Declan Kearney
Miembro de la Ejecutiva Nacional de Sinn Féin

La crisis de Stormont

La crisis financiera global de 2007-2008 y la crisis económica posterior han tenido una increíble influencia política en toda Europa y el mundo en general. Se ha generado un aumento de la desigualdad y la austeridad ha sido promovida por la derecha conservadora como el único modelo capaz de estabilizar el sistema financiero global y reducir el déficit, hundiendo así las economías nacionales.

Se ha creado una nueva guerra ideológica entre el capital y la clase trabajadora, entre la derecha y la izquierda, sobre cómo reorganizar la política económica en Europa. El surgimiento de nuevas fuerzas políticas es consecuencia directa del envalentonamiento austero de la derecha conservadora y el colapso de la socialdemocracia.

El efecto combinado de la inestabilidad económica y la decisión del anterior gobierno laborista de devolver capacidad gubernamental a Gales y Escocia ha sido el catalizador de un cambio sin precedentes en el Estado británico. El referéndum de Escocia y su resultado el año pasado fue el indicador de un gran cambio en política. Las elecciones al Parlamento británico de este año son otro ejemplo más, puesto que el Partido Nacionalista Escoces, situado en una posición contra la austeridad, consiguió 56 de los 59 escaños de Westminster y en las elecciones previstas para mayo de 2016 probablemente aumente dicha tendencia.

La elección de un gobierno de mayoría conservadora el pasado mayo bajo la promesa de celebrar un  referéndum Brexit, salida británica de la UE, de imponer una austeridad más dura y retrotraer libertades civiles y derechos tendrá un impacto directo sobre los nuevos alineamientos emergentes en la sociedad británica y sobre el futuro estatus constitucional de Escocia en particular. El resultado de las elecciones primarias laboristas y las posibilidades futuras para el Partido Laborista serán también parte de esa mezcla.

El Estado británico está siendo sometido a un realineamiento político y social, que puede tener como resultado un nuevo balance de fuerzas con respecto a la relación británica con Europa, un nuevo impulso para la independencia de Escocia y un potencial cambio constitucional irrevocable.

Contra este contexto, en el estado del Norte de Irlanda sigue existiendo controversia en términos de su relación con el Estado británico y el tema no resuelto de la democracia nacional irlandesa. El Acuerdo de Viernes Santo representa el marco de principios y estructuras políticas negociadas que facilitan la resolución del conflicto. Este acuerdo abrió el camino democrático para resolver las causas y razones del conflicto político en Irlanda. Representó un compromiso histórico entre oponentes y confirió una responsabilidad internacional a los gobiernos británico e irlandés para que aseguraran su implementación como un acuerdo internacional de obligado cumplimiento. Su significado estaba en el reconocimiento de que el statu quo había fallado a la sociedad irlandesa y que la construcción del futuro se basaría en la gestión del cambio mediante el compromiso democrático y el acuerdo. Nada podía continuar como antaño después de esto.

Igualdad de tratamiento, la estima y el respeto mutuo fueron establecidos como el nuevo punto de referencia.

Desde el comienzo, el unionismo político falló a la hora de apoyar estos principios y secciones significativas de esta han continuado siendo verdaderamente hostiles para con el reparto de poder y el gobierno asociado con los republicanos y nacionalistas, especialmente con Sinn Féin.

Actualmente persisten fallas peligrosas en el norte, especialmente las referentes a la estima y respeto mutuo, la erradicación del sectarismo y la segregación, el fracaso al tratar el legado del pasado y la reconciliación, lo cual ha tenido como consecuencia la constante fragilidad del proceso de paz y del proceso político.

El año pasado, en el discurso que dirigí en la escuela Desmond Greaves informé de que la inestabilidad política en el Norte de Irlanda se había intensificado debido al nefasto y negativo liderazgo en el unionismo, y que la crisis dentro del unionismo político seguía exacerbándose por la competición electoral sectaria y la cooperación entre unionistas y paramilitares. Dejé claro que los gobiernos británico e irlandés habían dado un paso atrás en sus responsabilidades.

Si bien el Partido Unionista Democrático y el Partido Unionista del Ulster se habían integrado en las instituciones políticas por razones de influencia electoral, salario y estatus, esto no significaba su intención de abrazar un gobierno de reparto de poder con los republicanos. Tampoco apoyaban realmente un gobierno compartido ni estaban interesados en la cooperación Norte-Sur, en la estima y el respeto mutuo o la reconciliación.

Hace doce meses el Norte de Irlanda se enfrento a un impase político que contenía todos los ingredientes para desarrollar una crisis política completa. Recientemente el Norte de Irlanda ha sido empujado directamente a una profunda y peligrosa crisis. El pasado mayo y después en agosto, Jock Davison y Kevin Mcguigan fueron asesinados en Belfast. Dos familias de Belfast han sido sumergidas en un dolor inimaginable.

Las dos muertes fueron espantosas. Sinn Féin ha pedido que se facilite toda asistencia a la investigación policial para que los responsables sean llevados ante la justicia. Permitidme hablar con sinceridad: los dos asesinatos fueron cometidos por criminales. Los republicanos no son responsables de dichas muertes, los responsables son criminales y enemigos del proceso de paz.

Durante las semanas siguientes estos asesinatos han sido explotados cínicamente por el unionismo para su propio interés partidista. La cínica maniobra política del DUP y el UUP nada tiene que ver con las muertes de Belfast. Por el contrario, se trata de la última falsa lucha entre partidos unionistas por el éxito electoral. Este vergonzoso oportunismo pone en peligro el futuro de las instituciones e incluso la relación que se ha creado en años recientes, y alienta a los que cometieron los asesinatos y a los que los ordenaron. También alienta a los enemigos y oponentes del proceso de paz y del proceso político, todo lo cual es un tema de gran preocupación.

En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre el daño generado en la confianza y la necesidad de reconstruirla, pero el foco de dichos comentarios ha sido dirigido solamente contra Sinn Féin. Significativamente, no se ha mencionado el daño causado en la confianza para con la Policía en la comunidadrepublicana y nacionalista debido al comentario hecho por el PSNI (Policía del Norte de Irlanda) durante la investigación preliminar y la consecuente detención del responsable de Sinn Féin para el Norte de Irlanda, Bobby Storey.

Desde luego que existe una crisis política que va en aumento, pero dicha crisis no tiene nada que ver con la ficción de que el IRA existe. Pretender explicar la grave situación política actual usando el pretexto del IRA, el cual ha desaparecido, no es más que una completa maniobra de distracción.

Voy a decirlo de manera clara y categórica: la única organización republicana en el escenario es Sinn Féin, con un mandato electoral de medio millón de votos que sigue en aumento en esta isla. La actual crisis política amenaza directamente las instituciones políticas, el Acuerdo de Viernes Santo y el proceso de paz y, por extensión, la democracia irlandesa.

Es necesaria una nueva ronda de negociaciones para que, entre otros aspectos, se implemente el Acuerdo de la Casa de Stormont y otros compromisos incumplidos, y para ello esta crisis interesada tiene que terminar. Necesitamos liderazgo genuino por parte de todos los partidos y los dos gobiernos, y el deseo de participar positiva y significativamente en la construcción de una mejor, más prospera y reconciliada sociedad para todos los ciudadanos y ciudadanas.

Es tiempo de levantarse y defender la integridad de la democracia política, el Acuerdo de Viernes Santo y el proceso de paz irlandés.

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