Eskerrik asko Araba!
Queda mucho por hacer, desde la indignación, desde el hastío, pero también desde la convicción de que hay que trabajar todo lo posible porque todos los estamentos, incluso hasta los ahora promotores de estos dislates, se reconduzcan y consideren a Lurra como el mayor de nuestros bienes.
El pasado sábado 23 de Octubre la plataforma Araba Bizirik celebró un exitoso día de concentraciones y actos de diversa índole que culminó en una multidudinaria y colorida manifestación que congregando a miles de personas recorrió la zona centro de Gasteiz. Sirva esta introducción como reafirmación de una repercusión que algunos medios, quizá interesadamente, no han sabido o no han querido reflejar en su auténtica dimensión y trascendencia.
Sirva este articulo para reforzar el mensaje que todas y todos los manifestantes quisieron llevar a la capital, y sirva por último para agradecer de corazón a todas y todos los participantes así como a todas las personas que entusiásticamente han puesto lo mejor de sí mismas para organizar las mendimartxak, concentraciones, alegaciones a proyectos, ciclos de conferencias, conciertos, etc. que se han desarrollado durante las tres últimas estaciones y que han culminado en la manifestación reseñada.
Araba Bizirik aúna varias organizaciones y movimientos que nacen del pueblo: Arabako Mendiak Aske, que persigue la exclusión de las centrales eólicas de los montes vascos.
AHTrik ez que aboga por el abandono de los proyectos de Tren de Alta Velocidad y en favor de una auténtica red de trenes sostenibles y con vocación social Movimiento por la Alimentación Sostenible que impulsa la sustentabilidad del sector primario y la renuncia a los megaproyectos de macroinvernaderos y macrogranjas.
Proiektu honi ez, que intenta evitar la proliferación desordenada de megaproyectos de energía solar consumidores de espacios naturales y biodiversidad.
Seguro que al leer esta enumeración algunos lectores y lectoras pueden pensar, ¡vaya! Esta gente solo sabe decir no, estas organizaciones pretenden paralizarnos. Estos movimientos van a cercernar nuestro progreso.
Rotundamente No. El mensaje de todas estas organizaciones es «no así, no de esta manera», porque hay, porque debemos encontrar y aplicar otras maneras de progresar, en el sentido verdadero del término, sin poner en riesgo nuestro capital natural, que es la condición inexcusable para nuestra supervivencia. No debemos caer en el mantra de que la opción neoliberal es la única posible y viable para el futuro.
El denominador común de estas plataformas es lograr la preservación de la naturaleza y los servicios de todo tipo que nos brinda, así como de los territorios que hoy son el soporte del castigadísimo sector primario de nuestra sociedad. Es denunciar este asalto alevoso, desmedido, depredador, despiadado, despreciable y sin escrúpulos hacia este territorio y su auténtico valor.
Es exigir una respuesta acorde y un cumplimiento estricto de la normativa vigente en materia de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente. Es, por qué no decirlo, despertar el interés de una parte preocupantemente significativa de la ciudadanía, que ha perdido el contacto con la Naturaleza, que inconscientemente piensa que el medio artificial en el que vive de forma absorta, es autosuficiente e independiente de aquella, y de la cual indefectiblemente detrae todos los recursos que vorazmente consume. Es en definitiva un anhelo que pretende poner realmente a la sociedad, a las personas en el centro de las prioridades de nuestro devenir como Pueblo, supuestamente avanzado. Araba Bizirik simboliza una respuesta a la megalomanía de crecimiento y la dependencia de las grandes infraestructuras sin sentido para intentar mantener un sistema y una forma de vida sin futuro. Representa una apuesta por la vida en equilibrio con el entorno y con los demás, bajo la premisa de que los medios supuestamente inventados para facilitar la vida de las personas, lo sean de verdad y sirvan a los intereses de la sociedad en su conjunto. Todo ello bajo la convicción de la eficacia de procesos de generación de recursos alimentarios, energéticos, etc., desconcentrados, descentralizados en estructura y propiedad, y ligados al progreso, bienestar e igualdad social.
Todas las personas que las integran, con mínimos medios y mucha creatividad, se enfrentan a gigantes con infinitas posibilidades, recursos e influencias para lograr engrosar sus suculentas cuentas de resultados pasando por encima de todo y de todas. Tristemente, con la poco disimulada connivencia de reseñables representantes políticos y sus adláteres mediáticos.
Porque hay varias cuestiones muy profundas en el debate. Es desoladoramente increíble que se menosprecien por las propias administraciones que nos deben proteger por encima de espurios intereses corporativos . Es el caso de las Estrategias, Planes y normativa ambiental y de ordenación del territorio y que forman parte de la joya de la corona del ordenamiento jurídico, por supuesto siempre mejorable,. Junto con las referentes a Educación, Ciencia, Sanidad y Protección Social e Igualdad, son las que pueden colocarnos en la senda de algo que quizá pueda acercarse al manido término de Desarrollo Sostenible. Ese marco, insistimos todavía muy perfeccionable, ha costado un ímprobo esfuerzos a nivel científico, técnico, económico y de recursos humanos que le proporcionan no pocas prestaciones. Se ha trabajado denodadamente durante décadas en su consecución, tanto a nivel de administración como de movimientos sociales.. Han necesitado concitar múltiples consensos, y una casi inextricable malla de equilibrios y compromisos para a veces justo poder llegar a unos mínimos presentables.
