Iulen Lizaso

Golpismo y verdad

«Ustedes son sembradores de cambio. El cambio concebido no como algo que un día llegará porque se impuso tal o cual opción política o porque se instauró tal o cual estructura social. Dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir. Hay que cambiar el corazón».

Las siento mías. Palabras del papa Francisco hace 2 años ante el presidente Evo Morales y el campesinado boliviano, animándoles a reivindicar las tres «T» como derechos sagrados de todo ser humano: techo, trabajo y tierra.

Para reivindicar derechos humanos y políticos fue más lejos: «Los pueblos del mundo quieren ser artífices de su propio destino. Quieren transitar en paz su marcha hacia la justicia. No quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil. Quieren que su cultura, su idioma, sus procesos sociales y tradiciones sean respetados. Ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía y, cuando lo hacen, vemos nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia, porque «la paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en los derechos de los pueblos particularmente el derecho a la independencia».

Qué lejos de la comprensión y el «lenguaje» de respuesta por parte del gobierno central hacia el pueblo de Catalunya, y que a muchos nos ayuda a despejar toda duda a la hora de discernir en que orilla quedarnos. Menos duda aún para asegurar que el espejo «democrático» del Régimen del 78... se ha roto.

Empañado y borroso desde que lo crearon, a diferencia del papel y la borragoma, un espejo no lo aguanta todo, pues aunque se quiera borrar, la imagen de los hechos guarda como memoria, y sobre el tema de la memoria de este país... espejito espejito.

Al margen de lo procedente o no del procés, es el caso mas flagrante de laminación y atropello democrático, devenido de aquel 23-F en nuestra malograda Transición. A plazo inmediato posiblemente solo sirva para desenmascarar a quien nunca ha sido capaz de entender y menos aún de asumir que, así como legitimidad sí, legalidad, al no ser mas que una palabra usada para definir una formalidad normativa de mejora en la operatividad gobernante... no forma parte de la condición humana.

Mas que nunca en foros sinceros y alejados de tertulias mediático-taberneras, hoy se debatiría entre legalidad y legitimidad. Pero mas que intelectualizar sobre ello desde cero, pienso que la operatividad del día a día aporta un sin fin de ejemplos y elementos de discernimiento tras los cuales favorecería la construcción de ese nuevo molde institucional donde acomodar a ambas con mayor sentido democrático y encaje que el que se les viene dando en la actual Constitución española.

En esos mismos foros y a raíz de los movimientos civico-politico-policiales de hoy en Catalunya, también alejados de guiones de embudo y calzador, debaten sobre el golpismo institucional en España, pero desde cauces elegidos como traza la filósofa Marina Garcés: «Cualquier problema, hoy, necesita múltiples entradas. Pero ¿cómo abrirlas si nuestra formación es, cada vez más de vía única?».

Y tras la pregunta, abro un inciso y la puerta del trastero educativo español, programado en base a modelos docentes cambiantes y alineados con un desarrollismo autodestructivo, competitivo y materialista, a costa de arrinconar materias que promuevan el librepensamiento y modulación de la mente a partir de la sensibilidad por el arte, la filosofía, la música y el aprecio a los valores humanos y espirituales.

El humorista gráfico Forges: tomando la seriedad por bandera... considera llegado el tiempo en que: por encima de mis credos e idearios es necesario ser sinceros e imprescindible hacer profunda y sincera autocrítica, para admitir que nos hemos convertido en un país mediocre. Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.

«Todo lo que es necesario para el triunfo del mal, es que los hombres de bien no hagan nada» (Edmund Burke). Así, resulta esperanzador que se empiecen a escuchar voces cualificadas de denuncia contra esta infamia nacional devenida a cortijo de casta política herederos de la trama que alumbró el Clan de la Dehesilla:

http://extraconfidencial.com/noticias/asi-creo-miguel-boyer-la-beautiful-people-donde-luego-penetro-isabel-preysler/

Pues a diferencia de otras disciplinas profesionales, para la función pública no se exige… ¡no se exigen! más que alineación ideológica y fidelización sectaria.

También el veterano juez de Menores Emilio Calatayud denunciaba o anunciaba en carta abierta dirigida a parlamentarios autonómicos, diputados y senadores, que se sigue «topando» en los juzgados con jóvenes de 16-17 años que no saben leer ni escribir y muchos de ellos ni hablar: «Nuestros niños son cada vez más brutos» asegura, terminando su carta de esta manera: «Cuando empecé en Menores, hace ya 29 años, un chaval me pidió que le condenara a aprender a leer y a escribir porque eso le serviría para ser libre, verdaderamente libre... deduciendo su corolario: Si un adolescente acaba la educación obligatoria siendo un analfabeto completo o funcional –que viene a ser lo mismo– tendrá muchas posibilidades de  ser explotado laboralmente, engañado o de acabar siendo carne de cañón».

