Leyre Iriarte, Oscar Larrea, Ibon Marcilla*

Es (por fin) la hora de las familias... y votaremos «No»

Las reivindicaciones laborales están muy bien, pero no a costa de la calidad educativa de nuestros hijos e hijas. No a costa de la subida de precios del comedor.

Queremos hacer público nuestro malestar con la forma en que este proceso se está llevando a cabo desde los centros educativos, puesto que, en la mayoría, se ha abierto sin la mínima participación de las familias y obviando que iniciando el proceso para solicitar la jornada continua se cierra la vía de jornada flexible. Se trata pues de una imposición en toda regla y que están vistiendo de «democracia», ya que no se ha hecho una consulta previa para saber si las familias prefieren jornada continua o flexible.

En la mayoría de centros, el profesorado ha cerrado filas con abrumadoras mayorías a favor de la jornada continua, pero eso sí, disfrazando sus intereses laborales de un «derecho a decidir de las familias».

En muchos centros, el proyecto que ha votado el profesorado y el consejo escolar no es un proyecto en el que las familias hayan podido participar, porque, sencillamente, no ha habido tiempo y en algunos casos las votaciones de claustro y consejo fueron anteriores al proyecto definitivo, es decir, votaron un horario.

Argumentan también que la jornada continua da «más flexibilidad»; pero ¿a quién? A las personas privilegiadas que efectivamente disponen de dicha flexibilidad. Y nos preguntamos, ¿qué coste va a tener esa flexibilidad para la recogida del alumnado?

Con la jornada continua, es evidente que la calidad educativa de todo el alumnado (también del que se va a las 14.00) va a resultar perjudicada. Hay el mismo número de horas lectivas anuales, pero con la jornada continua el profesorado contará con menos horas para la preparación de las clases, ya que trabaja el mismo número de horas, pero tienen que sacar adelante las extraescolares cuatro tardes a la semana. Supuestamente, se garantiza la misma hora de salida, a las 16.30, mediante extraescolares gratuitas ofrecidas por el centro y las de pago por parte de la apyma. Hasta ahora solo hemos visto defender la jornada continua a familias que quieren recoger a sus hijos e hijas a las 14.00, y que no son las que se van a preocupar de que las actividades de la tarde sean de calidad, y el resto lo tienen muy difícil para implicarse puesto que ya tienen problemas para conciliar.

Con la jornada continua también dicen que «se garantiza el servicio de comedor»; faltaría más. Pero ya hemos experimentado el aumento de precios y el impacto en el horario de comidas. Con estos cambios, ¿qué garantías hay de que las becas comedor se seguirán ofreciendo a largo plazo, sobre todo en los centros en los que no hay alumnos transportados? En cuanto al horario, hay estudios serios que afirman que de 13.00 a 14.00 se reduce drásticamente el nivel de atención y aumenta la fatiga, lo cual repercute en el rendimiento del alumnado. De hecho, según la Asociación Española de Pediatría, los horarios más adecuados para los niños, son los siguientes: 9.00 a 13.00 actividad escolar; 13.00 a 14.00 comida y 14.00 a 16.00 actividad escolar.

Otro argumento que escuchamos a favor de la jornada continua es que «se mejora la atención de aquellas familias y alumnado que tengan más dificultades», pero es posible que quien argumenta esto no tengan a nadie cercano en dichas circunstancias. Tener dificultades significa, por ejemplo, haber perdido a tu pareja teniendo un hijo pequeño y sentir impotencia cuando ya no te puedes reducir la jornada (y el sueldo), porque ya lo has hecho para llevarle a las 9.00, y te han subido el precio del comedor, y tu hijo se queda solo (sin sus amistades) en el comedor y en las extraescolares. Tener dificultades significa tener que decir a tus hijas que no las puedes llevar a casa a las 14.00, igual que hacen sus amigas, porque su madre no elige su horario laboral y si se reduce el horario laboral podría perder su trabajo. Tener dificultades significa vivir en un país extranjero sin apoyos familiares y en el que, cuando tienes hijos e hijas, los lazos comunitarios se hacen a través de los padres y madres de sus compañeros de clase durante las horas de patio que comparten al salir de clase a la vez. Esos lazos repercuten en la integración y en la cohesión social.

En Navarra, en 2021, se han presentado 76 solicitudes para pasar a jornada continua, de las cuales 67 son de colegios públicos y 9 de concertados. ¿Por qué está diferencia abismal? ¿Acaso los centros públicos y los privados no juzgan de forma igual la calidad educativa? Si el paso a la jornada continua se generaliza en aquellos centros que han presentado solicitudes, llegaremos a una segregación aún mayor entre la escuela pública y la privada/concertada, de la que ya tenemos actualmente. La segregación en las escuelas no hace sino aumentar la segregación y las desigualdades en la sociedad, puesto que la escuela está en la base, y los niños y niñas de hoy conformarán la sociedad de mañana.

Gracias por recordarnos que la palabra es nuestra, y que toca votar. Nosotras y nosotros votaremos «No».

Las reivindicaciones laborales están muy bien, pero no a costa de la calidad educativa de nuestros hijos e hijas. No a costa de la subida de precios del comedor. No a costa de que haya niños y niñas que se tengan que quedar solos (sin sus amistades) en el comedor y en las actividades extraescolares. No a costa de la vida comunitaria, la integración y la cohesión social. No a costa de aumentar la brecha entre la escuela pública y la concertada.

En las próximas elecciones en tu centro escolar tienes dos opciones: votar «No» y no votar.

*Firmantes: Leyre Iriarte, Oscar Larrea, Ibon Marcilla, Miren Iriarte, Aitor Balbas, Carmen Arbuses, Nerea Val, Israel González y Txuma Mangado

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