La exasperante pasividad del PNV
La contumacia del PNV en seguir insistiendo, de manera obsesiva, en llegar a un acuerdo a través de la negociación con el gobierno del Estado español que posibilite una consulta, en la que los habitantes del tercio autonómico pudiesen libremente expresar su opinión sobre el futuro de vascongadas; más que un proyecto político, una ilusión social o un sueño humano, se convierte en una absoluta entelequia.
No solo por la idiosincrasia carpetovetónica, centralizadora y metropolitana del Estado español, anclado políticamente en el páramo de una derecha intolerante, intransigente y anacrónica y varado psicosocialmente en la mentalidad de unos gobernantes que vieron como perdían las últimas colonias de ultramar en las postrimerías del S. XIX, sino –y esto es lo más importante– por una falta absoluta de convicción, compromiso y ganas de luchar política y democráticamente del PNV por la consecución de un Estado vasco.Realmente pueden creer los dirigentes del partido fundado por Sabino Arana que el Estado español pudiera llegar a mostrarse en alguna ocasión proclive a que se realice una consulta en vascongadas, cuando en Catalunya se ha llegado a un consenso tan extraordinario que ha sido capaz de concitar pactos y acuerdos tan mayoritarios que abarcan las dos terceras partes del Parlament, el consenso entusiasta de seis formaciones políticas, el 96% de los ayuntamientos a favor de la consulta y lo más importante y fundamental, una inmensa mayoría del pueblo catalán volcado en la ilusión de poder decidir su futuro. Constatación que quedó axiomáticamente demostrada el pasado 11 de septiembre en la Diada Nacional de Catalunya mediante una de las mayores manifestaciones llevadas a cabo en Europa.¿Y cuál es la reacción del Gobierno español? Un no tajante y categórico a todo, plagado de todo tipo de amenazas tácitas y explícitas.
Las personas que dirigen la formación jeltzale, con una sonrisa anodina lanzada a los cuatro vientos de los medios, ensalzan y toman como modelo a seguir no el catalán, sino el escocés. Donde todo hecho, punto de comparación o posible referencia es un puro ejercicio de funambulismo, ya que evidentemente, Madrid no es Londres, ni el parlamento vascongado es el parlamento escocés, ni –lamentablemente– el PNV es el Scottish National Party y, por supuesto, Alex Salmond se encuentra a años luz de Iñigo Urkullu.
Escocia recuperó su parlamento hace tan solamente tres lustros. En esos momentos el independentismo era mínimo, y a día de hoy han conseguido elevarlo a un 45% de la población y han sido capaces de realizar una consulta sobre su soberanía. ¿Qué bagaje político tiene que mostrar el PNV transcurrido más de un dilatado cuarto de siglo desde la aprobación del claudicante estauto de autonomía?