Indignidad…
Se cruzan las acusaciones entre los frentes políticos y se ponen en valor los intereses particulares de sectores aferrados al pasado utilizando calificativos que contradicen su actuar histórico (o histérico). Está pasando con el tema carcelario y que corresponde a presos que fueron militantes de ETA, los cuales fueron condenados por los tribunales correspondientes a penas de cárcel concretas y que tienen fechas de comienzo y final. Las cárceles son lugares donde se restringe la libertad y los días pasan sin tregua entre cuatro paredes y con normas de cumplimiento reglado por el orden penitenciario. Las asociaciones de víctimas (las afectas a la extrema derecha) hablan de indignidad por el hecho de sumar los días y noches carcelarias que los presos que fueron de ETA han pasado entre Francia y España, como si las cárceles no fueran lo mismo a la hora de mermar la libertad de las personas, como si la vida de castigo pudiera alargarse según los intereses de los grupos facciosos que pretenden dirigir la ley desde la incompetencia y la venganza.
Resulta curioso que sean los abanderados del asesinato, los defensores del franquismo, la extrema derecha hispánica, los que siguen sin laborar por vaciar las cunetas y castigar a los asesinos y sus defensores, responsables de los miles de muertos ejecutados por la Dictadura quienes hablen de indignidad a la hora de computar el tiempo carcelario real que sufren los militantes de ETA que pasan de largo lo que les debiera corresponder en lo establecido por la legislación europea. Porque Europa les conviene cuando legisla con arreglo a sus intereses y no dudan en votar sus planteamientos legales si confluyen con sus objetivos políticos. Da la casualidad que la tan cacareada merma de condenas que se aduce para con los presos vascos ha sido votada por la totalidad de los grupos políticos para poner orden democrático en la legislación española, lo cual no rebaja las penas carcelarias, más bien pone un cierto orden en el cumplimiento real de las mismas, cuestión que la España retrógrada y vengativa se empeña en alargar y distorsionar de manera ilegal e imprudente. El hecho de que se sumen los días carcelarios para que se rediman las condenas supone claridad y limpieza cara al cumplimiento de la ley, por ello, a nadie debiera sorprender que las condenas tengan un final definitivo y que los acusados logren la libertad una vez cumplido el castigo impuesto por los tribunales, sea este justo o injusto.
Ahora es el momento de los mercenarios de la palabra y de la frustración, donde la señora Ayuso, Samper o el gallego Tullido se reivindican contra una ETA inexistente (13 años de su disolución), culpando a una agrupación legal mayoritaria entre el electorado vasco (EH Bildu) de pactos indignos que afectan a las «víctimas del terrorismo», y todo ello porque Europa convalida el tiempo pasado en diferentes cárceles para cumplir las condenas impuestas. Las otras «víctimas», las de Franco y los franquistas, las del BVE, las de la Triple A, las del GAL, esas no cuentan, pues esos muertos eran necesarios para imponer sus objetivos y para defender la España que un tal Andueza recorre en su «rocinante» mesetario para negar la nación vasca. La indignidad resulta difícil de soportar si nos paramos en el tiempo y repasamos la historia de la insurrección vasca, donde los enfrentamientos surgieron a partir de una opresión sanguinaria desde la España franquista hacia los territorios vascos del sur de Euskal Herria (no digo nada sobre las otras naciones oprimidas, pues sus luchas son las que son y han sido)...
Franco se fue matando a Txiki y Otaegi, además de a Baena, Sánchez Bravo y García Sanz como acto de autoridad y sin contemplaciones, hoy, sus herederos, serían felices si la guillotina, la horca, el garrote vil o el fusilamiento fuesen legales y se llevaran a la práctica, donde la eliminación física del enemigo fuese prioritaria y necesaria para una mejor dominación.
¿Por qué una mayoría de vascos y vascas votan en Euskal Herria a partidos independentistas y no lo hacen a favor de los unionistas? Esa es la cuestión. Porque no se creen las mentiras de la centralidad y porque las cuestiones de solidaridad y libertad se hallan profundamente arraigadas en su estatus social. Debemos estar vigilantes y atentos a los movimientos en el tablero político, porque los intereses bastardos que subyacen tras los pactos estatutarios conllevan indignidad manifiesta, ya que los apoyos firmados suponen reparto de beneficios y sillones entre clases regionales. La nación vasca será reconocida cuando los vascos y vascas soberanistas consigamos el derecho a decidir y ello legará a partir del esfuerzo y la unidad militante de nuestra sociedad, y cuando el sentido común derrote la miseria política de una España caduca y reaccionaria que todos y todas debemos soportar y sufrir. Por todo ello, nosotros a lo nuestro, a seguir con el «frente amplio» y la honestidad política, demostrando que somos diferentes y que la «unidad» impuesta resulta una justicia indigna y antidemocrática, cuestión que también preocupa sobremanera a los adversarios y al enemigo. Gora herria!
Euskal preso politiko eta iheslariak etxera!