Javier Ezkerekotza
Secretario de Formación de Podemos Euskadi

La casa de los horrores

Todo eso es lo que ha provocado en la gente el buen trabajo que ha hecho ese profesional que es Eduardo Inda. Un trabajo que sin ser fino en la cuestión que trata, es perfectamente atinado en el fondo que busca. Quién te paga, Inda, sabe muy bien lo que hace y tú haces muy bien lo que te pide.

Nunca una casa ha generado tanta sensación, tantas primeras páginas, tanta tinta y tanto desencanto. Qué buen trabajo periodístico, que máxima rentabilidad de la comunicación, qué desborde de emociones removidas, qué derroche de medios, qué pasión conseguida, cuanta gente decepcionada, cuanta pregunta maliciosa, cuanto debate abierto, cuanto juicio instruido, cuanta sentencia dictada, cuanta condena promovida. Sólo hay una cosa razonable en torno a esa casa: «la duda».

La duda generada, la razonable, la que a muchos asalta, la que se rumia en silencio, la que se medita, la que te incomoda, la que finalmente nada resuelve, la que te corroe, la duda que te hace dudar.

Todo eso es lo que ha provocado en la gente el buen trabajo que ha hecho ese profesional que es Eduardo Inda. Un trabajo que sin ser fino en la cuestión que trata, es perfectamente atinado en el fondo que busca. Quién te paga, Inda, sabe muy bien lo que hace y tú haces muy bien lo que te pide.

Estoy convencido que la mayoría de quienes han entrado al trapo sucio, rastrero, barriobajero, malintencionado, muy bien pagado, descarado y cutre, han preferido dejarse llevar por el torrente de conversaciones y sensaciones generadas por semejante notición y no se han preguntado seriamente; ¿ Por qué? ¿A quién beneficia? ¿A quién perjudica? ¿Cuál es el objetivo? ¿Qué es importante de todo esto? Pero si que han pensado rápidamente: ¡Qué incoherencia!, ¡Qué jeta!, ¡Qué pasada!, ¡Qué dineral! ¡Qué poco respeto!, ¡Todos son iguales!, ¡Contradice lo que dijo!, ¡Hace lo contrario de lo que predica!

Bueno, los seres humanos somos tendentes a la superficialidad, a mirar el dedo en vez de mirar la luna señalada, nos quedamos donde nos quedamos y en general así nos va. De hecho tengo pocas esperanzas de que la mayoría vaya a terminar de leer este artículo.

¿Por qué se han comprado esa casa? ¿Por qué se les persigue de la manera que se les está persiguiendo? ¿Por qué se sacan fotografías hasta de sus no-natos? ¿Por qué se habla de una cantidad de dinero hipotecado a 30 años, como si fuera algo que sólo se lo pueden permitir las élites? ¿Por qué se calla el motivo real de dicha compra? ¿Por qué se vincula a unas frases que nada tienen que ver con la situación de Irene y Pablo? ¿Por qué se utiliza ese argumento típico de la derecha más estúpida de que los de izquierdas tienen que vivir como pobres de solemnidad? ¿Por qué quiere obligar a la gente de izquierdas a ser gilipollas? ¿Por qué no se bareman las incoherencias políticas? ¿Por qué se mantiene esta mini noticia más de una semana abriendo telediarios y ocupando 8 páginas diarias en medios de alcance estatal? ¿Por qué se habla de incoherencia política cuando como mucho es una de las miles de contradicciones personales que todo humano tiene? ¿Por qué y quienes se muestran cómo exégetas de la ética? Seguro que hay muchos más porqués, pero según me he ido contestando a estos… mi duda se empieza a disolver.

Recogerán el beneficio de todo esto los partidos de siempre, el partido del Ibex 35, el propio IBEX 35, los que apuestan por la corrupción, los fondos buitres, los fondos de pensiones, el machismo, la intolerancia, la insolidaridad, el racismo, el neoliberalismo salvaje, el individualismo atroz, las privatizaciones, la precariedad, las clínicas privadas, se beneficiará la falta de información y el periodismo basura, los aeropuertos sin aviones, las autopistas sin coches…¡Ah! Estos dos últimos son agua pasada… Sí, pero si no hay quien lo pare volverán.

Perderán las pensiones públicas, la educación pública, la sanidad pública, la igualdad, la fraternidad, la democracia, la solidaridad, la oportunidad de cambio, la decencia, quien sabe si la vivienda, perderán las mujeres, siempre ellas, perderán antes y más que los hombres, perderemos la dignidad, el progreso sostenible, la libertad de expresión, la prensa decente, la esperanza…

La duda, la duda, la duda… La duda es lo importante. La duda creada, la ficticia, la artificial, la humana, la profunda, la egoísta, la duda soberbia, la envidiosa, la que nos adormece, la que sólo te deja mirar hacia ti, la que no deja ver el nosotros, la duda que te insiste en no creer en nada ni en nadie, la que te hace infeliz, la que te inactiva y te engaña, la que te resigna. Ya no hay duda.

Qué buen trabajo Inda, te lo ha repetido insistentemente Juan Carlos Monedero; «qué buen trabajo». Pero que sepas que a mí no me la has metido, rey de las cloacas.
Tengo la seguridad, la que me hace avanzar, la que permite creer, proyectar, construir, compartir, luchar, amar, conocer, disfrutar, saber sufrir, comprender, distinguir, seleccionar, diferenciar…

… Y ahora más que nunca estoy con Irene y Pablo.

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