Alberto Frías
Lurra kolektiboa

Garoña y otros desperfectos

Los medios de comunicación están esculpiendo con fuego en nuestras mentes, que la verdad única e inmutable del cierre de Garoña es la inseguridad del nuevo marco regulador del sistema eléctrico. Traduciendo para socialdemócratas despistados venidos a menos, que las multinacionales del crimen energético no ven rentable mantener el buque insignia del suicidio colectivo en un nuevo escenario que les obligue a cotizar por lo que hasta ahora les salía gratis, como que paguemos del bolsillo común la gestión de sus residuos nucleares. Es la vieja historia, más actual que nunca, de apropiarse del beneficio y socializar las pérdidas.

Detrás de esa cortina de humo se esconde el verdadero motivo del cierre, la insostenible, desde hace muchos años, situación de precariedad desde el punto de vista de la seguridad con la que está funcionando la gemela de Fukushima, y la impresentable respuesta que se ha dado desde la casta política cómodamente secuestrada en las alfombras de Endesa e Iberdrola. ¿Os habéis preguntado por qué los expresidentes y ex altos cargos de economía de los gobiernos del país vecino han acabado de ‘asesores’ con sueldos pornográficos de las empresas que ostentan el monopolio eléctrico en la península? Con gure Joxemari a la cabeza, el pistolero meapilas de Bush corresponsable del genocidio de Irak. ¿Os habéis preguntado por qué el partido guía que ameniza los hamarretakos de tortilla española con txistu y tamboril apoyó la ‘ley de economía sostenible¸ que posibilitaba prorrogar la vida de las centrales nucleares más allá de los 40 años de funcionamiento mientras suscribía las mociones que abogaban por el cierre inmediato del monstruico? Preguntar a los responsables de Hacienda de la Diputación Floral de Bizkaia. Disculpar el abuso de las comillas, pero cuando suena el mantra de la sostenibilidad me entra la risa tonta, y en un artículo tan sesudo-boludo como este queda feo poner ja, ja jajaja!!!!-. Pero no quiero engañar al contumaz lector/a que haya llegado hasta este tercer párrafo —acto de heroísmo en una sociedad hedonista que reproduce los titulares de los ilusionistas de la deformación informativa como si de su propia vida se tratase—; de lo que quiero hablar es de los «otros desperfectos».

Hace diez largos años, ante la respuesta meliflua y panfletaria de las estructuras políticas que con la boca pequeña pedían el cierre de Garoña y con sus actos, o sus omisiones y escala de prioridades, posibilitaban el juego de la ruleta rusa al que nos han condenado durante cuarenta interminables años, impulsamos la creación de la Iniciativa Araba sin Garoña. Una iniciativa que contra viento y resaca ha conseguido reunir, bajo el impulso del movimiento popular, a todos y cada uno de los agentes sociales y sindicales reales presentes en un territorio histórico, el alavés, tan ignorado como sorprendente. No es extraño que en el territorio de Euskal Herria donde nunca se ha perdido el trabajo colectivo, la «vereda”» —auzolan—, y el comunal siga siendo el régimen de (no) propiedad predominante en sus montes, los concejos —el pueblo reunido en asamblea— diesen un paso al frente en esta lucha, lo que sí ha sido sorprendente es que todas las fuerzas sindicales —ELA, CCOO, UGT, LAB, ESK, STEE-EILAS, CNT, CGT, UAGA— hayan sido capaces de aparcar sus lícitas diferencias para lograr un objetivo común.

Una unidad de acción sin precedentes, que a pesar de haber conseguido sumar fuerzas tan diversas como la práctica totalidad de comités de empresa o la inmensa mayoría del mundo universitario, ha sido ocultada y ninguneada por los medios de comunicación, no por la ciudadanía que año tras año ha llenado las calles de Gasteiz en mil convocatorias. Y la travesía del desierto no ha sido en vano, la movilización popular, por mucho que se quiera deslegitimar , ridiculizar o relativizar, ha sido el verdadero motor y causante del cierre de Garoña, por mucho que les pese tanto a los burócratas del modernismo verde que han sustituido la lucha popular por el spam informático y las notas de prensa, como a los agoreros del determinismo economicista que hace mucho que vendieron su alma y su praxis al posibilismo de un sistema que devora a sus devotos, como Saturno —Cronos— devorando a sus hijos por temor a ser destronado.

Hoy más que nunca es hora de reivindicar los sueños como armas cargadas de futuro, hoy tanto como siempre, es tiempo de repudiar a los vendedores de sueños cargados de humo. Detrás de Garoña, como de Lemoiz, hay un sistema herido de muerte, el de la centralización y acumulación capitalista, hay un viejo mundo que se acaba fruto de sus propias contradicciones, no seamos nosotros quienes le hagamos el boca a boca, no desactivemos nuestras propias alternativas aunque haya quien las utilice en sus programas electorales como quien pone esquelas, no sólo son buenas, son las únicas posibles y reales si en vez de hablar tanto de ellas nos dedicamos a hacerlas realidad. Llevamos demasiado tiempo discutiendo sobre el envoltorio y muy poco del contenido, hay que ser activos para no morir radiactivos.

Es hora de decir con orgullo »Nik ere Lemoiz eta Garoña gelditu nituen», es hora de reivindicar sobre todo puertas adentro, más allá de las declaraciones-metadona vacías de contenido, la virtualidad del movimiento popular para generar escenarios nuevos, es hora de articular el poder popular como herramienta de cambio social más allá de los cantos de sirena del institucionalismo radiactivo y castrante. Ayer Lemoiz y hoy Garoña, son los símbolos de un modelo que no se ha acabado por sí mismo, sino que hemos sido capaces de superar con lucha y entrega militante, con los mismos instrumentos que superaremos el entramado institucional que las sustentaba, si no nos dejamos tirar por la borda de esta y las sucesivas ciabogas que vendrán. Zorionak. Gora Herria.

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