El analfabetismo escolar con la educación obligatoria, es muy minoritario en España. Pero, pocas dudas sobre el analfabetismo político imperante, por parte de quienes sumidos en esa obesidad institucional, burocracia inoperante y pereza cultural, manejan una sociedad donde las carencias formativas en lo sociocultural y déficit de valores, promueven con perversidad una mediocridad ciudadana comparable.

Valores «castrados» como golpe social y culturicidio, a partir de una programación burda, grosera y alienante, de unos medios y esa caterva de mercenarios mediáticos a modo de tertulianos subvencionados para la propaganda institucional en cadenas de televisión (mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura... Forges), prensa, radio y todo su «atado y bien atado» de vía única y también obligada... pues el que se mueve desaparece de escena.

Esto último es el nuevo calvario para esa minoría auténtica de grandes profesionales de las televisiones públicas y columnistas de prensa, que forzados a expresarse contranatura no les queda otra que sucumbir ante la amenaza vengativa de unos directivos adictos al régimen y sus prebendas, que en labores de vasos comunicantes emponzoñan las mentes ciudadanas con la savia putrefacta de un estado corrompido.

Quizás fue el poeta Jaime Gil de Biedma quien mejor sintetizó nuestro drama: «De todas las historias de la Historia sin duda la más triste es la de España, porque termina mal. Como si el hombre harto ya de luchar con sus demonios, decidiese encargarles el gobierno y la administración de su pobreza».

Tras el inciso y volviendo a la otra orilla, conviene saber cuales son los móviles para que se hayan dado estos dos golpes institucionales en un país moderno, democrático, plurinacional y rico. Actitudes políticas previas y decisiones institucionales posteriores, han llevado a los hechos de hoy, que como consecuencia están viviendo-sufriendo en Catalunya: el Gobierno catalán «golpea» de manera ilegal como mínimo a un artículo de la Constitución y el gobierno español de manera legal golpeando históricamente un anhelo cívico-político, hoy legítimamente expresado por la mayoría de grupos parlamentarios representativos de la voluntad popular y el Gobierno de Catalunya y por otra por la ciudadanía de viva voz... a falta del refrendo en unas urnas.

Y será la aceptación o no de este último pequeño acto de nobleza gobernante y naturalidad democrática (lo de generosidad democrática del gobierno central, vendrá después de su «victoria» en esta batalla), quien en las próximas décadas, trace el futuro político, económico, democrático y cultural que haga posible o no la convivencia política y pervivencia como país culto y libre. Nunca con la oposición maniatada por su pasado policial e infiel a la justicia internacional, al no presionar por el derecho de los pueblos a su libre determinación reconocido por el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya mediante sentencia reiterativa del 22 de julio de 2010 en Kosovo.

No se trata de desgajar el país por nacionalismos territoriales envueltos de ideologías ultramontanas; tampoco poner fronteras por separatismos anacrónicos. Se trata de ser y decidir en igualdad... sin mas etiquetas ni color.

Pero no nos llevemos a engaño por el hecho de pensar que de ahí vendrá la paz social, pues por muy independiente que fuera Catalunya en su orilla dorada, la creciente brecha que separa las orillas entre clases sociales quedaría intacta... pues los cambios reales solo se dan desde el corazón.

«El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia»... escribía con gracia Miguel de Unamuno. Así exponía nuestra pobreza política, acrecentada desde 1978 con el «café para todos» como mecanismo constitucional del nacionalismo español, para igualar a la baja con el resto de territorios, los legítimos derechos de los cinco «dedos» que conforman la unidad de la mano de La Iberia de los Pueblos.

Café para todos y por igual, sí, pero no desde la ruina económica, política y agravio comparado que supone dispensarlo en 17 cafeteras. Cinco «cafeteras» diseñadas, construidas y compartidas entre todos, para pasar a ser plasmadas en un nuevo proyecto de país. A partir de ahí, cada pueblo elige su café, grano de molienda, grado de tueste y con que vecino quiere degustarlo en un simpático cruce de dedos..sin que ningún pueblo obligue a otro.

Cuarenta años de dictadura más otros 40 de constitución postfranquista, demasiado lastre para levantar vuelo a la manera en que lo hizo la vecina Portugal desde la Revolución de los Claveles atendiendo a la voz de la ciudadanía y no de la élite oligárquica, y hoy  también con su desobediencia a los dictados de la Troika europea... y la prensa española ocultando su progreso.

