Mikel Arizaleta
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Jacob Georg Gapp

A aquel fraile bravo, que se enfrentó desde el púlpito y vida con el nazismo en su tiempo, que corrió grave peligro y sus frailes y su Iglesia por miedo le dejaron sólo en la estacada

Nace el 26 de julio de 1897 en Wattens, un pueblo pequeño, tranquilo y hermoso del Tirol austriaco. Hoy ronda los 3.500 habitantes.

En su iglesia blanca un medallón con la efigie de Jakob Gapp y la inscripción: P. Jakob Gapp, SM. Geb. 26 juli 1897 in Wattens, am 5.4.1930 Priesterweihe, hingerichtet am 13.8.1943 in Berlín. Sein Leben war Zeugnis für den Glauben, sein Tod ist Opfer und Vorbild (Padre Jakob Gapp, marianista, nacido el 26 de julio de 1897 en Wattens, ordenado sacerdote el 5.4.1930, ejecutado el 13.8.1943 en Berlín. Su vida fue testimonio de fe, su muerte sacrificio y ejemplo). El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 24 de noviembre de 1996. Su memoria litúrgica se celebra el 13 de Agosto).

Séptimo hijo de Martín Gapp y Antonia Wach, una familia pobre y muy cristiana. Jakob o Santiago, llamado así por nacer al día siguiente de Santiago. Estudia primaria en una escuela pública, y secundaria en un colegio de frailes. Fue alumno aplicado. Con 17 interrumpe los estudios y va como voluntario a la guerra contra Italia, es herido y en 1918 hecho prisionero por los checos. 10 meses de cautiverio. Liberado el 18 de agosto de 1919. Cuenta su sobrina Marianna Oberauer, hija de su hermana mayor que «cuando Jakob volvió de la guerra y del cautiverio negaba la existencia de Dios y que Antonia, su madre, lloraba mucho por ello». Por cierto, su hermana mayor y otro hermano pertenecerán al partido nazi y no se entenderán con Jakob Gapp.

De vuelta hace el Kriegsmatura, un “bachiller de guerra” fácil, al alcance de los soldados y excombatientes. Tiene 23  años y quiere hacer estudios universitarios. La pobreza le pisa los talones y le aconsejan que en los “marianistas” podría estudiar gratis si se hace fraile. Le anima el párroco Luis Gafall, escribe una carta de recomendación al provincial de Freistadt de la Compañía de María y se presenta Gapp lisa y llanamente: «Aquí estoy. Soy socialista y quiero ser sacerdote. Si no sirvo díganmelo cuanto antes, y me voy a casa». Estudia teología en Friburgo (Suiza) y el 5 de abril de 1930 es ordenado sacerdote en la catedral de Friburgo por monseñor Mario Besson, obispo de Lausana, Ginebra y Friburgo. Gapp tiene 33 años. Y su superior, el padre Neubert le advierte ya en Friburgo:

«Tenga cuidado con su sensibilidad. Hay mucho ardor apostólico en usted, pero sea prudente. Es usted a veces un tanto soñador y a veces demasiado terco. Tiene el peligro de ver más con la imaginación que con los ojos. Confronte sus opiniones, le vendrá bien». No siempre Jakob Gapp se sintió comprendido, para algunos exageraba en su insistencia por los pobres y en su denuncia contra el nacionalsocialismo. El 12 de marzo de 1938 las tropas del Reich entraron en Austria. Y él responde ante quienes le reprochan su oposición tan descarnada: «Pues no cuente conmigo. Yo seguiré hablando claro. Y si estorbo, pediré cambio de comunidad… ¡Nunca llevaré yo una esvástica!». Me echaron de Marien-Institut, centro de la orden, dirá más tarde. Dirá ante el tribunal que le juzga en Berlín: «…Sobre todo después de la lectura del libro de Alfred Rosemberg, El mito del siglo XX, quedé definitivamente convencido de la absoluta incompatibilidad entre el nacionalsocialismo y la fe católica».

Más tarde serían expulsados todos los religiosos, se suprimieron las clases de religión.

