Alejandro López Accotto, Carlos R. Martínez, Martín Mangas y Ricardo Paparás
Investigadores-docentes de la Universidad Nacional de General Sarmiento

Gobiernos populares en América latina

La supuesta demagogia irresponsable que se atribuye a los gobiernos populares ha generado crecimiento económico, mejora en las condiciones de vida de la población y un progreso en el combate a la desigualdad en los países en los que ha gobernado.

Para realizar la comparación hemos tomado cinco países que en este lapso de tiempo (2000-2015) han estado dirigidos por gobiernos de corte popular durante la mayor parte del período: Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Venezuela. Como representativos de gobiernos conservadores, o con políticas vinculadas a las ideas más ortodoxas en favor del mercado, se consideran a Colombia, México, Panamá, Paraguay y Perú.

Hace ya casi cincuenta años las Naciones Unidas han elaborado un índice, que se denomina de Desarrollo Humano, y que mide el mayor o menor bienestar de la población de cada país, en valores que van de 0 a 1 y que implican mayor desarrollo cuanto más alto es el índice.

Por otro lado, existe un indicador, el coeficiente de Gini, que mide el nivel de desigualdad existente en cada país en un rango que va también de 0 a 1 y supone una igualdad absoluta como valor 0 (toda la población tiene el mismo ingreso) y una desigualdad absoluta en el valor 1 (todo el ingreso está en manos de una sola persona).

La evolución de esos dos índices en los grupos de países mencionados en el período 2000-2015, en promedio simple, para cada grupo de naciones, da cuenta de los siguientes resultados:

• El Indice de Desarrollo Humano en los gobiernos populares pasó de 0,729 en 2000 a 0,752 en 2015 (+0,023), mientras que en los gobierno conservadores retrocedió de 0,768 en 2000 a 0,742 en 2015 (-0,026.

• El Coeficiente de Gini en los gobiernos populares pasó de 0,053 en 2000 a 0,447 en 2015 (-0,11), mientras que en los gobiernos conservadores fue de 0,542 a 0,478 (-0,06).

Los datos fueron tomados del Banco Mundial, Informes de Desarrollo Humano de Naciones Unidas (2002 y 2016) y Panorama Social de América Latina (CEPAL, 2016).

Como puede apreciarse la variación del índice que está directamente vinculado con la distribución del ingreso tiene una mejora muy superior en el caso de los países con gobiernos populares (casi el doble que en el caso de los países con gobiernos conservadores). La mejora ha significado que de una situación de base peor en el año 2000 se encuentran en el año 2015 mejor que el otro grupo de países. Efectivamente, uno de los objetivos más importantes en las políticas de corte «distribucionista» es mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables y combatir la desigualdad. Por eso podría no llamar la atención este resultado.

Se argumenta que estos logros son producto de políticas que deterioran el resto de las variables económicas y desfavorecen las actividades productivas. Sin embargo, el Índice de Desarrollo Humano que integra tres componentes (PIB per cápita, salud y educación), también ha crecido en el grupo de países con políticas distribucionistas (3,2 por ciento para el período 2000-15), frente a una caída en el caso de los países que desarrollaron políticas económicas ortodoxas (-3,4 por ciento para el mismo período). También en este caso se pasa de una situación comparada peor a una mejor para los países con gobiernos populares.

La supuesta demagogia irresponsable que se atribuye a los gobiernos populares ha generado crecimiento económico, mejora en las condiciones de vida de la población y un progreso en el combate a la desigualdad en los países en los que ha gobernado. No puede decirse lo mismo de los países que han llevado adelante políticas conservadoras u ortodoxas. Esta es la consecuencia más importante que nos deja este período histórico. Las evidencias así lo demuestran.

Por esa razón, existió una impresionante reacción de la derecha que al perder privilegios, no sólo económicos, en ese período histórico, al regresar al gobierno en Brasil, Argentina y Ecuador, se ha planteado como objetivo principal revertir ese progreso en el bienestar y la distribución. Para ello, se han aliado al poder económico concentrado, local y global, y sus principales socios, el Poder Judicial y los medios concentrados de comunicación, buscando revertir los avances logrados durante los primeros quince años de este siglo. Ahora, en Argentina, además cuentan, para alterar este progreso, con el espaldarazo del Fondo Monetario Internacional. Impedir que logren su cometido sólo será posible enfrentando en todos los campos las políticas neoliberales de estos gobiernos.

© Página12

Bilatu