Olga Saratxaga Bouzas
Escritora

Estrategias para el cambio

Los métodos utilizados desde algunas formaciones para crear estados de opinión en época electoral ni son plausibles ni tan novedosos como cabría esperar del conocimiento tecnológico de este primer tercio del siglo XXI. Un estado actual de país basado en rendir pleitesía al capital, donde se menoscaban los servicios de salud, el bienestar comunitario, la preservación del medio ambiente y la labor primordial de los cuidados –sector básicamente feminizado–, entre otras áreas degradadas por modelos de gestión especulativos, exige propuestas firmes de cambio de paradigma en las que apoyar las futuras comisiones de gobierno en ayuntamientos y diputaciones durante la legislatura en ciernes.

Citar siquiera el cúmulo de agravios sufridos a lo largo de los últimos cuatro años de administración vasca requiere compulsar memoria con ayuda de hemeroteca, además de tiempo. En democracia, los derechos sociolaborales se protegen. El acceso a la sanidad y educación gratuitas, a vivienda y puestos de trabajo dignos otorga a la sociedad estructuras de progreso. Su vulneración desde la legalidad constituye un retroceso inadmisible en la calidad asistencial.

Vivimos en situación de emergencia climática, potencialmente cronificadora de las desigualdades socioeconómicas existentes. En plena crisis energética, la ciudadanía se cuestiona determinadas voluntades encaminadas a implantar energías renovables a costa de cualquier precio medioambiental y humano. Se muestran diseños de producción eólica como panacea de abastecimiento local –beneficios ajenos, sin embargo, a las zonas de instalación de los aerogeneradores–, mientras sus «ideólogos» esparcen semillas de doble sesgo esquivando las verdaderas razones mercantiles del proyecto. Nada preocupa, sino cauterizar la opacidad de movimientos a la sombra de palmeras en tierra de robles y encinas.

En períodos de solicitud de voto, a la búsqueda de diferenciar lo propio de lo equidistante, la praxis política se vuelve más convulsa de lo habitual. Sería de agradecer un dinamismo conciliador para la población, una correspondencia ética de no tergiversar la realidad o, al menos, de no contribuir a desinformar y polarizarla con fines partidistas que en nada favorecen los fundamentos del debate y confrontación de argumentarios. Ni tampoco los pronósticos de incertidumbre mundial que los datos sobre salud mental e inseguridad de porvenir auguran; más bien los agudizan. Cuando las estrategias utilizadas se ciñen al mantra de «todo va bien», la falta de escrúpulos retóricos manifiesta las carencias del opositor para revalidar el puesto en funciones públicas.

Necesitamos programas efectivos para la reconciliación económica de los sectores más desfavorecidos, enfocados a solucionar los problemas diarios de la ciudadanía; medidas efectivas de transformación que resitúen a la persona en el núcleo de todas las decisiones legislativas. Necesitamos confiar en los cargos políticos que serán elegidos este próximo 28 de mayo. Se trata de construir prácticas sociales ecofeministas, modificar los sistemas de producción intensiva y adecuarlos a los problemas reales del momento desde la perspectiva de conciencia de clase; establecer relaciones horizontales mediante actuaciones transversales; deconstruir jerarquías para remodelar nuevos formatos de sociedad y baremos equitativos de reparto que deriven en justicia social para los cuatro territorios históricos.

Euskal Herria merece candidaturas honestas que aborden corregir los déficits vigentes en materia social y sanitaria, provocados precisamente por quienes alegan ser garantes de su custodia: el equipo «Colmena». Merece transparencia en el modus operandi de sus licitaciones públicas. Merecemos una agenda solvente: mapas de actuación para cada pueblo, con espacios para la participación directa en todo lo que afecte a nuestros retos cotidianos; cercanía institucional en todos los ámbitos de la red.

En esta campaña debería haberse dado propósito de enmienda y, cuando menos, pedir disculpas por los «deslices» en materia de corrupción y demás deméritos ocurridos en su mandato, que culmina con un deficiente resultado. No es el caso del vocero jeltzale. Siempre que su rango mediático se lo permite, recurre a la oratoria fácil de quien no tiene otro objetivo que influir en sus masas a través del insulto. Su empeño podría resultar animalista, si no fuera porque su razonamiento del entorno y especies que lo habitamos evidencia su ignorancia más de lo que un presidente de partido debería estar dispuesto a exponer.

Tengo pleno convencimiento de que la escucha activa es una buena técnica para estimular el aprendizaje reflexivo. De ese modo se puede llegar a descubrir las intenciones del emisor –aunque sean previsibles–, rebatir el mensaje y demostrar hasta qué punto resulta erróneo, si no patético. Parece ser que, sin advertir la metamorfosis, me he convertido en avispa. Autóctona, en todo caso. Una vez más, encantado de conocerse, al mencionado su empeño en burlar la inteligencia le ha resultado boomerang: nos ha reconocido fundamentales para la transición, en este contexto de país que su partido pretende llevar al caos extremo. Nos ha atribuido funciones reguladoras de los ecosistemas y recicladoras orgánicas innatas. ¡Qué más se puede pedir que a EH Bildu nos comparen con avispas!

Somos hombres y mujeres que damos imagen y contenido a las listas de cada municipio de EH Bildu en Hego Euskal Herria. Arropadas por el sentir creciente de que mañana está en nuestra mano, con tu voto egingo dugu.

Somos la única alternativa posible a sus desmanes, a las puertas que giran a uno y otro lado de la incertidumbre de la gente. Las avispas, imprescindibles para el equilibrio del hábitat. EH Bildu, baluarte y compromiso con las personas, esencial para transformar los sueños en vidas dignas. Nuestra estrategia es la capacidad para la acción colectiva, la fortaleza del trabajo vinculado al pueblo, la convicción de que otra manera de hacer es posible, la política efectiva de gobernanza feminista, el empoderamiento de nuestras certezas ideológicas. Para que este gazta zati bat que somos en el mundo siga siendo maite dugun herria.

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