Inmigración y diversidad cultural en Gasteiz, a pesar de Maroto
Una vez más Maroto en particular y el PP en general, llevan a las primeras líneas de las portadas informativas frases con tintes xenófobos. Esta vez le ha tocado a los gasteiztarras nacidos en países del Magreb. Desglosemos sus argumentos.
El argumento del «efecto llamada» es, simple y llanamente, mentira. Del 2012 al 2013 la población gasteiztarra nacida en el Magreb ha descendido un 9,3% según datos del propio Ayuntamiento. Un descenso más pronunciado que el de la población extranjera en general, que ha bajado en el mismo periodo un 8,0%. Y es que la mayoría de la gente que viene a Gasteiz a vivir, sean del Magreb, sean de Madrid, sean de donde sean, no viene por las ayudas sociales, sino a trabajar. Así lo atestiguan diversos trabajos realizados por la propia Diputación.
Y es que tal y como está la cosa por aquí, lo normal es que ocurra lo que está ocurriendo, que la gente se marcha (¡y no solo los extranjeros!, por cierto). Pero es que además, si nos molestamos en saber qué es el RGI y que criterios hay que cumplir, nos daremos cuenta de que muy pocos, o nadie, quisieran estar en situación de poder cobrar esa ayuda. Copio y pego un resumen de la información que Lanbide tiene en su web sobre el RGI.
«El RGI es una prestación económica mensual para atender las necesidades básicas de las personas y familias que no disponen de recursos suficientes y que les ayuda a encontrar una salida laboral. (…) Esta ayuda la pueden cobrar las personas que no disponen de recursos o los que tienen son insuficientes para cubrir sus necesidades básicas, y que reúnan una serie de requisitos». Entre los requisitos generales me he encontrado con que hay que estar empadronado y tener residencia efectiva en Araba, Bizkaia o Gipuzkoa durante los 3 años anteriores ininterrumpidamente o constituir una unidad de convivencia como mínimo con un año de antelación a la fecha de presentación de la solicitud. Por lo tanto, aquí encontramos otra de las razones de por qué no se cumple el «efecto llamada».
Simplemente porque quien quisiera venir y aprovecharse de las ayudas tendría que vivir en la miseria como mínimo durante tres años, o toda su familia durante uno. Y resulta que el discurso del «no tienen ningún interés en trabajar» también es fácilmente desmontable, pues resulta que otro de los requisitos para poder cobrar la ayuda es estar inscrito en Lanbide como demandante de empleo. Por tanto el que no quiera trabajar, como dice Maroto, automáticamente deja de cobrar la prestación. Otra cosa es que desde Lanbide no te llamen nunca para ofrecerte un puesto de trabajo y la situación de pobreza de mucha gente se alargue en el tiempo, lo cual ya es un castigo en sí mismo, ¡como para que encima te digan que estas defraudando! Pero es que encima parece que el que cobra el RGI ¡se forra! En el mejor de los casos lo que un demandante cobrará serán 612,41 €.
Pero todo lo anterior, no parece que sea realmente algo que le preocupe a Maroto. Seguramente todo eso él ya lo sabe. Más bien parece la excusa para atacar a gasteiztarras que no son de su gusto. Porque para él, el problema es que ‘ellos’ no se quieren integrar. ¿Pero cómo puede integrarse en ningún sitio alguien que es continuamente criminalizado y puesto en el punto de mira por su propio alcalde? No parece que utilizar el discurso de la integración contra una parte de los gasteiztarras sea la mejor manera de impulsar la convivencia y el reconocimiento mutuo.
Y esto es lo que más grave me parece. ¡Que parece que Maroto tiene declarada una cruzada contra parte de su ciudadanía! Y me pregunto, ¿cuántos magrebíes conocerá Maroto para decir lo que dice? Porque según se desprende de sus palabras uno diría que les conoce muy bien. Pero resulta que en cualquier conflicto social, cuando se quiere atacar a alguien, lo más fácil es construir una imagen simple y homogénea sobre ese colectivo y para ello no hace falta más que construir una sola historia y repetirla continuamente, desde diferentes ángulos. Da igual qué recorrido vital hayan podido tener cada uno de los y las vecinas a las que nos estamos refiriendo; quizás han estado trabajando a destajo en obras sin papeles y sin derechos y ahora no tienen nada, o han estudiado en la universidad y ahora no encuentran trabajo (porque además «tienen mala pinta») o es una mujer divorciada que está trabajando pero cobrando una miseria.
La historia personal de cada cual, da lo mismo. Simplemente hay que despojarlos de una identidad propia y decir que «no tienen ningún interés en trabajar o integrarse», tan simple como eso.