Huída

A partir de 1938 siente la persecución nazi tras sus talones. Cambia de lugar, huye. El 20 de enero de 1939 a través de Milán llega en tren a Cannes y luego a Burdeos. Ahora es el père Jacques.

Pero al poco tiempo se siente inútil, tiene poco que hacer, y le molesta el juicio de los franceses contra los alemanes; él se siente alemán y ama a su patria, aunque en modo alguno nazi, pero los franceses no le entienden: «¡Soy un austriaco alemán!». Escribe el superior de la comunidad de Burdeos: «Si alguien dice una palabra contra Alemania, se enfada tanto que he tenido que prohibir que se hable de Alemania en el comedor». Todos temen sus prontos. En aquellos momentos no era fácil entender la solidaridad pangermana.

El 6 de marzo anuncia Gapp a Jung, superior de la Compañía de María, que está haciendo los trámites en el consulado español de Burdeos para ir a San Sebastián. La Gestapo lo tiene localizado. En el juicio de Berlín le pedirán cuentas por una homilía en Burdeos el día de Pascua. Había algún espía en aquella capilla de Burdeos.

San Sebastián

Jakob, ahora Santiago, llega a Hendaya y San Sebastián el 23 de mayo de 1939. El 21 de mayo la Legión Cóndor es despedida de España en el aeropuerto Virgen del Camino de León por Franco en persona. «¿Pero dónde me he metido?», piensa Gapp. Es bien recibido. Espero comenzar las clases en octubre, escribe al padre Jung. El padre Gordejuela, a quien conoció en Friburgo, le invita a que vaya a Cádiz donde es director de un colegio. Pero no aguanta ni el sol, ni los mosquitos ni, tampoco, tanta bulla. Y como siempre, siente nostalgia de su patria: «Soportaría más fácil la tortura que la vida lejos de la patria, de mi patria crucificada», escribe. En septiembre de 1939  Gapp se incorpora al colegio de San Sebastián. Y ya el 30 de diciembre de 1939 le cuenta a Jung, su amigo fraile, confidente y superior, que sus comienzos en España han sido duros, no domina la lengua en clase, le habla de ir a América, le habla de las costumbres chocantes, de la nostalgia, el entorno le hacen sentirse mal… Le pasa lo que en Burdeos, en Cádiz, en San Sebastián…

Gapp es muy influenciable, psicológicamente débil y sin embargo firme en la doctrina católica y en su defensa de la fe, sereno ante el interrogatorio de los jueces y la Gestapo, que busca para matarle. Llama la atención su fuerte Heimweh, su morriña que siente por su país en Burdeos, en Cádiz, en San Sebastián, en Lekeitio, en Valencia... Le ocurre siempre lo mismo: al principio siente un entusiasmo desmedido ante la perspectiva de una situación nueva, que le ilusiona; sus comienzos son siempre optimistas, luego llega esa decepción progresiva, ese descontento de sí mismo y de la situación, la sensación de no encajar en aquel lugar, de soñar y anhelar otro trabajo, de buscar una salida, de su fracaso como docente que no domina la clase, con cierta frecuencia la tentación de alejarse de la Compañía de María, de su decepción, a pesar de que se siente muy vinculado a ella.

El padre Gapp cuenta ante los jueces en Berlín una anécdota en San Sebastián, en el colegio de Santa María: «Recuerdo un hecho: un alumno, un adolescente, apareció un día con la insignia de la cruz gamada. Me acerqué a él y le pregunté: “¿Tú sabes lo qué significa esto?” Cuando me di cuenta de que no quería responder, le hablé un poco de cómo el nacionalsocialismo quería borrar hasta el nombre cristiano. Luego le pregunté si era cristiano católico; con esta pregunta quise ilustrar su conciencia sobre la imposibilidad de poner de acuerdo la fe cristiana y el nazismo. Aquel alumno sonrió sin decir nada, pero me di cuenta de que todos en aquella clase habían captado lo que yo decía, y que mostraban estar de acuerdo conmigo en lo referente al nacionalsocialismo».

