos tres planetas... y no los tenemos. ¿Nos merece la pena seguir aumentando las desigualdades y precariedad de la mayoría hoy, para dejar un mundo destrozado a nuestros nietos mañana?

Tengo 72 años y nací en un pueblo pequeño de León, En aquella época, teníamos lo justo para sobrevivir, no sobraba nada, ya «reciclábamos» todo. La ropa pasaba de hermana a hermana, y sólo cuando estaba recosida e inservible, se convertía en trapos de limpiar. Jamás tirábamos ningún tipo de comida, y si se nos caía el pan al suelo lo recogíamos besándolo. Nos hacíamos los juguetes con latas y cajas de cartón. No teníamos agua corriente, sino un pozo. No teníamos WC, sino una tabla con un agujero sobre unos adobes. No existía la tele, pero sí la radio. El menú de todo el año era el mismo y conocido: desayuno, siempre sopas de ajo; mediodía cocido, y para la cena, patatas con bacalao o arroz ligerito. Sólo había extras por fiestas, donde caía ensaladilla rusa, pollo o conejo de corral y pastas hechas en el horno de casa. ¿Será por esto que todos los días me parece un milagro abrir el grifo y que salga agua?

Cuento lo anterior para recordar(me) de donde venimos. Viajando por el mundo, he visto muchos sitios donde continúan viviendo como en mi niñez. No tienen agua corriente, ni WC, conocen el menú del año, bastante más modesto que el de mi infancia. También sufren sequías muchas veces provocadas por embalses artificiales para las industrias que nos interesa «localizar» allí, y deslocalizar aquí, y es que la mano de obra es más barata. Además, a muchas les expulsan de sus tierras y desde hace siglos empresas de todo tipo les vienen esquilmando sus recursos. Y a las personas que se defienden y protestan, se les asesina con total impunidad. Sin embargo, sus mares tienen en la costa toneladas de objetos de plástico que ellas nunca han utilizado. Plásticos que envenenan a su pesca y a las aves. Y, por si fuera poco, a cambio de un puñado de dólares que se embolsan sus gobernantes corruptos, les ahogamos, enviándoles allá la basura que generamos –pero no queremos ver– por acá.

Llamamos progreso al derroche de consumo. No conocemos los paisajes que tenemos al lado, pero sólo disfrutamos si viajamos a miles de kilómetros y luego lo contamos. Compramos ropa contaminada por la explotación infantil de grandes marcas, sin importarnos su origen y lo que está detrás de explotación de otros seres humanos. El egoísmo, el aparentar, el consumir es la santísima trinidad de nuestro tiempo. ¿Hasta cuándo? ¿Somos conscientes que el ritmo de vida que llevamos supone el finiquito de este planeta? Si todos los habitantes de la Tierra quisieran vivir como la media de Euskadi, harían falta por lo menos tres planetas... y no los tenemos. ¿Nos merece la pena seguir aumentando las desigualdades y precariedad de la mayoría hoy, para dejar un mundo destrozado a nuestros nietos mañana?

Miremos un poco hacia nuestra casa. Después de contemplar el derroche de plástico tanto en la Korrika, como en el 1º de Mayo, y que decir de las dos últimas campañas electorales, a nada que reflexionáramos tendría sentido que nos declaráramos todas objetoras e insumisas al uso de tanto plástico.

Los jóvenes nos gritan que salvemos el planeta. Cambiemos nuestros hábitos de consumo, renunciando a ese derroche despiadado. Las jóvenes no han conocido otra forma de vivir, pero nosotras sí, y sabemos que la actual no tiene futuro. Todavía estamos a tiempo de cambiar nuestras costumbres antes de que sea demasiado tarde. Los jóvenes que salen a las calles nos marcan un camino, para ser parte de la solución y no parte del problema.

Aplaudo la campaña que se ha lanzado, una semana sin plástico del 3 de junio al 9 incluido, declarando el boicot a todo producto envuelto en plástico. Hagamos de la campaña "Hope! Hagámonos oír, En pie por el planeta" un éxito.

Bilatu