Javier Cubero de Vicente

La fragilidad de los cordones democráticos

También desde algunos sectores muy concretos de la izquierda se ha contribuido al blanqueamiento del neofascismo durante los últimos años

Desde la época de la Transición, y hasta no hace mucho, en el Estado español existía un consenso transversal al eje izquierda/derecha que consistió en la marginación de la ultraderecha. Durante la década de 1970 demócratas y antifranquistas de muy diverso signo ideológico sufrieron la violencia de los que no querían ningún cambio por limitado que fuese. Por eso el establecimiento de cordones democráticos a grupos como Fuerza Nueva o Cedade fue realizado espontánea y unánimemente por toda la opinión pública. La existencia de tales cordones significó sin duda alguna el arrinconamiento social, político y electoral del neofascismo durante varias décadas.

Ante la actual presencia de Vox en las instituciones públicas sería un error considerar que es el éxito electoral de Vox lo que está provocando el resquebrajamiento de los cordones. Todo lo contrario. El cordón democrático respecto a todo discurso ultraderechista se viene erosionando desde hace años.

La llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la Presidencia del Gobierno central en 2004 fue acompañada de una campaña absolutamente demagógica por parte de diversos medios de comunicación que cuestionaban la legitimidad de la victoria del PSOE en las elecciones generales de aquel año. La actuación de algunos periodistas entonces no fue muy distinta a la de los partidarios de Trump que actualmente persisten en la afirmación de que hubo fraude electoral en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Ante semejante espectáculo el Partido Popular optó por la complacencia y la complicidad. De la crispación suscitada en aquellos barros vienen los actuales lodos, pues el monstruo alimentado durante años por el Partido Popular ha acabado por configurar un nuevo partido político.

Pero también desde algunos sectores muy concretos de la izquierda se ha contribuido al blanqueamiento del neofascismo durante los últimos años. En el marco de la oposición a las políticas neoliberales de la Unión Europea ha habido quien ha definido a Le Pen y a Salvini como potenciales aliados, favoreciendo y difundiendo los discursos absolutamente delirantes del «rojipardismo». Así hemos visto a más de un supuesto marxista proponer una mezcla de las ideas sociales de Podemos con los «valores nacionales» de Vox. Exactamente el mismo tipo de discurso que reivindica Hogar Social Madrid.

Es precisamente la ruptura de los cordones democráticos lo que hace posible cosas que antes eran impensables como la entrevista del periodista Daniel Ramírez García-Mina con Sixto Enrique de Borbón-Parma y su publicación el 20 de Diciembre en "El Español" de Pedro J. Ramírez. Una entrevista que el líder de la Comunión Tradicionalista (grupo autor de los asesinatos de Montejurra 76 según la relación estadística del gabinete de Administración, Documentación e Informática sobre víctimas del terrorismo del Ministerio del Interior) utilizó para blanquear su trayectoria y sus responsabilidades en Montejurra 76, sin ver cuestionada por el periodista su versión de aquellos terribles hechos.

Igualmente, el 21 de Diciembre, el politólogo Santiago Armesilla, con dos libros publicados en la editorial marxista "El Viejo Topo", difunde la entrevista de "El Español" en un tuit de su cuenta de Twitter, elogiándola y animando a su lectura porque, según él, «define muy bien a Vox y a Podemos». En ningún momento realizó crítica alguna del blanqueamiento que esa entrevista implicaba.

Poco a poco parece que vuelven tiempos que creíamos superados. No en vano ahí tenemos a Juan Manuel de Prada despotricando contra el sufragio universal y la libertad religiosa desde las páginas del diario "ABC".

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