Lekeitio

El Colegio de Santa María solía encargar todos sus impresos a la imprenta Nerecán. Gapp se enteró de que allí trabajaba un austriaco. ¡Qué alegría! Y allí fue, a saludar Othmar Pisarik, que había venido para dirigir los talleres de offset de artes gráficas Nerecán. Se había casado con María del Rosario Villar. A través de Pisarik conoció a la familia Arambarri Stoehr.

A la emperatriz Zita, viuda a los 30 años y con siete hijos,  en 1922 Lekeitio le ofrece cobijo en el palacio Uribarren. Vivió hasta 1931. La emperatriz trajo consigo a una joven doncella, Albina Stoehr, que se casó con el lekeitiarra Ignacio Arambarri (Txantxibus?). Tuvieron dos hijos: María Teresa Adelaida, nacida en 1927, y Otto Ignacio, nacido en 1929, quien tuvo por padrino al heredero del trono, Otto de Habsburgo, y por madrina fue la emperatriz Zita. En 1931 la familia Arambarri Stoehr permaneció en Lekeitio donde Ignacio ejercía de contador del Ayuntamiento.

Cuando a principios de 1940 Santiago Gapp conoce a la familia, Teresita y Otto tienen 13 y 10 años. Intiman. Albina confía a Gapp su preocupación por Otto, que no va bien en los estudios. Y Gapp piensa ¿por qué no ser preceptor privado de los niños? ¡Sería hermoso vivir en familia! Gapp habla a su amigo fraile y superior Jung de que la Compañía de María le ha decepcionado en Austria y en España. Le insiste en ir a vivir a Lekeitio con la familia Arambarri para dar clases de alemán a Teresita y Otto y ganarse así la vida así: «¿Podría ir a Lequeitio con un permiso especial del Buen Padre, en vista de mis dificultades especiales, que bien conocen los superiores?... El permiso sería solamente hasta mi vuelta a Austria».

Le fue concedido por unos meses, que serán luego prolongados por una exclaustración temporal que debe solicitar a Roma. Gapp sueña con esa vida familiar en Lekeitio.

El 7 de abril de 1940 escribe en  castellano al matrimonio Arambarri: «Mis queridos papás: Perdónenme ustedes esta manera familiar de titularles ya que espero ser miembro de su familia… Espero que ustedes como sus niños estén en buena salud gozando de las bellezas de la primavera y  anhelando el término del año escolar como yo […] Estoy aquí corporalmente, pero espiritualmente o digamos de corazón, estoy más en Lequeitio que aquí…»

A finales de junio, al terminar el curso, el padre Santiago se traslada a Lekeitio, a vivir con los Arambarri. Escribe una postal a Teresita, que está interna en el colegio de las Carmelitas de Zumaya:

«Liebe Teresita: Ya estamos todos juntos en la bella Lequeitio, esperamos que tú también llegues pronto. Otto y yo trabajamos ya muy aplicados. Si es posible trae los libros, tal vez los necesitemos. Si tienes una pelota o algo semejante, tráela para nuestros juegos».

También para los marianistas Lekeitio había sido lugar de acogida. Llegaron en 1903 los religiosos franceses expulsados de su patria. Hubo un noviciado que acogió a los jóvenes franceses; también en Lekeitio se refugiaron muchos religiosos ancianos. En el cementerio un panteón guarda los restos y el recuerdo de los marianistas, que fallecieron en el destierro. En 1940, cuando Gapp llega a Lekeitio, ese mismo edificio pertenece ahora a los mercedarios, que han instalado en él un pequeño colegio. Gapp organiza el tiempo de sus dos discípulos: alemán, juegos en la playa, caminatas a santa Catalina, al faro. La madre piensa que Gapp es demasiado exigente con su Otto.

Al acercarse el inicio del curso Gapp no quiere ser carga para Arambarri, familia de recursos modestos. Ofrece sus servicios a los mercedarios. Le recibe amablemente el director, padre David Biaín, y se hace cargo del inglés y francés. La misa celebra en la iglesia de Santa María.

