Iñaki Egaña
Historiador

La cara amable de la luna

Es evidente que tenemos el sello de los tiempos, aunque también es notorio que, junto a esas trazas, compartimos otras atávicas

Los chinos llegaron a la cara oculta de la luna, ocasión que aproveché para escribir un artículo que algunos de mis lectores consideraron apocalíptico. El avance de la biotecnología, la previsible dictadura de los algoritmos y las señales que auguran la decadencia de nuestra especie, que apenas lleva un par de cientos de miles de años sobre la tierra, lo cual sería un estrepitoso fracaso evolutivo, fueron parte de mi reflexión.

Al parecer, mis letras estuvieron cargadas de pesimismo, de electronegatividad. Pero, aún en esas circunstancias, y espero que no sea un consuelo, como dice la definición, a mayor electronegatividad, mayor capacidad de atracción de electrones. Hay, lo percibimos cuando las nubes y la rotación concuerda, una cara visible de nuestro satélite que refleja la luz de nuestra estrella. Hay, también, una cara amable de la luna.

Resultó que tras las críticas a mis desasosiegos convertidos en ciencia ficción tuve la oportunidad de rescatar una película irregular de Sorrentino, un homenaje a actores octogenarios como Michel Caine, Harvey Keitel y Jane Fonda. Una cinta estrenada con el título de “Youth” que mantuvo la etiqueta original en su distribución mundial, excepto en la España sin subtítulos, donde adoptó el nombre de “La juventud”.

Y en esa metáfora continua, seducida entre los diálogos pausados de Caine y Keitel, se despliegan algunas de las claves reflexivas, a menudo antagónicas, que supuestamente compartimos. El hecho se metaboliza a través de unos binoculares que permiten ver un paisaje alpino. Para los jóvenes guionistas de la película que están construyendo dentro de la película, los prismáticos acercan el horizonte. Keitel, director octogenario, observa el paisaje al revés, con las lentes reductoras de referencia. Todo lo ve más pequeño, alejado. La reflexión es explicita: la juventud es futuro, la madurez pasado.

Es en esa juventud cuando los perfiles visibles de la luna se convierten en semblantes amables. «El deseo es lo que nos mantiene vivos», la insinuación recurrente de la película. Y acierta, al menos desde esos valores que reivindico para mí y para mi comunidad. Porque, y no estoy adelantando un valor freudiano al deseo, sexual para que se me entienda, sino político. El deseo de cambiar las cosas. Aspiración, pretensión, ambición, esperanza, avidez, anhelo, pasión… toda una cadena de sinónimos que, en uno u otro momento de la existencia, utilizamos como sustento de nuestra actividad.

Y ya que esa juventud es impulsora de tantos y tantos pasajes convertidos hoy paradójicamente en pasado, no estaría de más reivindicar su legado. No hace falta saltar la valla del tiempo, ni abrir la puerta a los huracanes del relato para comprobar que el primer y más notorio es el de la asimilación. Una victoria reflejada en el lado brillante.

Asimiladas o desaparecidas lo fueron pueblos, comunidades, lenguas, instituciones. También conciencias. No quiero herir susceptibilidades, pero, ¿dónde queda el mítico color rojo asturiano con un Gobierno regional por mandato popular que estuvo en manos de la derecha ultramontana (1995-1999), o peor con Álvarez-Cascos al frente, ya más recientemente? ¿Dónde la esencia luchadora del pueblo italiano reflejada en el “Novecento” de Bertolucci y negada diariamente con los cañonazos de Mateo Salvini?

Quienes siguen mis escritos saben que no soy en absoluto de los que miran en un único espejo. Ni euro-centrista, menos aún, vasco-centrista. Pero hay que reseñar, hechas las salvedades, que la comunidad política vasca sigue siendo una singularidad en Europa y en este planeta. No solo por la asimilación que ha evitado en fases de ofensivas totales, sino por la cohesión que mantiene en otros escenarios vitales. Un motivo más que de optimismo, de orgullo. Es evidente que tenemos el sello de los tiempos, aunque también es notorio que, junto a esas trazas, compartimos otras atávicas.

Tenemos una pelea constante en nuestra simbología, en la función de utópica o distópica de nuestros objetivos. Quizás también achacable a las rupturas generacionales. Quiero añadir, además, que en esa pugna entre lo utópico y lo distópico (no confundir por favor con el yin y el yang, una concepción patriarcal y machista del devenir humano), lo quimérico ha resultado victorioso.

No es un recurso literario, sino un hecho constatable a pesar de los cientos, miles de agujeros de nuestro sistema comunitario y simbólico. La utopía como horizonte sirvió para crear de la nada un sistema educativo, las ikastolas, que han superado cualquier umbral especulativo. El euskara, las conexiones anuales territoriales, la Korrika…

La conciencia de clase también es singular. La llamada mayoría sindical vasca es excepción europea. Un país, con niveles de vida superiores al entorno, con una estadística de protestas y huelgas superiores, asimismo, al entorno. Recordemos la insumisión, la deserción al Ejército, uno de cada dos en el Estado español, cuando la referencia poblacional se va hasta un vasco de cada diez estatales.

El historiador Howard Zinn, que falleció al inicio de la década, fue invitado en 2005 a ofrecer el discurso de graduación en una escuela de Atlanta. Sus palabras fueron andanadas contra el desaliento. Un recuerdo histórico de los avances en su patria, con recuerdos al apartheid, la guerra de Vietnam. Y una cita final de una escritora afroamericana, Zora Neale Hurston: «Da un salto a por el sol; puede que no llegues, pero al menos te levantará del suelo».

Es cierto que las perspectivas no son muy halagüeñas. Pero también es cierto que mientras salga el sol, la luna continuará mostrando dos caras, una oscura y la otra brillante, amable. Esa es la de la juventud. Con ciertas dosis de paciencia. El oiartzuarra Benito Nöel emigró a Argentina a mitad del siglo XIX. Junto a su socio Andrés Arriaran compró una isla abandonada. Con un sugerente nombre, La Espera. La llenaron de cultivos y esperaron. Hasta que llegaron los frutos.

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