Asimismo, nuestros antepasados, convencidos de su íntima relación y dependencia con la Naturaleza, idearon mecanismos de gestión que ha través de la gestión comunal han permitido que ese insustituible tesoro, llegue, aunque menguante, hasta nosotros. Esos parajes naturales son un símbolo inexpugnable del valor y la indispensabilidad de lo público, de lo comunal.
Araba es un proverbial ejemplo de ello con un porcentaje mayoritario de sus montes en régimen de titularidad pública que la convierten en el mayor y más nutrido reservorio de biodiversidad de Euskadi y con un papel clave en las dinámicas ecosistémicas continentales. Y por todo ello se ha convertido también en un bocado demasiado apetitoso para las grandes corporaciones.
Ahora una parte de la Administracion, o mejor dicho de los estamentos políticos de la misma, pretende literalmente ponerse por montera todo ese compendio. Como muestra, con sus muy limitados recursos, Arabako Mendiak Aske en sus alegaciones las centrales eólicas, ha detectado incumplimientos fundamentales de más de 30 planes, programas, leyes, decretos de carácter ambiental y de ordenación del territorio. Y no estamos hablando de defectos de forma o de cuestiones sujetas a interpretación. Se trata de traición directa a los principios, objetivos y articulado de esos textos.
Porque a pesar de las leyes incumplidas a respetar, de la jurisprudencia en contra, de los impactos demostrados de esas infraestructuras, de los informes de la propia Unión Europea sobre la falta de rentabilidad de las redes de alta velocidad, de la desestructuración del territorio que producen, de la indiscutible mayor eficiencia de la generación de energía renovable en formato distribuido, de las nefastas consecuencias de las macrogranjas y macroinvernaderos para el medio, los animales y la población dedicada al sector primario, siguen en sus trece. Con una desfachatez sin parangón, despreciando incluso el rotundo rechazo de la sociedad que va a sufrir«sus» proyectos, siguen diciendo que van a seguir buscando emplazamientos para «sus» proyectos reventadores del medio. No lo duden. Nos tendrán enfrente.
Este articulo no puede por espacio y objetivos desgranar las incongruencias y dislates contenidos en los proyectos denunciados, por lo que animamos a los y las lectoras a visitar las páginas web y redes sociales para examinar con detalle las reivindicaciones y alternativas planteadas.
Como resultado de toda esta dialéctica lo que está encima de la mesa es una decisión vitalmente estratégica acerca del modelo de desarrollo que nuestro Planeta ( y por ende tod@s nosotr@s) requerimos. Es inevitable llegar a un término tabú para la práctica totalidad de los estamentos y organizaciones sociopolíticas que se aferran a la idea neoliberal del crecimiento infinito en términos de Producto Interior Bruto y como única vía para el «desarrollo». Es una falacia que hay pregonar y desmontar cuanto antes. Ningún organismo ni sistema sobre la Tierra puede crecer hasta el infinito. Este sistema ultracapitalista evidentemente tampoco y, cualquier lector, lectora con un mínimo de curiosidad y de asepsia intelectual puede advertir ya hoy los graves indicios de colapso del sistema que pueden llevarse literalmente al Planeta por delante en un plazo demasiado corto como para no a empezar a actuar ya.
Ese principio innombrable se llama «decrecimiento sostenible». Un concepto que en los temas que nos ocupan se traduce por la insoslayable necesidad de ponernos límites conscientes y planificados a la conquista del territorio, y al cambio de uso irreversible de las zonas naturales Acabaremos este recorrido dejando constancia de que la manifestación del 23 no es, no puede ser el final de camino. Queda mucho por hacer, desde la indignación, desde el hastío, pero también desde la convicción de que hay que trabajar todo lo posible porque todos los estamentos, incluso hasta los ahora promotores de estos dislates, se reconduzcan y consideren a Lurra como el mayor de nuestros bienes. Tal y como proclamábamos, porque:
-No, no queremos que destruyáis Araba, la tierra que nos ha acogido hasta ahora y que será, deberá ser refugio y sustento de las generaciones venideras.
-No queremos que macroproyectos como las centrales eólicas, las plantas fotovoltaicas, la superinfraestrucuturas ferroviarias o la industrialización de la agricultura conviertan a Araba en un triste desierto vacío y baldío. Además para el exclusivo beneficio de fondos de inversión y de empresas energéticas.
-Exigimos que los políticos de nuestras instituciones cumplan con su obligación de tutela y protección del territorio y de las personas que lo habitan.
-Araba ha dicho no a este expolio.
Y porque todavía hay tiempo. Todavía tenemos tiempo para seguirla buena estela... y ser coherentes con el hecho de que «la Tierra es un préstamo de nuestros hijos e hijas».