Oihana Etxebarrieta
Parlamentaria de EH Bildu

Feminismo para proteger nuestras vidas

El curso pasado se llevó a cabo en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa la reforma de la Ley de Igualdad, a través de la cual se ha ampliado la conceptualización de la violencia machista y se ha eliminado la necesidad de denuncia. Ahora, es momento de pasar de las palabras a los hechos.

Comienzo a escribir unas palabras acerca del 25 de noviembre y se me hace imposible no mencionar la polémica que se ha generado en torno a una interpretación de la ley sobre las Libertades Sexuales. Me gustaría comenzar con una constatación, el lema elegido por el Movimiento Feminista de Euskal Herria no podía llegar en mejor momento: «Ante el miedo y el control, Justicia Feminista». Es evidente que el sistema judicial sigue siendo patriarcal, y que para hacerle frente, necesitamos más feminismo organizado, tanto en la calle, como en todos los rincones, también en las instituciones. A cada paso que demos, ahí estarán ellos, diciendo que no lo estamos haciendo bien, que pedimos demasiado, que ese no es el camino... pero de ninguna manera puede eso callarnos ni pararnos.

Si nos ponemos a hacer un repaso del año, me gustaría mencionar especialmente el incremento de agresiones sufridas este verano y sobre todo los ataques con pinchazos sin sustancia química. Estos ataques que buscan el miedo y el control son una muestra más del odio organizado contra las mujeres. Nerea Barjola lo explico a las mil maravillas: todos esos agresores que quieren a las mujeres sumisas y en casa, buscan crear un modelo de «terror sexual». A pesar de ello, ante cada agresión, un Movimiento Feminista organizado y coordinado ha tomado las calles; ha desarrollado protocolos de respuesta y ha denunciado cada agresión. Porque el silencio conlleva normalización y aceptación. Y ya hace mucho que dijimos que no estamos dispuestas a tolerar más esta situación.

Pero también me parece destacable la campaña de deslegitimización llevada a cabo en contra del movimiento feminista. No es casualidad, que a principios de verano, un partido reaccionario como Navarra Suma, quisiera suspender el protocolo feminista para las fiestas que estaba en vigor en el ayuntamiento de Iruña, una herramienta fundamental desarrollada en la anterior legislatura entre el gobierno del cambio y el movimiento feminista. También hemos sufrido ataques en contra de compañeras del movimiento popular que estaban llevando a cabo protocolos propios. Militantes del Movimiento Feminista de Algorta han tenido que declarar acusadas de resistencia a la Ertzaintza por defender la voluntad de una mujer, y eso es inaceptable. Durante años, el movimiento feminista ha estado solo ante la creación y el desarrollo de estos protocolos. Después han venido los procesos de las comisiones de fiestas y los desarrollados con distintas instituciones... y ahora, en vez de agradecer y poner en valor el trabajo fundamental que se ha llevado a cabo, parecen que quieren borrarnos del mapa.

El curso pasado se llevó a cabo en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa la reforma de la Ley de Igualdad, a través de la cual se ha ampliado la conceptualización de la violencia machista y se ha eliminado la necesidad de denuncia. Ahora, es momento de pasar de las palabras a los hechos. Es importante renovar o crear leyes que implanten un marco, aún más cuando se hace en la dirección que pide el movimiento feminista, pero estas no tienen ningún valor si no se fijan presupuestos y recursos técnicos para su desarrollo e implementación.

Este año, además, en estos tiempos en los que el fantasma del retroceso económico sobrevuela con más fuerza que nunca, debemos reivindicar aún con más insistencia la necesidad de las políticas y los servicios públicos. Identificamos también como necesidades básicas los recursos para avanzar en el camino de la igualdad o para hacer frente a la violencia machista. Tenemos que activar los recursos técnicos, económicos y políticos necesarios, impulsar unidades de igualdad, así como la estabilidad o la contratación de técnicas y técnicos de igualdad e impulsar espacios para fomentar la participación y la toma de decisiones de las mujeres. Espacios como las casas de mujeres, por ejemplo, se están convirtiendo en espacios privilegiados para la protección comunitaria, el reconocimiento y el desarrollo de procesos para hacer frente a las violencias... como bien se explica en el estudio "Democracia patriarcal vasca", la falta de servicios públicos activa un proceso de familiarización y, por lo tanto, para hacer frente a la violencia, tenemos que defender los recursos públicos.

Nosotras lo tenemos claro, fuera del 25 de noviembre y del 8 de marzo, queremos caminar junto al Movimiento Feminista de Euskal Herria, enriquecernos, debatir y seguir abriendo camino de manera conjunta. No concebimos una vida sin violencia para las mujeres vascas sin una vida digna y esa solo se conseguirá a través de un sistema público fuerte que cuide de su ciudadanía. Y ese sistema tiene que ser feminista a la fuerza.

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