Gonzalo Larruzea Román

ILP: La verdad cuanto más hermosa, más simple

Amaia Arregi se ha equivocado dos veces. Una, por el autoritarismo que supone impedir un debate, después de haber generado unas posibilidades para la participación ciudadana. Y la segunda, por tratar de justificarlo con infundios sobre la instrumentalización partidista de la iniciativa.

Cuando se están apagando los ecos de la Iniciativa Popular Eskola Inklusiboa tras el portazo a su tramitación en el Parlamento Vasco, nos encontramos con los afanes tardíos de la parlamentaria Amaia Arregi (PNV) ("Deia", 23/10/2010) buscando desenmascarar presuntas dobles intencionalidades que solo pueden entenderse desde un afán por justificarse ante el malestar ciudadano que ha producido el rechazo parlamentario. Así que aquí nos vemos obligados, por alusiones, a contarle la verdad «completa» a Amaia Agirre que, por simple, igual le parece increible.

Aunque parezca obvio, tal vez no sea superfluo recordar que Zubiak Eraikiz no somos responsables del tratamiento mediático que se haya podido dar al hecho singular de que un ciudadano que no es parlamentario haya podido tomar la palabra en el hemiciclo. Más aún, nos consta la incomodidad que determinado sensacionalismo ha producido en nuestro compañero Sabin Zubiri, que se ha esforzado en público y en privado por resaltar el carácter colectivo de la iniciativa popular y por no desviar la atención de lo fundamental: la segregación escolar.

Dicho esto, es verdad también que no se puede decir que con Sabin Zubiri «ha nacido un estrella». Efectivamente, es un conocido militante de muchas causas sociales, buscador incansable del bien común, siempre valorado por su competencia y su integridad. Por cierto, llama la atención que, pese a ser este un país pequeño en que todos nos conocemos, los servicios de información de Amaia Arregi le hayan fallado crasamente en algún dato de los que ha aportado sobre su trayectoria, por lo que rogamos que se documente mejor. Pero esto no pasa de un desliz anecdótico y ya llega el momento de pasar de lo personal a lo colectivo.

Suponemos que Amaia Arregi no pretenderá que a la ciudadanía se le caiga ningún velo de inocencia si le contamos que los miembros Zubiak Eraikiz no somos seráficos seres apolíticos con asepsia ideológica propia de una neutralidad extraterrestre. No. Estamos configurados como plataforma no vinculada a ningún partido, ni sindicato, pero ello no impide la trayectoria pasada o la pertenencia presente que puedan tener algunos de sus miembros a diferentes organizaciones políticas o sindicales. Solo hay un límite autoimpuesto: no ser cargos institucionales u orgánicos de organizaciones políticas, mientras se representa a la plataforma.

Quizá no entre en la cabeza de Amaia Agirre, acostumbrada a las intrigas políticas, pero el proceso de la ILP ha sido mucho más hermoso y simple de lo que se puede imaginar. En Zubiak Eraikiz –repárese en el significado del nombre– estamos convencidos de que no hay cambio social desde la fragmentación. Solo la unión de fuerzas sociales y políticas, solo la profundización en la participación ciudadana puede traer trasformaciones sólidas.

Nos hemos cuidado muy mucho en evitar sesgos partidistas. Nuestra campaña ha sido clara en su mensaje, pero llena de respeto. Hemos buscado un «mínimo común denominador» en las propuestas que permitiera la adhesión generosa de organizaciones, que han sabido transcender aquello que no les gustaba o que les resultaba insuficiente, porque no ha sido la ILP de nadie en particular. No hemos sido arietes de ninguna organización sindical ni política. Una iniciativa de parte jamás hubiera suscitado la adhesión entre diferentes sindicatos y partidos que ha suscitado la ILP.

Hay un mérito enorme en las organizaciones y partidos que nos han apoyado, aparcando algunas diferencias por comprender el carácter estratégico de la apuesta, poniendo a la vez en evidencia las resistencias al cambio de otras fuerzas a la defensiva. En eso sí hay que reconocer la coherencia de Amaia Arregi y de su partido. A diferencia de otros, el PNV no apoyó al principio y no ha apoyado al final. Se ha resistido desde el principio a introducir medidas de transformación en la educación vasca, muchas propuestas por el Ararteko y por el Consejo Escolar de Euskadi, y ha mantenido su resistencia hasta el final.

Por último, es un dislate comparar magnitudes diferentes. No tiene ningún sentido contraponer los votos obtenidos en una contienda electoral, a partir de una poderosa y centenaria maquinaria de partido, con las firmas de apoyo a unas propuestas sectoriales obtenidas desde una humilde plataforma ciudadana, en el uso de un mecanismo de participación ciudadana. Una vía institucional que sencillamente reconoce la posibilidad de plantear un debate parlamentario. Tan solo se trataba de eso, de un mero derecho a proponer, avalado por una ley que, por cierto, fue apoyada por el PNV con sus 400.000 votantes. No sabemos –no podemos saberlo– si algunos de esos votantes también son firmantes de la ILP. Pero, sea como sea, es una debilidad argumentativa invocar la sintonía del votante del PNV con la inclusión y haber impedido el debate de una ILP que busca lo mismo.

Amaia Arregi se ha equivocado dos veces. Una, por el autoritarismo que supone impedir un debate, después de haber generado unas posibilidades para la participación ciudadana. Y la segunda, por tratar de justificarlo con infundios sobre la instrumentalización partidista de la iniciativa. La ILP, pese a ser rechazada, ha quedado reconocida como un ejemplo de buena práctica participativa. Nos sentimos muy reconocidos ante palabras como las expresadas por Maite Huarte, miembro de la plataforma por la Escuela Pública de Vitoria-Gasteiz, en un reciente artículo suyo ("Noticias de Álava", 04/10/2018), con las que terminamos: «La plataforma Zubiak Eraikiz ha llevado a cabo un proceso participativo de libro, de ese que les gusta a las instituciones y que plantean como camino a seguir».

En nombre y representación de Zubiak Eraikiz firmamos José Ramón Otegi, Rafael Mañeru, Manuela Marin, José Luis Ruiz, Andoni Basterra, Silvia Zubilleta, Francisco Blanco, Ángel Pérez, Javier Romaña, Dolores Cuesta, Jesús Mentxaka, Mariano Espuñez, Josetxo Álvarez y Gonzalo Larruzea.

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