Agustin Gorbea
Afiliado de LAB

Europa: avance del nacionalsocialismo

Con humildad, pues no soy ningún experto en política internacional, deseo trasladar una reflexión ante la situación actual que viven los refugiados y refugiadas.

La situación bélica en países como Afganistán, Irak, o Siria, entre otros, está generando una situación de crisis humanitaria sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Es obvio que las personas que vienen a Europa de diferentes formas, y en muchas ocasiones arriesgando su vida, vienen huyendo de situaciones de guerra, inseguridad y miseria generadas en sus países de origen, situaciones de guerra que en muchos casos han tenido la complicidad total y absoluta de la propia Europa.

La respuesta europea a esta situación de extrema emergencia es negarles el derecho a asilo a las personas que huyen de esa situación, hombres, mujeres y niños, y entregarlas a manos de un país, Turquía, que ha violado los derechos humanos de forma permanente, entregarlas a Ankara, que da apoyo a los terroristas del Estado Islámico.

Esto, además de contravenir la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Convención de Ginebra, como apunta la propia agencia de la ONU para los refugiados Acnur, genera situaciones de exterminio y genocidio indiscriminado a la población civil más indefensa. Sencillamente impresentable.

La Europa actual se parece más a la Europa de 1933, con el crecimiento de corrientes nazis, que a una Europa defensora de los Derechos Humanos. Se han asumido las tesis de países como Polonia o Hungría, y estamos viendo un resurgir muy peligroso del pensamiento de extrema derecha, xenófobo, populista de nuevo cuño… crecimiento de la islamofobia.

Estamos ante un acto de terrorismo de estado que propicia crímenes de lesa humanidad. La desaparición o muerte de 10.000 niños que habían pasado a Europa es un hecho gravísimo, el tratamiento inhumano en campos de refugiados o, más bien, campos de concentración es inaceptable. La repatriación a Afganistán o Irak por parte del Gobierno dictatorial turco a sus países de origen a personas que han huido de ellos es sencillamente trasladarlos a una situación de tortura y posiblemente a una muerte segura. Esto debería suponer que los mandatarios europeos, desde Angela Merkel a Mariano Rajoy, tendrían que rendir cuentas ante el Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra.

Pero mientras la extrema derecha campa a sus anchas por Europa y se permite lanzar proclamas xenófobas y nazis e incluso se permite quemar centros de acogida de emigrantes, la izquierda está mirando al cielo. La respuesta que se dio a la guerra de Irak no se ha dado en estos momentos, cuando la situación hubiera requerido, y  requiere, una respuesta contundente.

¿Dónde están la Confederación Europea de Sindicatos, o la Federación Sindical Mundial, que no son capaces de salir a la calle en denuncia ante esta atrocidad? ¿Dónde están los partidos de izquierda que no movilizan a sus bases y a la sociedad? Entiendo que ha habido gestos importantes como el planteamiento de Izquierda Unida de denuncia a Rajoy, la apuesta del Ayuntamiento de Valencia, que quería fletar un barco a Grecia, o la postura del Gobierno de Nafarroa de quitar la bandera europea de sus sedes, pero la situación que atraviesa Europa de aumento de la extrema derecha y el genocidio necesitan de apuestas fuertes de la sociedad civil y de las fuerzas de izquierda y progresistas. Si lo seguimos permitiendo, será una de nuestra mayores vergüenzas.

Y como escribió Martin Niemöller, cuando queramos reaccionar, entonces ya será tarde.

Desde estas líneas, mi mayor deseo de que se acabe el sufrimiento para las miles de personas que en estos momentos padecen nuestra pasividad.

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