Gabirel Ezkurdia
Politólogo y analista internacional

Irak será «la madre de todas las guerras»

Un Estado kurdo, otro árabe suní y otro árabe chií es lo que propone de modo exhaustivo el memorándum. Por supuesto, EEUU hace suyo este plan

El pasado día 22/6/14 Joseba Ugarte, en un extenso artículo en GARA, aprovechaba el cúmulo de nuevas alianzas tácticas en Medio Oriente para dedicar una gran parte del texto a tratar de justificar lo que autodenomina «teorías del ninismo» de las críticas antiimperialistas. Lo cierto es que el hecho de reparar de modo superficial en la vorágine de nuevos pactos no da, al margen de las evidentes contradicciones, para más que obviar la complejidad del torbellino.

Las alianzas contra natura son complejas de analizar en general y en el mundo islámico en particular. El pacto Ribbentrov-Molotov, por ejemplo, se explica ¡70 años después! como acierto táctico de Stalin; por contra, en Oriente Medio tenemos decenas de pactos entre organizaciones o países enfrentados que una vez analizados tras el filtro del tiempo fueron claramente lesivos respecto al objeto final.

Pero el objeto de este artículo no reside en tratar de analizar los mimbres del pacto entre la resistencia nacionalista baathista y el yihadismo instrumental o los posibles pactos de interés entre EEUU y árabes chiíes de Irak, ya que estos son elementos de análisis casuísticos y puntuales que impiden ver el trasfondo global del tablero del Medio Oriente.

Así es, la esencia interpretativa estructural que explica la vorágine actual, pese a que Ugarte lo niega con vehemencia, está basada fundamentalmente en dos ejes que se retroalimentan: el imperialismo como continente y el pansionismo como contenido: la verdadera esencia de lo que hoy transciende: Israel como director de orquesta, EEUU como batuta y yihadistas, «revolucionarios primaverales» y demás solistas junto a la orquesta completa de saudíes, turcos y demás proveedores tocando la Sinfonía Sionista del «Eretz Israel».

Como en su momento dijo el líder nacionalista árabe Sadam Husayn, la guerra contra Irak iba a ser la madre de todas las guerras. Muchos se mofaron pero el tiempo ha dado la razón al líder de Baath ejecutado por la ocupación imperialista.

En efecto, en estos momentos la situación, además de confirmar la sentencia histórica de Husayn, nos lleva de modo obligatorio a los textos estratégicos del sionista Oded Yinon, más conocido como “Plan Yinon, estrategia de Israel para los 80”, que diferentes analistas como Chossudovsky o Nazemroaya han recuperado últimamente al albur de los acontecimientos.

En 1982 Yinon planteaba un conciso plan de fraccionamiento de Oriente Medio y el Magreb con objeto de garantizar la supervivencia de un Gran Israel como potencia regional imperial. Esta lógica ha seguido imperante desde entonces como eje de análisis sionista y, por ende, de sus valedores estadounidenses.

No es baladí recordar los antecedentes, ya que desde su origen el sionismo revisionista ha pactado con diferentes actores en función de su objetivo final: la creación del Gran Israel (Eretz) desde el Eúfrates al Nilo según Theodor Herzl, «inventor» del sionismo.

Así, desde los pactos secretos con el nazismo en 1933 (Haavara), las propuestas de colaboración con Hitler del Grupo Stern en 1941, pese a que exterminaba ya a judíos por cientos de miles (asimilacionistas en su mayoría y prescindibles para el sionismo), hasta la actual colaboración con el yihadismo en sus diferentes marcas (Al Nusra en Siria, Jund Ánsar Alá, el Jaish al-Islam o Jaish al Umma en Palestina, y otros tantos en Egipto, Libia, Túnez…) para debilitar, romper o corregir desde la intervención indirecta los acontecimientos derivados de las «primaveras árabes»; el sionismo mediante sus múltiples agencias y aparatos ha pactado, colaborado o utilizado a decenas de actores y agentes inter- nacionales con mayor o menor discreción.

Pero obviando por falta de espacio el proceso de expansión de la Entidad Sionista o Israel entre 1948 y 1980, podemos enumerar desde la guerra Irán/Irak 80/88 en la que se trataba de romper y debilitar al naciente Irán Islámico mediante una guerra de desgaste proveyendo de armas a ambos contendientes (Irán/contras), pasando por las invasiones libanesas 82/06, las guerras «petroleras» contra Irak en 1991 y 2003, el terrorismo de Estado impune de la inteligencia sionista, o hasta las múltiples y más recientes masacres palestinas… y aseverar por tanto que la mayoría de los acontecimientos que se han labrado desde los 80 siguen de modo exhaustivo el guión de los criterios geopolíticos que Yinon proponía.

La balcanización o el debilitamiento estructural de Líbano, Libia, Egipto, Siria… son elementos recogidos entre otros en el mencionado Plan. Pero es sin duda Irak, junto a la política de implementación agresiva de asentamientos colonos en Cisjordania, el eje fundamental de desarrollo del memorándum: un Estado kurdo, otro árabe suní y otro árabe chií es lo que propone de modo exhaustivo. Por supuesto, EEUU hace suyo ese plan y ya desde 2008 es público y notorio en ciertos círculos que es el guión estratégico de la Administración Obama/Biden, sumando a los mencionados candidatos a la balcanización: Pakistán, Turquía e Irán, además de Sudán, Somalia, Yemen…

De ahí que si analizamos los actuales acontecimientos desde esta perspectiva vemos con nitidez dos ejes relativamente explicativos y a menudo coyunturalmente contradictorios de las alianzas:

El estratégico antisionista/ yihadista con Siria, Líbano/Hezbollá, Gaza pero sobre todo Irán chií (persa);

El táctico cortoplacista con agenda propia respectiva para romper Irak de:

La resistencia suní nacionalista que quiere recuperar Irak independiente pero están catalizados esta vez por la variable yihadista como elemento perturbador por su naturaleza instrumental USA/sionista ya que su objetivo es antiiraquí: romper Irak;

Los kurdos y su Estado independiente;

Los árabes chiíes tontos útiles por su sectarismo de los objetivos sionistas e imperialistas: avanzar hacia Yinon rompiendo Irak.

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