El 2 de octubre de 1940 comenzó el curso y Gapp impartía 22 horas de clases semanales a 9 o 10 alumnos por clase. Pero siente de nuevo su nostalgia, sus depresiones, los malentendidos con Albina la madre de los dos chavales, de que si es demasiado rígido con ellos… Regresa la desilusión.

El padre David Biaín, que tiene la costumbre de anotar en una pequeña agenda de bolsillo el cada día, tiene cuatro anotaciones respecto a Gapp:

2 oct. 1940, miércoles: Comienzo del curso. Viene el P. Santiago Gapp, marianista, a poner las clases de francés e inglés.

31. dic 1940, martes: Traslada el P. Santiago Gapp su mobiliario al colegio para habitar aquí. Acaba el año con mucho frío.

14 abril 1941, lunes de Pascua: El P. Santiago Gapp marcha con D. Ignacio Arambarri de excursión a Elanchove a pie para volver en coche.

9 junio 1941, lunes: Marcha el P. Santiago Gapp para reintegrarse a su congregación en San Sebastián.

¿Por qué se marcha? Es lo que le ocurre siempre, sus ilusiones no responden a la realidad, la morriña patria, su descontento, su fragilidad psicológica… El 2 de julio de 1940 escribe a su prima Olga: «Me encuentro muy bien aquí con esta familia». A mitad de agosto escribe a su hermano José que “desea vehementemente volver a la patria”. En octubre escribe a Olga que le gustaría trabajar en una labor parroquial, pero no es posible en Lekeitio porque hay 12 curas, piensa en ir a Brasil.

Empieza a sentirse incómodo en la casa de Arambarri, piensa que Albina consiente demasiado a los hijos, se despide amistosamente de ellos y el 31 de diciembre de 1940 se traslada al colegio de los mercedarios…, donde tampoco se siente a gusto y añora el espíritu de las comunidades marianistas, su orden. El 9 de junio de 1941 se encuentra de nuevo en la comunidad de San Sebastián.

Valencia

A principios de septiembre de 1941 el padre Marcos Gordejuela, provincial de los marianistas, le dice a Gapp: «Mire, padre, hemos pensado mandarle a Valencia. Estoy seguro de que allí se encontrará a gusto. El colegio nuestra señora del Pilar es un colegio pequeño, prácticamente recién fundado…». El padre Gapp se puso en camino pasando por la Virgen del Pilar de Zaragoza. Escribe a Olga: “En Zaragoza, una gran ciudad, he podido comprar pan libremente, pan hermoso y blanquísimo, cuando en otros lugares apenas se encuentra”. 1941 es un año de penurias.

Llegó a Valencia el 14 de septiembre de 1941. Al día siguiente comenzaron las clases. Da clases de latín en primero y tercero de bachiller, alemán en tercero y cuarto, francés y religión en cuarto. Escribe a su prima Olga: «Tengo mucho trabajo, pero estoy muy contento, pues la gente es muy noble. Esto no es el Tirol, pero los españoles son personas amables y buenas. Mi dirección: Caballeros 39, Valencia del Cid, España».
En abril le vuelve a castigar con dureza la nostalgia por el país, se siente mal, las noticias de Alemania, la guerra, Hitler… En mayo se siente muy mal, fracasado en su labor educativa, le duelen las desigualdades sociales, no tiene autoridad sobre los niños… Le ofrecen a Gapp varias salidas: ir a Inglaterra, volver a Austria, buscar un obispo que le confíe una parroquia.

Agustín Lange es un religioso alemán (luego, en 1996, se sabrá que es un hombre de la Gestapo), al que acaba de conocerle en Valencia, le ha propuesto volver a Austria. En mayo termina su permiso de permanencia en España, pero renueva sin problemas. En el consulado inglés de Valencia tantea la posibilidad de obtener un visado para Inglaterra. Se sincera, habla contra el nacionalsocialismo, de sus deseos de ir a Inglaterra o USA. La respuesta al visado fue un no.

