Frente Popular como escudo
Los innegables avances de la derecha extrema en España y Francia (también en el resto de Europa) obliga a recurrir a unidades de acción para intentar frenar sus impulsos antidemocráticos y destructores de la política de progreso y respeto a la libertad. Todo ello tras comprobar la inercia personalista y alejada de la solidaridad necesaria para con las clases más depauperadas y castigadas por el capital y sus normas de desideologización; el individualismo supone alejamiento y rompe con la fuerza del debate y el análisis acerca del apoyo mutuo: no resulta comprensible que un obrero vote derecha y explotación, como falta de recursos igualitarios y engorde a las mafias empresariales.
Después de estas elecciones europeas se ha podido comprobar que Euskal Herria es diferente, pues los resultados han roto los esquemas de la España profunda, ya que los «malísimos» de EH Bildu han conseguido ser la primera fuerza política coloreando de verde la CAV y superando a los jeltzales de manera limpia y clara. Ortuzar se empeña en buscar argumentos para explicar la pérdida de votos y no quiere entender que su empeño en marginar a la coalición soberanista-abertzale le coloca en el más puro regionalismo de la mano de Andueza y su españolidad objetiva que le sirve para vender humo. La decadencia del PRV es un hecho y las puertas giratorias se comienzan a cerrar, pues hay muchos a la espera de colocaciones VIP y los lugares no son tan fáciles de encontrar (además de que la vigilancia resulta más directa y denunciable). La política que EH Bildu está desarrollando conlleva el apoyo de la población, pues su praxis resulta comprensible y cercana, donde su mayoría municipal ofrece limpieza y cercanía, escuchando los deseos y las propuestas vecinales.
Ortuzar debiera dejar de cavar en la huerta del «banktzoki» haciendo el agujero cada vez más profundo y autoenterrándose. La unidad entre vascos y vascas en este Frente Amplio conlleva generosidad y futuro y de ahí el secreto de los avances progresivos y el apoyo que recibe de la población. Además de las circunstancias concurrentes en Euskal Herria y la dispersión de votos en el Estado español, la preocupación debiera suponer un motivo para el análisis correspondiente a las fuerzas de izquierda («izquierda») que asaltan los cielos o que cainitamente restan en la suma por motivos infantiles y enfrentamientos protagonistas: «divide y vencerás»... Eso dice la extrema derecha española y lo va logrando. Extrema derecha solo hay una y procede de la herencia franquista y la monarquía, asumida por la «reforma» una vez muerto el asesino de El Ferrol y digerida por el resto de fuerzas traidoras que se conformaron con un reparto de sillones dejando a las fuerzas vivas del Régimen en los suyos: Judicatura, militares, policías, funcionarios...
Así, Fraga Iribarne con su AP-PP se imponen pariendo vástagos como Vox y Alvises, que con Feijóo y su secretario (un gallego obnubilado) repiten e iteran impotencia y venganza ciega. En la España profunda se pierden las ideas y las ruedas de molino suponen un buen nutriente espiritual, donde los recuerdos de la dictadura y sus asesinatos se diluyen en la desmemoria y el individualismo provocado por la falsificación y las ofertas dominantes de la falsa comunicación.
Los que hemos vivido la dictadura y coexistimos en la «dictablanda», con las ilusiones y los sueños vivos, después de haber soportado la tortura, la cárcel, y el exilio, suspiramos por conseguir ver a nuestros pueblos libres, desarrollando el auzolan y respetándonos como vecinos, logrando que nuestros hijos y nietas puedan habitar en paz y lejos de la explotación y el colonialismo. Para ello es necesario unidad y trabajo, desterrando ofertas bastardas que conllevan miseria y enfrentamiento; hay que derrotar a quienes no dudan en unirse para doblegar y dominar a las clases productoras de la plusvalía necesaria que les mantenga en el poder. La lucha de clases (Marx) tiene sentido a partir de su composición, de sus porcentajes, donde los obreros y campesinos suponen el 75% de la humanidad, luego vienen los «morroiak», los que se consideran clase media y hacen el trabajo sucio de la explotación. La oligarquía supone una pequeña pero criminal clase dominante.
Europa se ve rodeada por la decadencia fascista y la Francia de Macron lleva el camino de hacer bueno a Pétain, donde Marine Le Pen emerge peligrosamente como referente para una próxima gobernanza. Sin embargo, sin complejos y a una velocidad ejemplar, las fuerzas de progreso e izquierda se han unido para formar un Frente Popular al objeto de aunar voluntades y enfrentarse a la reacción e intentar parar el descaro neonazi que pretende destruir los esfuerzos libertarios de respeto. Lo que me ha producido ilusión ha sido comprobar la incorporación a dicho frente de EH Bai, con la intención de frenar al nazismo, al igual que EH Bildu ha hecho en la España de Sánchez para frenar a la basura derechista de Feijóo y Abascal. Ese es el camino, aunque dentro del laberinto concurran errores graves como el Sahara, los derechos de autodeterminación, la OTAN y otras promesas incumplidas. Nuestro pueblo, dividido entre Francia y España, con sus fuerzas abertzales definidas, sigue en línea y se une ideológicamente con el progreso, por la defensa de la libertad. Es un buen ejemplo para las fuerzas en dispersión de la supuesta izquierda española y algunos embriones de la vasca: Frente Amplio-Frente Popular. Gora herria! Euskal preso politiko eta iheslariak etxera!