Ramón Doria Bajo
Notario jubilado

¿Es la élite que gobierna el mundo una aristocracia?

Platón y Aristóteles, miembros de la griega escuela socrática que duró 900 años, definieron la aristocracia ideal como un sistema gobernado por una élite que sobresale por su sabiduría, su virtud y su experiencia del mundo. Esa élite en la antigua Roma (Cientos de años antes de nuestra Era) fueron los patricios; en Japón los daimyō y luego los kazoku; en la India los chatrias…; en las monarquías europeas reinantes durante los siglos XVIII al XX, esa nobleza (Llamada así por su afición a los estudios clásicos) la constituían los reyes, príncipes, condes…, pero sería más propio denominarlas plutocracias (Dominio de los ricos). Este párrafo proviene de resumir lo dicho por la sabelotodo Wikipedia.

Ahora iremos adentrándonos en las características de esas aristocracias definidas por algunos filósofos que tenemos más cercanos. Así, Nietzsche, en su ensayo “Más allá del bien y el mal” de 1886, en su 9ª parte, titulada ¿Qué es la aristocracia? Nos deja los siguientes aforismos (§), que me he permitido subrayar:

«La casta aristocrática siempre fue en su origen la casta de los bárbaros; su predominio se basaba en su fuerza física, no en su fuerza moral» § 257

«Su principal creencia debe ser que la sociedad no ha de existir para ella misma, sino como andamiaje que permita a una élite elevarse a un estado superior, ya sea en virtud de una misión superior o simplemente en su propio interés». § 258

Queda claro que para el autor la aristocracia nace a través de la fuerza física y en pos de una «misión superior» o «en su propio interés». He ahí una importantísima diferencia. Sigamos.

En el § 260 dice: «El aristócrata es quien crea los valores… la fe en sí mismo, el orgullo de sí mismo…, son partes integrantes de la moral de los nobles» «desprecian al cobarde, al tímido, al mezquino, al que no piensa más que en la más estricta utilidad; asimismo al desconfiado, al de mirada huidiza, al que se humilla, al canalla que se deja maltratar, al mendigo adulador y, ante todo, al mentiroso. ‘Nosotros, los verídicos’, se autodenominaban los aristócratas en la antigua Grecia».

En el aforismo 265 dice: «El alma noble da lo mismo que toma, gracias a un instinto apasionado y susceptible de justicia distributiva que lleva en sí». «Aun arriesgándome a escandalizar a los oídos castos, declaro que es para mí un hecho, que el egoísmo forma parte integrante del alma aristocrática;». «El aristócrata acepta su propio egoísmo como un hecho, sin escrúpulos de conciencia, sin sentir que es duro, violento, caprichoso...».

Ahora, amables lectores, dense unos instantes y pregúntense acerca de sí quienes gobiernan el mundo ahora, ¿son verdaderos aristócratas o no? Mientras lo piensan, les voy a contar algo de lo que decía el sabio de los sabios, Aristóteles en su “Política”:

«La desigualdad entre iguales y la disparidad entre pares son hechos contrarios a la naturaleza». (L. 4º, Cap. III) «La multitud se rebela a causa de la desigualdad de las fortunas, y los hombres superiores se indignan con la repartición igual de los honores»i «Lo superfluo y no lo necesario, es lo que hace que se cometan los grandes crímenes» «La avidez de los hombres es insaciable…, una vez que han formado un patrimonio, sus necesidades aumentan sin cesar… La naturaleza de la codicia consiste precisamente en no tener límites». (L. 2º, Cap. IV). «Otro defecto de la constitución de Lacedemonia es que unos poseen bienes inmensos y otros no tienen casi nada» (L. 2º, Cap. VI)