La colonia alemana en Valencia se reunía un domingo al mes para una misa en latín con homilía en alemán en el colegio de las Hermanas Teresianas de la c. Cirilo Amorós. El padre Santiago celebró varias veces la misa, hablaba de lo que pensaba sobre el nacionalsocialismo: incompatible con  la doctrina católica. El 12 de abril de 1942 pronunció una homilía que llamó la atención: «Si los alemanes siguen los derroteros de Hitler, tendrán que venir los africanos a cristianizar Alemania». Los espías de la Gestapo tomaron nota porque salieron a relucir estas palabras en el juicio de Berlín. Personas extrañas van entrando en Valencia en la vida de Gapp: en julio de 1942 se le presentan dos mujeres judías que dicen querer convertirse y le piden instrucción. No se sabe quiénes eran, pero le causaron problemas y no se bautizaron; aparece el padre Lange, a quien visitándole un día conoce a un tal Martin Mendelssohn, que dice ser judío huido de Berlín en 1935 y quiere convertirse con su familia al catolicismo, y le presenta a un tal Herman Tretter. ¿Gentes de la Gestapo? A estos dos últimos los encuentra por “casualidad” en casa  del padre Lange, quien le persuade que se ocupe de ellos. Son los que le van a llevar a la ratonera de Hendaya. Los frailes tuercen el morro ante esas compañías y le advierten. Lo cierto es que lo acontecido y hablado allí sale a relucir en el interrogatorio berlinés.

A principios de junio de 1942 decide ir al consulado alemán para pedir la renovación del pasaporte y el permiso para volver a Austria. ¡Qué ingenuo! A principios del mes de septiembre de 1942, dirá él,  me llamó el secretario del cónsul para fijar una entrevista con el fin de confirmar mi vuelta a Alemania. Le contesté que por el momento desistía. Mi propósito era encargarme de una parroquia de la provincia de Tarragona. La policía secreta del Reich le acecha, va tejiendo su tela de araña en su entorno. ¿Por qué este empeño de la Gestapo? Difícil encontrar explicaciones. ¿Afán de control? ¿Por traidor? La última carta de Gapp en el estado español es del 4 de mayo de 1942 a su hermano José, en la que habla, como a menudo, de problemas con los alumnos, de cómo se le suben a las barbas y de su nostalgia por la patria.

El 15 de septiembre de 1942 comienza el curso, el 29 de septiembre confirma a los frailes que está en trámites para una parroquia en Tortosa. En octubre pasa mucho tiempo con Agustín Lange y los dos presuntos judíos. ¿Temen se les escape? Al final de la guerra este padre Agustín Lange es buscado por los aliados por ser agente de la Gestapo. Gapp no lo sospecha.

El 4 de noviembre de 1942 le comunica al superior que los amigos le han invitado a pasar unos días por el norte, a visitar el Pilar. El día cinco, muy temprano, viene a buscarle Herman Tretter. A media mañana viene al convento un señor que dice que Gapp le pide que se le envíe un traje gris y un baúl que tiene en su cuarto, y todo termina registrado en Berlín. Los captores procedieron siempre con especial astucia. El relator de la causa de beatificación, el padre Ambrosio Eszer, argumenta que «en personas de la manera de ser de Gapp el mero hecho de oír la lengua materna puede provocar la tendencia a creer en la bondad de un hombre, aunque la razón invite a la prudencia». Pasó por Zaragoza, ¿estuvo en Lekeitio camino a Donosti?, cruzó la línea fronteriza de Irún-Hendaya y le detuvieron. Le engañaron sus amigos, en especial Martín Tretter, quien le invitó al viaje y le acompañó.

Hay un escrito, redactado por el padre marianista de la comunidad de San Sebastían en aquellos días que dice lo siguiente:

«Estos datos me fueron comunicados por un padre oblato del Inmaculado Corazón de María, perteneciente a la comunidad de Hernani; quien los sabía de fuente segura por medio de un alemán que vino a España, reservándose dicho padre el secreto de otras referencias personales del confidente.

Fue comunicado al referido religioso, cómo al padre Gapp, estando todavía en Austria, le seguían algunos espías por serles conocido como contrario a sus ideas político-religiosas.