Desprecian la piedra angular que crea el edificio de la Paz y asumen el lastre ideológico que hoy copa las administraciones públicas principalmente la de Justicia, como piedra abrasiva que viene desgastando la moral del país, hasta arruinar el futuro de esa juventud cualificada que huye, para sumirnos al resto, en la tristeza a unos y en la pobreza a cada vez más. Todo consecuencia de esa cultura ramplona y corrupta de una clase política dada mas al cálculo electoral y el beneficio personal que a la búsqueda del bienestar global de una ciudadanía que ve como el «escaparate» del país se moderniza, en la misma medida que en la trastienda el progreso social se ha detenido volviendo en lo político hacia la España del siglo XIX... peligrosamente.

Entrados en el siglo XXI, resulta surrealista que nuestros gobernantes elijan ese desgaste histórico, rémora en el progreso, descrédito internacional, deterioro relacional y desafección institucional, a costa de mantener esa patología política de un ultranacionalismo imperialista, competitivo en lo territorial por banderas, ideologías, razones legales, constitucionales, hegemonías políticas... Y retomando a Unamuno: «Hay que buscar la verdad y no la razón de las cosas. Y la verdad se busca con humildad. Primero la verdad que la paz»... sabias palabras, a su vez muy alejadas del hacer institucional, pues seguimos siendo el país del mundo con mayor número de desaparecidos y aún hoy gran parte de la verdad de nuestra historia, sigue escondida en las cunetas de las carreteras... en complicidad con el silencio hipócrita de la alta jerarquía de la iglesia católica española, sabedores que sin la honra y reparación debida a esos hermanos cristianos, jamás habrá paz en un país que después de 80 años del golpe fascista, aún mantienen legalizado y más latente que nunca, el ideario colectivo de los «vencedores».

El esclavismo fue legal; el feudalismo fue legal; el xolonialismo, el fascismo, el Apartheid, las dictaduras... todas fueron legales pero no legítimas en justicia, pues: «La legalidad es una cuestión de poder, no de Justicia», pero en un país donde justicia y poder político se alían en complicidad... la paz social también busca su exilio.

La deuda española es legal desde que en agosto de 2011 con nocturnidad y estivalidad en base a un acuerdo explícito del bipartidismo pendular y el silencio cómplice de los otros dos partidos nacionalistas, fue incrustado en la Constitución el texto con el compromiso de pago a la banca privada alemana incluyendo intereses... ¿es legítimo que todos los ciudadanos carguemos con esa hipoteca devenida de una mala praxis financiera?... ¡privada!

Expertos de la Universidad de Harvad calculan que España tiene el récord histórico mundial de bancarrotas de estado (13 a falta de la última). También el récord europeo de multas por incumplimientos en la normativa y objetivos de la UE. Todo, todo eternamente silenciado por los medios españoles... y en casa perdonando multas millonarias por fraude a los consumidores a empresas de telefonía... fuertes con el débil y débil con el fuerte... ¡cobardes!

Ambas partes reconocen tener razón; uno la razón de la legitimidad como pueblo con derecho histórico a la libre determinación y otro la razón de la legalidad constitucional como estado centralizador de últimas y únicas decisiones que no reconoce ese derecho a los gobiernos periféricos. Dos razones inequívocas desde el relato; dos instituciones que de manera inequívoca se golpean mutuamente desde el relato... y de la verdad, ¿como discernirla desde esa vía única que nos ofrecen los medios de comunicación españoles?

Me viene la imagen del paseante capaz de hacer parar en gran pendiente a un autobús repleto de viajeros, al ejercer su legalidad en el paso de cebra. Le asiste el derecho preferente de paso... ¿y el sentido de cordura que legitima al conductor? ¿que hubiesen clamado todos los viajeros de haberse percatado de la «disputa» entre ambos, al margen del «chip» de legalidad incrustada en sus mentes sobre el código (en este caso)?... ¡un clamor!

«Es necesario ser audaces; pues aunque con algunas personas puede razonarse, con otras no queda más que conmocionarlas, diciendo, haciendo o proponiendo algo audaz que las haga titubear… y sólo así comenzarán a pensar»... aseguraba el político radical y liberal revolucionario Thomas Paine.

Décadas de violencia armada y terrorismo intentando conmocionar al país y a gobiernos que prometieron una transición igualitaria del franquismo autárquico hacia una democracia moderna... ambos han fracasado. Doblemente los segundos al arremeter con el mismo encono vengativo, a quienes hasta hoy con el mismo fin que los primeros, empuñan como arma, la letra desobediente y las urnas... la crítica eficiente, la de mente fría y corazón ardiente... del escritor Braulio Peralta...nos llevará siempre a estar en el filo de la navaja, aunque no importe perder esta batalla si ello nos lleva a ganar la guerra... la paz y la concordia que tratan de hacerse escuchar entre los pueblos ibéricos amantes de la igualdad en la diversidad cultural... ¡un clamor!

