José Luis Úriz Iglesias
Exparlamentario y concejal de PSN-PSOE

Evitemos que machistas, xenófobos, negacionistas lleguen al gobierno

Está siendo especialmente duro este verano 2023, en lo climatológico, político, e incluso deportivo.

Comenzó con una tremenda campaña electoral, con la amenaza de que la derecha extrema y la extrema derecha culminaran su asalto al poder con el gobierno de España.

Afortunadamente el 23-J las gentes progresistas y de izquierdas reaccionaron y cortaron de raíz esa posibilidad.

Pero no han recibido con serenidad ese hecho y a pesar de que saben con seguridad que no les dan los números, Feijóo ha insistido con vehemencia en intentarlo y Felipe VI no ha tenido más remedio que permitírselo.

Así apenas terminado el verano, el 26 y 27 de septiembre tendremos su fracaso en la investidura que al menos tendrá algo positivo; entenderá que no ganó las elecciones, que sólo fue el partido más votado pero que no le da para acceder a la presidencia del gobierno ante la falta de apoyos, especialmente en la periferia.

En ese mes que queda la dureza de la contienda se mantendrá, probablemente subiendo de tono en esa campaña de desprestigio institucional en el que ambas derechas andan metidas.

No han entendido el mensaje de las urnas, ni la pluralidad de este país en lo social, político, ni en lo geopolítico. No entienden ni comprenden los nacionalismos, que haya gentes en Euskadi, Catalunya y una parte de Galicia que tengan identidad propia, que seamos un país de países que de alguna manera debemos reflejar en las instituciones.

Por eso no pueden ni deben gobernar para evitar más choques innecesarios.

Desde la aparición de Vox, ahora con el apoyo del PP después de su cascada de pactos, las derechas se han echado al monte, especialmente frente a derechos adquiridos con el gobierno progresista para mujeres y minorías como LGTBI.

Han entrada en los lugares en los que han pactado como «elefante en cacharrería», suspendiendo concejalías de igualdad, quitando banderas arcoíris, impulsando la censura retrógrada, impregnando su cultura machista y xenófoba.

Esa siembra ha traído consecuencias como el «caso Rubiales» a pesar de sus falsas críticas.

Lo ocurrido durante la final del mundial de fútbol femenino a cargo de este personaje resulta absolutamente impresentable y criticable.

Ha puesto en evidencia que la lucha contra el machismo que nos inunda está lejos de terminar y que leyes como la del «solo sí es sí» no sólo eran necesarias, sino que eran imprescindibles.
Pero lo más vergonzoso no ha sido el comportamiento de un machista con poder, lo peor ha sido observar el comportamiento de sus palmeros.

Ahora ante la avalancha de críticas y apoyos a la víctima, a las víctimas, muchos de esos palmeros reculan de manera impresentable, demostrando que además de ser machistas son cobardes. Un ejemplo evidente y deplorable ha sido el de los dos entrenadores, De la Fuente y Vilda.

Todos ellos deben ser apartados definitivamente del mundo del fútbol, masculino y femenino.

Pero también ha habido una reacción excesivamente tenue y timorata de los futbolistas machos, especialmente en la élite. Preocupante, muy preocupante.

También los machos y parte de las hembras de la sociedad han reaccionado tarde y mal. Aquí hay que hacer una profunda reflexión de si la labor didáctica que está haciendo el gobierno de progreso en este campo está siendo eficaz o no.

Quizás este episodio nos deba avergonzar a muchos que quizás en algún instante lo vimos como normal e incluso pensamos que las reacciones fueran exageradas.

La mayoría, especialmente los machos, debemos hacer un análisis de conciencia sobre nuestros pensamientos y comportamientos y desde el gobierno entender que tiene que seguir trabajando duramente los próximos cuatro años en un cambio ideológico profundo. Queda mucho, muchísimo por hacer y el «caso Rubiales» nos lo está mostrando.

Verano duro en lo político, en lo deportivo, también en lo climatológico.

Las cuatro olas de calor sufridas, la sequía pertinaz, batir todos los récords de temperatura tanto en las máximas como las mínimas nos están indicando que lo del cambio climático no es una exageración de los agoreros, que ya está aquí mostrándose con la máxima crudeza.

Por eso debemos poner freno como sea a que los negacionistas de este hecho, puedan tener cada vez más poder y acabar de destrozar lo poco que aún nos queda para llegar al desastre total.

En este campo es probable que aún tengamos que sufrir sus consecuencias en los pocos días que quedan para finalizar este verano 2023. Que septiembre nos depare violentas tormentas y episodios duros especialmente en la costa levantina.

Sus consecuencias están teniendo repercusión en lo económico. Ha pasado con ciertas frutas, con el aceite, probablemente con el vino, etc. Hay que tomarlo muy en serio.

Del análisis de este verano nos debe llegar a la conclusión de que bajo ningún concepto los impulsores del machismo, de la xenofobia, del negacionismo del cambio climático, o de la pluralidad nacional pueden acceder a más poder, ya tienen demasiado.

Resulta vital que el próximo gobierno sea progresista y de izquierdas, del PSOE y Sumar con el apoyo externo de PNV, Bildu, ERC, Junts y BNG.

Lo contrario tendría consecuencias terribles para la mayorá de nuestra ciudadanía.

Veremos…

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