Ibai Trebiño Montero

Kurdistán: Erdogan desde una posición de debilidad

Hace unas semanas tuvimos constancia de que el PKK había tomado la decisión de detener su repliegue en Kurdistán Sur y volver a posiciones en el norte. Hace escasos días, Cemil Bayik -el dirigente más importante del PKK en libertad y miembro fundador del partido- acusó a Turquía de estar haciendo la guerra a los kurdos en Siria con su apoyo a los bandidos islamistas del norte del país árabe y ha advertió que «el pueblo kurdo tiene derecho a responder con la guerra», además de acusar al gobierno de Ankara de no tener la mínima voluntad de dialogar.

Los procesos de paz son siempre complicados y más en una nación como la kurda, posiblemente la nación más grande y una de las más ricas de Oriente Medio, de ahí que las potencias colonialistas occidentales no tengan la más mínima intención de avanzar en la construcción de una paz verdadera y duradera y mucho menos de buscar una solución nacional para el pueblo kurdo.

Independientemente de la opinión que tengamos o las condiciones subjetivas que existan para el desarrollo de la lucha armada -como medio para lograr unos objetivos- tenemos que tener en cuenta la correlación de fuerzas de un oriente medio sumido en el caos y en la agresión imperialista, para saber el porqué de una posible vuelta a las armas del PKK.

Suele ser habitual, no obligatoriamente como regla general, pero sí en determinadas coyunturas políticas, que una posición de fuerza o debilidad condicione un proceso de paz y/o una negociación. Atendiendo el ejemplo reciente de oriente próximo, claro ejemplo de ello son los acuerdos de paz de 2006 que la ONU forzó entre la resistencia libanesa -hezbollah- e Israel para camuflar el estrepitoso fracaso del ejército sionista en su agresión. La ‘salida negociada’ fue entonces un instrumento objetivamente válido si tenemos en cuenta que Israel renunció a seguir ocupando el sur del Libano.

En cuanto a Siria, la posición de debilidad de una fragmentada y desmoralizada ‘oposición política’, así como el fracaso militar y sobretodo diplomático y político-institucional en la gestión de la ‘crisis siria’ (demostrando Rusia su superioridad frente a la ‘diplomacia neocolonialista primitiva’ yanqui) ha llevado a la Unión Europea a exigir una negociación y una solución política para Siria a través de la conferencia ‘Ginebra-2’.

Pero ¿qué pasa en Kurdistán? ¿que influencia tiene el ‘conflicto árabe’ sobre el desarrollo de los hechos en Kurdistán? No podemos analizar esta situación de manera aislada y desde una perspectiva únicamente nacional -kurda-. La amenaza del PKK se debe entender también dentro del contexto global sobre el desarrollo de los conflictos en la zona, donde sin duda Erdogan y el islamismo político (neoliberal y colonialista por definición) han entrado en un declive absoluto.

El islamismo político parecía ser el gran beneficiado por las mal llamadas ‘primaveras árabes’, que sin duda ha pecado (como plan imperialista) de tener una posición excesivamente neocolonialista y ‘neanderthal’ por una parte y enfrentarse a una resistencia regional organizada, con un potencial militar infravalorado por el enemigo y un apoyo popular real que le ha hecho capaz de repeler esta agresión, por otra parte. Este absoluto fracaso imperialista ha llevado a los golpistas a modificar, sobre la marcha, sus planes y donde sin duda alguno Erdogan y la hermandad musulmana son los grande perdedores de la hegemonía política, en detrimento de Arabia Saudí (que pasa a ser el principal aliado americano dentro del bloque hegemónico imperialista) y el eje de la resistencia (bloque contrahegemónico).

En este nuevo contexto, donde la resistencia ha demostrado tener la capacidad militar y el apoyo popular suficiente para hacer frente al agresor, la hermandad musulmana ha pasado a un segundo plano, bien debido a errores políticos de sus gobiernos (medidas antipopulares, pobreza y preocupante deuda con el FMI del gobierno Mursi en Egipto, primavera turca y problemas sociales en la ‘turquia moderada de Erdogan’, cada vez más dictatorial y antipopular, problemas internos en Qatar o crísis gubernamental en Túnez -donde militantes comunistas son abatidos sistemáticamente-) o bien por el protagonismo adquirido por Arabía Saudí como principal aliado de EEUU en Oriente Medio en su guerra contra la resistencia, en detrimento de la hermandad musulmana que tras la pérdida de Mursi o el cambio de Emir en Qatar. La pérdida de hegemonía por parte de Al Jazeera frente al canal saudita Al-Arabiya y la monopolización de la propaganda de guerra en Siria por parte de esta última, es el fiel reflejo de que la hermandad musulmana ya no cuenta en los planes de sus amigos americanos, condicionada por el fracaso de sus políticas militaristas regionales

Sea como fuere, el desarrollo de los hechos en Oriente Medio está afectando directamente a Turquia y su gobierno, que no sólo tiene que afrontar graves problemas internos sino que, además, está regionalmente aislado y debilitado. En este contexto, Erdogan sigue prefieriendo jugar ‘al gato y el ratón’ con el pueblo kurdo, en vez de dar una solución política al conflicto kurdo o cesar su agresión contra el pueblo árabe de Siria.

Ese va a ser su gran error: jugar desde una posición de fuerza sabiendo que está más aislado y débil que nunca. El pueblo kurdo, ninguneado, pisoteado e infravalorado, pero en posición de fuerza frente a la debilidad turca, no va a dejar pasar esta oportunidad.

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