Que cuando tuvo que abandonar Austria y pasó por Italia, le seguían los pasos un alemán-austriaco de los que asesinaron a Dollfuss (julio 1934) y ese individuo fue, algo más tarde, nombrado jefe de la Gestapo en España. Desde entonces no perdían de vista al dicho padre Gapp, y cuando estuvo en Valencia, un austriaco tirolés trabó amistad con él y era agente secreto de los alemanes, y por consiguiente al servicio del otro siniestro personaje.

Cuando el padre Gapp salió de Valencia, el fingido amigo le llevó en su auto llegando a San Sebastián. En efecto, en esta población le vieron algunos alumnos que le conocían y entraba en la capilla en la capilla de las Reparadoras, donde anteriormente celebró con alguna frecuencia. El amigo le llevó a pasear por el paseo de la Concha y antes se había concertado el primero con el jefe indicado, que estaba en una calle próxima, y quien haciéndose el encontradizo se acercó a los dos primeros y, hablando en tirolés, se ofreció al padre Gapp, intimando con él, pero sin que le conociera como miembro de la Gestapo y aparentando ser muy amigo del acompañante del padre. Hacia el fin de la conversación, el otro les invitó a ir en su coche a Hendaya donde solía ir frecuentemente, pues tenía muchas facilidades para pasar la frontera.

El padre se excusó diciendo que para ello necesitaba un permiso de sus superiores. Los compañeros le aseguraron que sería cosa de un paseíto de tres horas.

Ante las amables instancias el padre cedió y se marcharon a Francia».

Versión que parece ser muy verosímil. La existencia de un tercer hombre aparece confirmada en el interrogatorio de Berlín. “Durante mi conversación en el hotel Monte Igueldo, dije a un paisano mío, tirolés, que un soldado alemán conocido suyo, de nombre…»

Berlín

Hacia media mañana de ese 9 de noviembre de 1942, paseando por San Sebastián Herman Tretter y Gapp encontraron «casualmente» a un tirolés. Se sabe que hizo gestiones ante la policía española. El policía español conocía a ambos y parece ser que le advirtió pero el padre no reaccionó. Se registró el pase. Y fue detenido. Lo llevan a Berlín posiblemente en tren y con abundantes paradas. Recorre diversas cárceles, estará aislado, no le dejarán escribir ni dar noticias de su paradero. Le interrogan largamente el 25 y 27 de enero de 1943 en la sede del Servicio de Seguridad del Reich (Sicherheits Dienst), dependiente de la Gestapo. Las actas  del interrogatorio son muy detalladas, unas 30 páginas apretadas, en las que se expone la trayectoria de su vida, en las que reafirma su fe católica, su adhesión inquebrantable a la Iglesia, su decidido rechazo de los errores nacionalsocialistas. Él insiste que ha actuado movido por la fe, no intenta disimular su pensamiento. Al contrario, añade datos y afirmaciones que le pueden perjudicar. El interrogatorio parece sacado de las actas de los mártires de los primeros tiempos.

Escribe dos cartas breves en las primeras horas de la tarde del 13 de agosto de 1943, día de su ejecución. Una al padre Jung, su amigo y confidente, y jefe supremo por entonces de los marianistas, la otra a su familia carnal:

«Me detuvieron en territorio francés el 9 de noviembre del año pasado, me llevaron a Berlín y finalmente me han condenado a muerte el 2 de julio, fiesta del Sagrado Corazón. Hoy será ejecutada la sentencia. A las 7 de la tarde iré a casa de mi querido Salvador, a quien siempre amé fervientemente. ¡No os aflijáis por mí! Soy totalmente feliz. Naturalmente he tenido que pasar muchas horas penosas, pero he podido prepararme muy bien a la muerte».

El 25 de enero de 1943 sufre el primer interrogatorio. Le interroga el doctor Karl Ludwig Neuhaus en presencia del consejero Erich Roth. Neuhaus pertenece a la Iglesia protestante, a la confesión de Ausburgo. Siendo pastor de una parroquia cerca de Frankfurt había aprovechado la proximidad de la Universidad para doctorarse en filosofía y teología, y en 1942, a sus 32 años, había sido llamado por el Ministerio del Interior como consejero para asuntos eclesiásticos. El 25 de enero de 1943 se le encarga interrogar al acusado Jakob Gapp en la sede de la Gestapo sita en la c. Prinz-Albrecht. Este hombre de 44 años será más tarde testigo principal en el proceso de beatificación de Gapp, quien le causó una impresión inolvidable en los dos únicos días que estuvieron en contacto.

