Ali Salem Iselmu
Periodista y escritor saharaui

La empatía y la humanidad garantizara la supervivencia de nuestra civilización

Unos países ayudan a otros enviando médicos como lo ha hecho Cuba con Italia. Desaparecen los continentes y las fronteras. No se puede condenar a nadie en medio de la tormenta, o nos salvaremos todos o perecemos.

En esta mañana de primavera, vuelvo a mirar a la calle todo sigue igual. Observo desde el pequeño balcón las cortinas de la casa de enfrente y siguen bajadas. La maceta colocada al lado de la ventana recibe los rayos del sol y sus diminutas hojas cuelgan del pequeño tronco que sale del interior de la tierra.

Un día más de confinamiento, de aplausos y debates televisivos. El Gobierno prorroga el estado de alarma y todos seguimos pendientes de la pandemia. Las cifras de contagiados saltan de un continente a otro y el coronavirus no entiende de fronteras ni de leyes marítimas ni de fronteras terrestres.

El virus ataca a inmigrantes, ministros, príncipes y países con la misma virulencia. Colapsa el sistema de salud pública mejor preparado y mantiene en cuarentena a los campamentos de refugiados saharauis y de otras partes del mundo. Varios países africanos cierran sus fronteras. Saben que no tienen vacunas, ni material sanitario, ni agua potable. Tienen la experiencia de los miles de muertos en el Mediterráneo. «La solidaridad será necesaria para vencer al virus» afirma la Organización Mundial de la Salud.

Italia y España superan a China en la cifra de muertes por coronavirus, sus Gobiernos no saben cuándo va a llegar el pico de contagios y el virus empiece a retroceder. La situación supera todas las previsiones económicas y mantiene a las bolsas en pánico.

El mundo de forma acelerada observa que este nuevo virus se aprovecha de la globalización y la conexión entre países para expandirse de forma rápida. Países como la India y Rusia toman medidas drásticas para evitar más contagios.

El presidente de Mauritania decide donar su sueldo para combatir la propagación, cierra las fronteras y prohíbe la concentración en las mezquitas. En Estados Unidos, el Senado aprueba una partida especial para luchar de forma eficaz, sabiendo que parte de sus ciudadanos más pobres, necesitaran de la ayuda del Estado Federal para superar esta grave crisis sanitaria.

Los países asiáticos como China, Corea del Sur y Japón enfrentan la Covid-19 con mayor eficacia y la propagación ha empezado a disminuir y los países van saliendo de ese primer shock.

El mundo que conocemos, el mundo de la austeridad y la disciplina fiscal empieza a reaccionar de otra forma ante la pandemia. La Unión Europea, consciente de la gravedad de la situación, permite un mayor déficit a sus socios. España moviliza sus recursos para proteger al personal sanitario que está en primera línea y protege a los trabajadores que han sufrido los expedientes de regulación de empleo temporal.

Todos empezamos a constatar la importancia de la coordinación a nivel nacional e internacional. Esta pandemia no entiende de ideologías ni banderas. Ataca al organismo produciendo tos, fiebre, problemas respiratorios y se ceba con la población de tercera edad causando el mayor número de bajas.

Unos hablan de los recortes a la sanidad pública durante la crisis del 2008, otros defienden el papel del sistema sanitario actual. Solo la solidaridad no salvará de esta crisis sanitaria. Unos países ayudan a otros enviando médicos como lo ha hecho Cuba con Italia. Desaparecen los continentes y las fronteras. No se puede condenar a nadie en medio de la tormenta, o nos salvaremos todos o perecemos. Los tsunamis, los temblores de tierra, los huracanes como el Katrina nos recuerdan la magnitud de la tragedia.

«Seguimos vivos, atrapados al miedo de la vida, condenados a las lágrimas de la noche», estos versos que escribí cuando vi la calle vacía, me recuerdan que somos poesía, somos palabra y somos la humanidad que lucha contra un virus invisible que vamos a vencer.

Espero que aprendamos de esta lección y sepamos que las lenguas, las religiones, las naciones, los estados, las ideologías no vencen a la Covid-19. La empatía y la humanidad garantizará la supervivencia de nuestra civilización.

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