Raúl Zibechi
Periodista

La decadencia de los medios del sistema

Sin medios controlados, en alguna medida, por la población, la democracia se va deslizando hacia una oligarquía del poder económico, sin contrapoderes que la limiten

Los grandes medios de comunicación del mundo occidental están en plena decadencia. Un ejemplo: figuras de la talla del alemán Oskar Lafontaine, líder histórico de la socialdemocracia y ahora de la izquierda, sólo encuentran eco en los medios alternativos. No porque se haya radicalizado, sino porque sostiene que «los europeos deben liberarse de la tutela estadounidense», como reproduce “Ctxt” (https://bit.ly/3SEFXqU).

No es el único caso, sino la norma. Dos hechos informativos de los últimos años enseñan la miseria ética de los medios del sistema: la supuesta colusión Trump-Putin y la destrucción de los gasoductos Nord Stream, focos de la desinformación y las mentiras tanto de los gobiernos como de los medios.

Sobre el primer caso, el periodista Chris Hedges escribe: «El hecho de no informar con precisión sobre la saga Trump-Rusia durante los cuatro años de la presidencia de Trump es bastante malo. Lo peor es que las principales organizaciones de medios, que produjeron miles de historias e informes que eran falsos, se niegan a participar en una autopsia seria», señala en sheerspost.com.

«El fracaso sistemático fue tan atroz y generalizado que arroja una sombra muy preocupante sobre la prensa. ¿Cómo admiten CNN, ABC, NBC, CBS, MSNBC, “The Washington Post”, “The New York Times” y “Mother Jones” que durante cuatro años informaron chismes lascivos y no verificados como un hecho?» (https://bit.ly/3ZbMV9a).

El periodista ganó el Premio Pulitzer y fue corresponsal especializado en Centro América, Medio Oriente, África y los Balcanes; trabajó en varios medios incluyendo “The New York Times”. Pero ahora su columna se lee en “Sheerpost” o en consortiumnews.com, el portal creado por Robert Parry en 1995, quien develara el escándalo Irán-Contras, la participación de la CIA en el tráfico de cocaína cuyos fondos se desviaban para combatir la revolución sandinista.

La columna de Hedges se inspira en la investigación de Jeff Gerth, otro galardonado con el Pulitzer que también trabajó en el “Times”. Demuestra que los grandes medios no verificaron nunca las informaciones que alegaban una alianza entre Trump y Rusia, el célebre Russiagate, sólo para desprestigiar al republicano que es odiado por el establishment. Más aún, asegura que el “Times” en enero de 2018, «ignoró un documento disponible públicamente que mostraba que el investigador principal del FBI, después de una investigación de 10 meses, no encontró evidencia de colusión entre Trump y Moscú».

Medios vinculados al deep state (Estado profundo) llegaron a asegurar que «Trump recibió una ‘lluvia dorada’ de mujeres prostituidas en una habitación de hotel de Moscú», campaña lanzada y amplificada por Hillary Clinton. Ahora se sabe fehacientemente que eran mentiras, pero esos mismos medios están lejos de ensayar la menor autocrítica. En cambio, quienes se negaron a repetir las mentiras del poder, como los tres periodistas mencionados, terminaron trabajando en medios, digamos, alternativos, que ahora sufren censura, como apunta Hedges: «Los muros se están cerrando, con sorprendente rapidez, sobre el periodismo independiente, con las élites, incluidas las élites del Partido Demócrata, clamando por más y más censura».

La investigación de Seymour Hersch sobre el gasoducto Nord Stream ha sido completamente silenciada. Hersch –otro Premio Pulitzer por difundir la masacre de My Lai en Vienam por el Ejército de Estados Unidos, en 1968, con 504 muertos–, realizó una investigación del sabotaje del gasoducto concluyendo que fue ejecutada por Estados Unidos y Noruega.

«Será silenciado y vilipendiado. Puedes estar seguro de ello. Lo llamarán antiamericano o amante de Putin, ya sabes, una u otra técnica de demonización», dijo Noam Chomsky. Lo que destaca el lingüista estadounidense es la brutal manipulación informativa que resume como «un ejercicio de propaganda muy impresionante» (https://bit.ly/3YcgRRa).

El sentido común indica que los rusos no tenían el menor interés en destruir el gasoducto, pero la propaganda europeo-estadounidense dijo exactamente lo contrario, culpando a Moscú sin la menor evidencia. Lo grave, empero, es que las «técnicas de demonización» que denuncia Chomsky siguen funcionando y lo hacen bastante bien.

Esta deriva ha llevado a que los grandes medios hayan dejado de ser creíbles. Una encuesta de la agencia Reuters en Estados Unidos revela que sólo un 26 por ciento del público piensa que los medios son creíbles, la tasa más baja entre los 46 países encuestados. Un ejemplo que apunta Hersch: «‘The New York Times’ y ‘The Washington Post’ compartieron Premios Pulitzer en 2019 por sus informes sobre la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 y su conexión con la campaña de Trump». Mintieron y fueron premiados.

El problema es que los medios que incomodan al poder están siendo marginalizados y ahogados económicamente, como sucede en todo el mundo. Dependen cada vez más de sus lectores y lectoras, lo que no está nada mal, pero no suelen beneficiarse de subsidios y publicidad estatales, lo que representa una discriminación evidente.

La deriva de los grandes medios, «la verdad es irrelevante» hace que «el periodismo deje de ser periodismo y se convierta en propaganda», como escribe Seymour Hersch, tiene algunas consecuencias sobre las que conviene tomar nota.

La primera dice sobre la calidad de las democracias. Sin medios controlados, en alguna medida, por la población, la democracia se va deslizando hacia una oligarquía del poder económico, sin contrapoderes que la limiten.

La segunda es sobre el campo de la izquierda anticapitalista, antipatriarcal y anticolonial. Si creamos nuestros propios medios, que está siendo el camino elegido por quienes resisten al poder, ¿con qué objetivo lo hacemos?

La pregunta apunta a lo siguiente: es contradictorio crear medios por fuera del sistema hegemónico, para disputar espacios políticos dentro del mismo sistema que estamos queriendo esquivar con nuestros medios alternativos.

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