Pero volvamos a filósofos más cercanos en el tiempo y en el habla, veamos que pensaba, acerca de la aristocracia, quien había estudiado a fondo a los dos anteriores, Don José Ortega y Gasset, en 1921, en “El Espectador”, Musicalia, hablando del liberalismo político y señalando «el carácter provisional de las instituciones de la actual democracia» dice: «No basta con una legislación de derechos comunes y mínimos que hacen pardos a todos los gatos: hacen falta los derechos diferenciales y máximos, un sistema de rangos. Todas las crisis que ahora inquietan el mundo son necesarias para que la sociedad vuelva a organizarse en nueva aristocracia». Ya con esa rotunda afirmación que he subrayado y he puesto en negrita, estaba diciendo que no estaba de acuerdo con lo dicho por Nietzsche 35 años antes. Desacuerdo que en su obra de 1938, “El tema de nuestro tiempo”, Cap. VIII, «remacha» diciendo: «Ha sido un error incalculable sostener que la vida abandonada a sí misma, tiende al egoísmo, cuando es en su raíz y esencia inevitablemente altruista.» «La vida es el hecho cósmico del altruismo…». Altruismo: Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio (DRAE). Coincidente plenamente con lo establecido por d'Alembert en 1751, cuando decía: «la fuerza que la Naturaleza da a ciertos hombres, y que sin duda no debieran emplear sino en el apoyo y protección a los débiles, es, por el contrario, el origen de la opresión de estos».

Ortega en “El Espectador” de 1927 al referirse a la Interpretación bélica de la historia, dice: «solo en edades [de las sociedades] tan maduras que tocan ya los tiempos de descomposición se alza el principio económico con el mando sobre la historia» ¿Acaso hoy no mandan los megamillonarios? ¡Verdad que sí! Ergo estamos en tiempos de descomposición.

Ahora bien, el puñado de milmillonarios propietarios de las grandes compañías multinacionales que gobiernan el mundo, ¿son aristócratas? ¿Son una élite que sobresale por su sabiduría y su virtud? ¿Acaso dan lo mismo que toman? ¿Es adecuada esa justicia distributiva que llevan en sí? ¿Actúan en su propio interés o por una misión superior? ¿Utilizan la sociedad como un andamiaje para su propia elevación? ¿Se podrían definir como verídicos o utilizan publicidad engañosa para mejorar su beneficio, no pensando así más que en su más estricta utilidad? ¿Acaso Israel no tiene lo necesario y necesita cometer grandes crímenes para obtener lo superfluo? ¿No son cómplices necesarios de ese crimen genocida, el paraguas de EEUU y la pasividad de la UE? ¿Es o no una barbarie, basarse en la fuerza física y no en la moral y la razón para aplicar sistemas de producción que esquilman y deterioran la naturaleza que mantiene la vida que nos sustenta? ¿Cómo se pueden consentir viajes estelares de placer mientras que más del 50% de la población mundial tiene apenas lo puesto y el 8,2% de la población mundial pasa hambre? 

Les daré otro dato reflejado por el Premio Princesa de Asturias 2018, el estadounidense Michael Sandel, en su libro de 2020 “La tiranía del mérito” respecto a EEUU; datos también de 2018, provenientes de Alvaredo en World Inequality Report, que rezan así: El 10% más rico tiene el 77% de la riqueza y el 1% más rico de la sociedad estadounidense supera con mucho a la que posee el 90% más pobre. Por estos lares europeos andábamos a la zaga pero cerca.

Si el defecto de la Constitución de Lacedemonia, de permitir «que unos posean bienes inmensos y otros no tengan casi nada» les hizo decaer y morir como civilización, ¿nos ocurrirá otro tanto a la actual civilización planetaria? Si realmente somos conscientes del peligro que corremos, ¿por qué no cambiamos de gobernantes y hacemos caso a Ortega y establecemos los derechos diferenciales y máximos, un sistema de rangos y aprovechamos las crisis que nos inquietan para organizarnos en una nueva aristocracia? ¿Acaso vivimos en una memocracia?

Bilatu