Desde clásicos antiguos como Platón: «Mientras la gente buena no necesita leyes para actuar con responsabilidad, las personas malas encontraran la forma de saltársela» e historiadores como Cornelio Tácito: «Cuanto más corrupto es el estado, más leyes tiene»... hasta la prensa internacional por los mismos enunciados hoy, por mucho que la gran canalla mediática del país trate de mantener la verdad secuestrada, por su audacia política, Catalunya ha saltado a primera página de la crónica internacional... también el Gobierno del Estado español, pero por muy diferentes motivos y valoraciones.

Ni patria ni aberri como señuelos pasionales de virtualidades nacionalistas grupales... a costa de derechos individuales. Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de llegar... se refería Bertold Brech para todos los tiempos de crisis sistémicas en que los cambios se hacen imprescindibles... Nación foral, estado confederal, soberanía compartida... baraja el lehendakari vasco como nuevo que debe llegar a la vez que suplica, reivindicando aún hoy la negociación de viejas competencias históricamente de un Estatuto en «coma profundo», incumplidas por parte de quien como batuta nacional señala con el dedo dominante e impositor... la mano dura de un estado feudal.

Suplica, a pesar de haber quedado sobradamente demostrado que sin el derecho a decidir en igualdad, nada sirve, pues lo que hoy te doy a cambio de... mañana te lo quito a cambio de nada: tu me apoyas en los presupuestos (pago al contado) y yo te concedo tal transferencia (pago en diferido..o nada). La banca central siempre gana... la mano palmípeda todo lo abarca.

Derecho a decidir como primera nota de esa nueva partitura autónoma y que sin ella el resto de notas, normas, competencias, estatutos, no sirven para nada mas que para lo que ha sido. Cuarenta años de escenificación entreteniendo a la ciudadanía desde su zona de confort, cuando tras bambalinas en la escenografía nacional, olvidan todo el sentir de sus votantes autonómicos. Tibieza y engaño por parte de los dos partidos hegemónicos vasco y catalán, al sostener aún hoy (el primero) esa farsa nacional en complicidad con la corrupción y deterioro social al que nos han llevado. Mediocridad global a cambio de privilegios sectarios de casta política y elites económicas

Cinco dedos, cinco batutas, cinco cafeteras... Llegando a ello, cuidado con el señuelo también de la izquierda de aquí y de allí: «Primero hagamos país y luego...»; luego no, ¡a la vez!, porque tanto en España como en Catalunya ¿que hay de las dos primeras «T» del papa Francisco? Así, cuidado, pues si el uno solo conocido es muy lobo, principalmente los otros dos que en 40 años como monaguillos mendicantes de transferencias e infraestructuras faraónicas para engordar el «honorable» 3%, lo han mimado, lo han criado, son igualmente lobitos detrás de la escoba. Igualmente cómplices de esa corrupción estatal, barrenderos y maquilladores de sus vergüenzas, cada uno en su propia casa, en su propia televisión autonómica, en su propia prensa territorial. Piratas autonómicos porque solo tienen un barco, cuando con una flota serían igual conquistadores imperialistas... que el lobo hispano.

Así, el problema primero es la mentalidad: ideología nacionalista y cultura del pelotazo (en muy diferente medida ambos) y la actitud después; dos impulsos inseparables como carne y uña en un mismo dedo. En tiempos de bonanza y adormilamiento social, todo es maquillable hasta las uñas, pero así como a los niños se les conoce en el recreo a los adultos en el enfado, y hoy el lobo nacional, enfadado muestra sus dientes (creíais que no nos íbamos a atrever a tanto) al poner el dedo dolorido en llaga ajena, pero descuida que sin dedo no hay uña, pero sin uña... si hay dedo. 

Termino con una reflexión ajena a modo de diagnóstico de primerísima lectura: «Si ya fue un error en su día querer atar a fuerza de privilegios a territorios que por su naturaleza no hubieran pertenecido a ese marco común en un plano de igualdad, y todo por mantener esa absurda entelequia monárquica llamada España, que no ha existido nunca por convicción general, ¿qué sentido tendría ahora ahondar en el mismo error magnificándolo?” Gracias Paco Bello..... y a la Tierra como única Nación».

... y la cita para siempre: «La verdad es un espejo partido que nadie posee por completo. ¿Mi verdad? no, ¿tu verdad?, tampoco. Juntémoslas y tendremos ambos una porción de verdad más grande». Exiliado republicano, hoy como entonces Antonio Machado.... no se sentiría cómodo en esta España.

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