Iñaki Uriarte
Observador vasco

Jaiak, Aste Nagusia, anarquía y responsabilidad

Según indicios recogidos el pasado año, en Bilbao su alcalde, en complicidad con algún concejal, debió exigir que no hubiese controles ni de la Policía Municipal ni de la Ertzaintza a fin de evitar estadísticas alarmantes y que pareciera que en Bilbo en tantas horas se festejo durante nueve días solo se bebe gaseosa.

En la sucesión festiva veraniega de las cuatro capitales vascas de Hego Euskal Herria, quedan dos que se definen como Aste Nagusia, Donostia y Bilbao, aunque en la donostiarra extrañamente todavía tiene apego la denominación tan ensalzada por el franquismo como la Semana Grande «española» (ver prensa de la época).

Es de dominio público que el consumo de alcohol y otras drogas alcanza niveles gigantescos y no todos los asistentes se retiran a sus domicilios andando o en medios públicos. Hay una parte importante que lo hace conduciendo. En Nafarroa la Guardia Civil, muy especialmente en las zonas abertzales establece más que controles, cerca los pueblos, para además que prevenir, tambien la Policia Foral, hostigar a los jovenes que alegre e imprudentemente conducen con grave riesgo propio y del prójimo.

Según indicios recogidos el pasado año, en Bilbao su alcalde, en complicidad con algún concejal, debió exigir que no hubiese controles ni de la Policía Municipal ni de la Ertzaintza a fin de evitar estadísticas alarmantes y que pareciera que en Bilbo en tantas horas se festejo durante nueve días solo se bebe gaseosa. Este año se presupone que se repetirá esta peligrosa irresponsabilidad ya que nada se anuncia de modo preventivo y disuasorio.

Asimismo, en la anarquía, sino prevaricación manifiesta, de los municipales de la villa caracterizados por su holgazanería, desdén, autoritarismo y malos modales, en la novena festiva multitud de coches invadirán las aceras durante horas impunemente y la peligrosa ambigüedad nocturna consentida entre tránsito rodado y ocupación de la calzada por bebedores creará en ciertas cénticas calles situaciones de riesgo y conflicto.

Otra calamidad generalizada por todo nuestro país es la que sucede, y no solamente en fiestas, también se repite en Iñauteriak por cierto sin ninguna vinculación con este jolgorio, cuando se instalan las barracas y circos con toda su variedad de atracciones. Durante el horario de funcionamiento los asistentes básicamente criaturas y jóvenes estarán sometidas a una colonización musical alóctona. Lo más populista y chabacano del repertorio español sonará machacona y reiteradamentemente, lo mismo que los rótulos exclusivamente en español, etc. En Catalunya, como siempre pionera en temas de cultura, lengua e identidad ya se adoptaron medidas. Y sino que vengan feriantes de Iparralde.

Sorprende que en ayuntamientos presuntamente nacionalistas con concejales de cultura y de fiestas, excesivamente remunerados por cierto, este aspecto se ignore una muestra más de su insensibilidad. Es evidente que la creatividad musical universal tiene numerosísimas composiciones festivas adecuadas para combinarlas con temática euskaldun. Las criaturas vascas que acuden a estos recintos tendrán la sensación de haber sido llevadas a un lugar, una ciudad desconocida, foránea. Hay que considerar que ya desde hace décadas en la enseñanza pública, además de las ikastolak, el euskera es la lengua vehicular, excepto en los centros para aquellos a los que sus padres españolistas condenan en el futuro a un atrofiamiento lingüístico y minusvalía cultural.

Por todo ello, jai, jai, jai, ondo pasa euskaldun gisa eta beti alai.

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