La campaña por el padrón social esperando a Godot
La campaña "Erroldarik gabe izaterik ez / Soy tu vecina/o, pero sin padrón no existo" lleva dos años tratando de conseguir que los ayuntamientos abran la opción del padrón social. Utilizando las palabras del Ayuntamiento de Donostia, el padrón social es «aquel en el que se empadrona a una persona en un lugar distinto al de su residencia real. Es decir, el consistorio conoce que la persona vive en la ciudad, pero no es posible su empadronamiento en el lugar en el que reside por diversos motivos».
Son muchas las razones que imposibilitan a una persona empadronarse. Entre los casos más habituales encontramos: a quienes viven con familiares o amigos de manera intermitente, sin que puedan considerarlo su domicilio fijo; las trabajadoras del hogar y cuidados, en régimen de internas, y quien las emplea no les autoriza a empadronarse; cuando el contrato de alquiler de quien acoge a otra persona en su casa impide empadronar a otras personas en ese domicilio;... Contra toda lógica los ayuntamientos imposibilitan a estas personas el derecho a cumplir con su obligación de empadronarse. Empecinarse en mantener una normativa municipal, que choca con la existencia de una ley que obliga a empadronarse, constituye una verdadera anomalía.
En tres ocasiones esta campaña se ha dirigido directamente a todos los ayuntamientos de Bizkaia reclamando una solución a este problema. Así, en mayo de 2023 se les hizo llegar el Manifiesto que abría esta campaña, junto a la adhesión al mismo de más de 90 organizaciones sociales (40 entidades de personas migrantes y de diversidad cultural, 10 de inclusión social, 2 de trabajadoras del hogar y de los cuidados, 16 comunidades religiosas, 15 movimientos sociales, 6 sindicatos y 3 partidos políticos); en mayo de 2024 se adjuntó una "Propuesta de normativa empadronamiento social de personas en situación de exclusión residencial"; y en febrero de 2025 se hizo llegar a los ayuntamientos las aportaciones al primer borrador de Eudel de "Criterios comunes para empadronamiento en situaciones especiales". Tres botellas con mensaje lanzadas al mar que no han merecido respuesta por parte de ningún ayuntamiento, independientemente de su color político. Da la impresión de que a los ayuntamientos les produce alergia empadronar a las personas que más lo necesitan. ¿Aporofobia? ¿Xenofobia? ¿Una mezcla de ambas?
Mucho se habla desde las instituciones de responder a las necesidades de las personas más vulnerables para su inclusión en la sociedad, mucho también de trabajar en colaboración con los agentes y movimientos sociales. Pero como, tan bien, resumió la activista ecologista sueca Greta Thunberg denunciando los «30 años de bla, bla, bla» sobre el clima por parte de los líderes mundiales, se habla mucho y se hace poco.
Con este bla, bla, bla, hacemos referencia a la múltiples resoluciones o informes de las fuerzas políticas que gobiernan los ayuntamientos de la CAE o instituciones de la misma. Declaraciones como éstas: «apostamos por la inclusión. Porque no se trata solamente de integrar en la sociedad a quienes vienen de fuera. [... ] tenemos que ir más allá de eso. El objetivo tiene que ser garantizar la igualdad de oportunidades y construir las condiciones necesarias para que todas y todos los ciudadanos podamos desarrollar nuestro proyecto personal en igualdad de condiciones». O estas otras palabras en las que se reconoce «la necesidad de repensar las ideas vigentes y los mecanismos y procesos de empadronamiento [dado que se] considera fundamental orientar las políticas de acogida a que los nuevos vecinos y vecinas puedan hacer uso de los servicios públicos en igualdad de condiciones que el resto de población».
Navarra, tras la aprobación de unos «Criterios para homogeneizar el empadronamiento en Navarra de personas en situación de vulnerabilidad» que parecía la tabla de salvación de esta propuesta está resultando ser un brindis al sol. Esa resolución fue aprobada el 19 de noviembre de 2024 y, casi cuatro meses después, que tengamos conocimiento, no ha sido puesto en vigor en ningún ayuntamiento de la Comunidad Foral, ni siquiera en la capital.
Desde la campaña se han hecho todos los esfuerzos por exponer los argumentos y las propuestas. Hemos tenido reuniones con la oficina del Ararteko, Eudel, formaciones políticas, hasta con el obispo de Bilbao. Hemos pedido a Eudel participación en su proceso de elaboración de los criterios comunes de empadronamiento, en fase de discusión y, por el momento, no nos han convocado. Cuando se aprueben esos criterios, y en el mejor de los casos, ¿va a ocurrir lo mismo que en Navarra que todo queda en un papel más sin aplicación por los ayuntamientos? Además, desde la campaña se han publicado seis artículos de opinión (NAIZ, "El Correo", "Diario Vasco", GARA, "Deia", elDiario.es), se han repartido octavillas, colocado mesas de información para informar a la ciudadanía sobre la importancia del empadronamiento para la inclusión social, pancartas, concentraciones. Se está preparando la Erroldaren Korrika a realizar el próximo 11 de mayo (https://erroldakanpaina.wordpress.com/korrika/), se ha puesto en marcha un canal de whats app «Luchando por el padrón» para las personas que quieran informar sobre su situación.
¿A qué esperan los ayuntamientos para atender esta necesidad? El Ayuntamiento de Eibar fue capaz de proclamar la II República y los ayuntamientos actuales no se atreven a aprobar unas normas de padrón social para quien, residiendo en el municipio, no puede empadronarse en el domicilio en el que vive. Podemos tomarlo como un signo de los tiempos. Siquiera un resto de aquella valentía política se echa en falta hoy. Ya van tarde, y puede ser más tarde y más grave, como ha ocurrido con la regularización extraordinaria anunciada para los afectados por la Dana de Valencia, que no incluirá a aquellas personas que no puedan probar su empadronamiento. Hace dos años, diferentes organizaciones denunciaban que, al menos, en 35 municipios catalanes se incumplía el derecho al empadronamiento. No se hizo nada. De aquellos polvos estos lodos.
El padrón social nos recuerda el «Esperando a Godot» de Samuel Beckett. Como en la obra a Godot lo esperan pacientemente unos desposeídos, pero nunca llega; durante la espera el personaje acomodado, tras hartarse de pollo, deja los huesos de su banquete a los vagabundos. Eso hacemos con las personas a las que no se da acceso al empadronamiento.
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