Dijo Neuhaus en la declaración para su beatificación: «Quisiera aprovechar esta ocasión para añadir con respecto a mi persona. He venido con gusto a Viena, a pesar de mi edad avanzada y del mal tiempo reinante. He venido aquí para que mi testimonio pueda de algún modo reparar algunas cosas, para hacer justicia a este hombre que se lo merece».

El funcionario Neuhaus es el encargado del interrogatorio. Gapp lleva  76 días de cautiverio. Es del único interrogatorio que tenemos actas, no sabemos si ya antes fue interrogado. Gapp jura decir sólo la verdad. Es acusado de traidor a la patria. Él dice no ser traidor, “la ama como Dios quiere que la ame”. Sus declaraciones no son una autodefensa, son una apasionada denuncia de la incompatibilidad absoluta del nazismo con la fe católica. No teme contar episodios no conocidos por la Gestapo, que incluso agravan su culpabilidad.

En el interrogatorio del 27 se da cuenta Gapp de quiénes eran sus amigos de Valencia. A las cinco de la tarde se levanta la sesión.

Roth, siguiendo órdenes, pasó a Himmler las actas del interrogatorio de Gapp. Las leyó atentamente y al final, admirado, declaró: «Alemania estaría llena de vigor y ganaría la guerra si tuviéramos un millón de hombres como Gapp, pero nacionalsocialistas».

El 6 de marzo Roth firma la orden de mantenerle en prisión para someterlo luego al Tribunal del Pueblo. Se asumen los cargos de siempre: «En sus homilías en Francia y España procuraba que sus oyentes sintieran asco y odio al nacionalsocialismo, ardía de odio contra Alemania, difundía noticias horribles contra Alemania y  que Gapp había confesado que eran ciertas todas las cosas que le imputaban, y que lo había hecho porque como sacerdote católico no podía obrar de otro modo». El 8 de marzo le conducen a la Corte Criminal de la Turmstrasse 91, le acusan de traición a la patria. Le llevan a la cárcel de Moabit, se le asigna el nº 6160/42. El 2 de julio a las 10 de la mañana comparece ante el presidente del Tribunal del Pueblo, el doctor Roland Freisler, como juez segundo actúa Rehse, miembro del Tribunal Supremo. El fiscal es el doctor Hager y se le condena a muerte. A las 11,40 se levanta la sesión. Al leerse el diálogo mantenido entra Freisler y Gapp «se tiene la impresión de que es el presidente Freisler quien se siente obligado a dar explicaciones al acusado Gapp. Gapp debió impresionar a Freisler». Herscher fue su abogado defensor.

El 13 de agosto está citado el verdugo Röttger, su abogado Herscher, se prohíbe cualquier publicación en prensa y se ordena que su cuerpo sea entregado al Instituto Anatómico Forense de la Universidad de Berlín y no a la familia. No se quiere mártires. El 13 de agosto de 1943 a las 7 de la tarde se ejecuta la condena en la cárcel de Plötzensee. Poco antes había escrito las dos cartas. Luego fue guillotinado en presencia del fiscal Kurth, del funcionario de justicia Karpe y del inspector de prisiones Rösler.

El 24 de noviembre de 1996 Juan Pablo II lo inscribió en el martirologio oficial de la Iglesia católica.

Solo me resta decir: a aquel fraile bravo, que se enfrentó desde el púlpito y vida con el nazismo en su tiempo, que corrió grave peligro y sus frailes y su Iglesia por miedo le dejaron sólo en la estacada, siendo –como hemos visto- asesinado en la soledad de una cárcel berlinesa, décadas después, cuando resulta honroso tener en sus filas a un valiente contra aquella lacra, que recorrió Europa, la Iglesia le declara santo. ¡A buenas horas mangas verdes!

Bilatu